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La inundación que duró tres meses: el día que Ciudad de México amaneció bajó el agua en 1951

La llaman “la última gran inundación” y cubrió varias zonas de la cuenca del Valle de México. En el Centro Histórico, el nivel de agua acumulada fue tan alto, que la gente tuvo que usar lanchas de madera y balsas de hule para trasladarse

Una lancha repleta de personas se desplaza en el centro de la Ciudad de México, en julio de 1951.
Elisa Villa Román

La mañana del lunes 16 de julio de 1951, Ciudad de México amaneció bajo el agua. El agua cubrió dos terceras partes de la capital tras una fuerte tormenta que duró varios días. El sistema de drenaje colapsó y el agua cubrió calles y avenidas. En las zonas más bajas, la ciudad quedó sumergida a una profundidad de dos metros.

Las noticias de la época señalan que una fuerte tormenta tropical azotó el centro del país. Una noche antes, el 15 de julio, las fuertes lluvias desbordaron los sistemas de drenaje. Para la mañana del lunes, los habitantes del Centro Histórico tuvieron que trasladarse en balsas de hule y lanchas de madera, como se puede ver en las fotografías tomadas en blanco y negro.

En ese momento, el responsable principal del desagüe era el Gran Canal, una obra monumental inaugurada durante el Porfiriato. A lo largo de 47 kilómetros, el canal trasladaba el agua desde San Lázaro hasta la Laguna de Zumpango, y de ahí al estado de Hidalgo. Sin embargo, aquella madrugada la lluvia se acumuló en las calles y colectores, y los drenajes se saturaron rápidamente.

Durante tres largos meses, barrios enteros permanecieron inundados, marcando uno de los episodios más dramáticos en la historia de la capital mexicana y que hoy se recuerda como “la última gran inundación”.

La magnitud de la emergencia obligó al gobierno capitalino a tomar medidas sin precedentes. Tras la catástrofe, se entubó el río Churubusco, se construyeron cárcamos, plantas de bombeo y se amplió el sistema de colectores que desembocan en el Gran Canal. También marcó el inicio de la construcción del segundo túnel de Tequixquiac, una obra hidráulica que se concluyó en 1954.

Personas cruzan un puente improvisado para poder caminar por el centro de la ciudad.

Las lluvias y las inundaciones como la de 1951 no son atípicas en el Valle de México. Una de las más severas ocurrió en 1629, cuando las lluvias se extendieron del 21 al 22 de septiembre y la ciudad quedó cubierta casi por completo. Los estragos duraron cinco años y miles de personas perdieron la vida.

Un documento del Instituto Nacional de Antropología e Historia de México (INAH) señala que el desastre fue tal, que solo emergía un pequeño pedazo alrededor de la Plaza Mayor —el Zócalo capitalino, en la actualidad— al que llamaron “la isla de los perros” porque muchos de estos animales buscaron refugio en ese sitio. Fue hasta 1634 que el agua comenzó a ceder, y se inició la reconstrucción de la ciudad.

Desde la fundación de México-Tenochtitlan en 1325, se ha intentado contener las inundaciones con bordos o diques. Si bien hoy existen obras como el Túnel Emisor Oriente, los desastres siguen colapsando a la capital mexicana.

La urbe está construida sobre una antigua región lacustre rodeada por un sistema montañoso que impide el drenaje natural del agua cuando se combina con las lluvias intensas y una infraestructura hidráulica que no se da abasto. Las razones van desde el crecimiento urbano sin planificación hasta el exceso de basura en los drenajes.

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Sobre la firma

Elisa Villa Román
Es editora SEO de EL PAÍS América. Es egresada de la licenciatura en Economía por el Instituto Politécnico Nacional (IPN). Antes trabajó en El Universal y Milenio. Es originaria de Cuautla, Morelos.
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