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La bronca se apodera de la política mexicana

La agresión del líder priista Alito Moreno al morenista Fernández Noroña corona las últimas semanas de tensión entre el oficialismo y la oposición

Alejandro Moreno y Gerardo Fernández Noroña, al finalizar la sesión del Senado.Foto: Mario Jasso / Cuartoscuro | Vídeo: EPV
Elena San José

Acababan de sonar los últimos compases del himno nacional, Mexicanos, al grito de guerra, cuando el dirigente del PRI, Alito Moreno, se lanzó, como inducido por la literalidad de la letra, contra el presidente del Senado, el morenista Gerardo Fernández Noroña. La trifulca venía de antes, de un desencuentro por los tiempos de participación durante la sesión, que Fernández Noroña había cerrado sin dar pie a la ronda de intervenciones que habían acordado previamente. El priista le reclamó, se enzarzaron sin llegar a las manos y paró brevemente hasta que el cántico había terminado, solo para volver, fuera de sí, a encararlo de nuevo, esta vez con fuertes empujones que lo arrastraron casi hasta la salida de la Cámara. Este incidente del todo excepcional, en el que casi nadie intervino para frenarlo y quien lo hizo fue para salir maltrecho, como el camarógrafo Emiliano González, pone la guinda a unas semanas en las que la tensión entre el oficialismo y la oposición no ha hecho más que aumentar. La bronca política se ha vuelto la normalidad.

El desarrollo de la sesión ya anticipaba un final amargo. La Cámara discutía el rechazo a una intervención militar de un ejército extranjero, un tema sacado a colación por Morena a partir de las declaraciones de la panista Lilly Téllez en la cadena estadounidense Fox News, en la que pidió el apoyo del Gobierno de Donald Trump en la lucha contra el narcotráfico. La cuestión había levantado ampollas y agitaba el ambiente de los últimos días. Todos, oficialismo y oposición, querían sacar tajada de la polémica intervención de la senadora, que ha polarizado a los principales partidos y ha servido de pretexto para cruzarse durante el debate diversos calificativos, cada uno más grande que el anterior: “vendepatrias” unos; “morenarcos”, otros. El lenguaje, ya se sabe, le marca el camino al cuerpo.

El incidente, no obstante, va más allá del día, la hora o la semana en la que se ha producido: ilustra a la perfección el momento en el que se ha instalado la política mexicana, ajena a cualquier esfuerzo por entablar un diálogo. “Se viene cocinando a fuego lento desde tiempo atrás y yo creo que no ha visto todavía el momento de ebullición”, apunta Khemvirg Puente, analista político de la UNAM. En el suceso, detalla, concurren dos elementos fundamentales: “El Gobierno y su mayoría negando el papel de la oposición e impidiéndole plantear temas en el Congreso, y una oposición intransigente y conflictiva que busca la parálisis y el fracaso del Ejecutivo”. Concederle a las minorías el uso de la palabra, aunque fracasen en las votaciones, desarrolla sobre el primer punto, funciona como una válvula de escape de la frustración.

Este miércoles, esa frustración planeaba especialmente sobre la bancada priista. El que antaño fue el gran partido de México, hoy escuálido, acaba de perder su posición en la Mesa Directiva de la Cámara alta, después de que el senador Néstor Camarillo renunciara al partido y pasara a engrosar, ese mismo día, las listas de Movimiento Ciudadano. Sin Camarillo, el PRI pierde su estatus de tercera fuerza en favor del Partido Verde, que se hará con la vicepresidencia que ocupaba hasta ahora el tricolor. “Suponía un espacio de representación importante con el que el PRI contaba, y su presidente nacional explota en buena medida también por eso”, señala Alberto Espejel, politólogo de la UNAM.

Las imágenes que se vieron este miércoles, considera el experto, son un reflejo de “la descomposición del PRI” y de la “actitud polarizante de la oposición, que no cuenta con tantos argumentos”. Con una minoría irrelevante en el plano legislativo y una demostrada incapacidad para construir una propuesta alternativa a la oficialista, la oposición está apostando su visibilidad al conocido dicho: que hablen de mí aunque sea mal; una estrategia similar a la que ha adoptado el morenista Fernández Noroña, que protagoniza una semana aciaga: provocar al otro hasta la irritación e imponer la fuerza de la mayoría en las decisiones institucionales.

Alito Moreno y Noroña son, quizá, las figuras que más rechazo despiertan en el partido contrario, pero la crispación les trasciende y también la violencia con la que ha acabado la jornada. Entre los priistas que han protagonizado la agresión también estaban Carlos Gutiérrez Mancilla y Erubiel Alonso, que se ceban con el comunicador después de que haya caído al suelo tras intentar sin éxito frenar la disputa. Gutiérrez Mancilla, además, continúa empujando a Noroña, que ya ha anunciado acciones legales, hasta que el senador está casi en la puerta de salida. La senadora Karla Toledo, del PRI, también se queja previamente de que una parlamentaria del grupo morenista la haya jalonado. La tensión y el desorden son totales y sacan a relucir el cúmulo de desencuentros que suman cada semana.

En el PAN no saben dónde colocarse. En una posición equidistante y conciliadora, su presidente, Jorge Romero, ha rechazado la violencia de cualquier tipo y ha pedido que prevalezca el debate de ideas. Más agresiva ha sido la senadora Margarita Zavala, que le imputa a Fernández Noroña la responsabilidad de lo sucedido. Silencio, finalmente, por el lado de Lilly Téllez, el verso libre del partido, que ha azuzado el debate estos días pero opta por mantenerse al margen del incidente en el Senado. No abona a su causa personal.

Todo ello retrata la imposibilidad total para el diálogo en la que se han asentado. La situación es tal que, ni siquiera con el vídeo circulando por los teléfonos de todo el país, han llegado las disculpas. En una salida hacia delante, el líder del PRI ha arremetido de nuevo, esta vez de viva voz, y se ha justificado: “Lo confronté porque es un cobarde, porque faltó a un cumplimiento”. “Vamos a ser más inflexibles”, ha amenazado también. Si se cumple esa advertencia, todo apunta a que el lamentable incidente de hoy no será el último. Entre el fuego cruzado, como siempre, está la población, que asiste atónita al espectáculo y espera para cobrarse la revancha la próxima vez que acuda a votar.

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Sobre la firma

Elena San José
Periodista en la redacción de México. Antes estuvo en la sección de Nacional, en Madrid. Le interesan la política y la cultura, sobre todo la literatura. Es graduada en Ciencia Política por la Universidad de Salamanca y máster en Democracia y Gobierno por la Universidad Autónoma de Madrid, con especialización en Teoría Política.
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