Hugo Córdoba: “Los analgésicos clandestinos mezclados con fentanilo son una manera creativa de los criminales de ganar más dinero”
El coordinador de proyecto de drogas de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito en México advierte de la crisis de salud que vive el país con la metanfetamina y el riesgo que presentan las drogas sintéticas combinadas


La carrera para frenar la adicción a las drogas es una batalla en la que cada vez es más difícil ganar terreno a los criminales. Con ingeniería química de alto nivel, grandes recursos y nuevas combinaciones de fórmulas sintéticas, analizar los componentes, medir su riesgo y advertir a la población se ha vuelto una tarea titánica a contrarreloj. El coordinador de proyecto de drogas de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) en México, Hugo Córdoba, explica los retos a los que se enfrenta el país. Desde la crisis de consumo de metanfetaminas, que afectan desde a médicos a transportistas, a los cócteles de sustancias mezcladas con tranquilizantes veterinarios o los fármacos analgésicos ilegales que se comercializan en la frontera. “Los medicamentos clandestinos mezclados con fentanilo son una manera creativa de los criminales de ganar más dinero”, indica.
En las oficinas de UNODC se viven días muy ajetreados tras la publicación del último Informe Mundial sobre las Drogas. El documento revela que el pasado año se ha visto un decrecimiento del consumo de fentanilo y una caída en el tráfico de sus precursores tanto en Estados Unidos como en Canadá. Sin embargo, en lo referente a México, Córdoba es más cauto con los datos. “En México no hay un registro inicial de la presencia de fentanilo. Hay una reducción del número de personas que piden ayuda, pero no hay estadísticas nacionales de consumo para poder decir que hay un descenso en su uso”, indica.
A diferencia de su vecino del norte, México no se ha contagiado de la crisis de salud pública a causa del fentanilo, que vive Estados Unidos. Los casos que se han registrado se mantienen concentrados en el norte, salvo excepciones esporádicas. “En programas que analizan sustancias hay registros de que, de 20 muestras de drogas, se ha encontrado fentanilo solo en una, según un estudio en Ciudad de México en festivales de música. Las demás están cortadas con talco, creatina o cafeína”, dice el especialista. Los consumidores de fentanilo en territorio mexicano siguen concentrados en ciudades de la frontera, como Tijuana o Mexicali, y lo suelen consumir mezclado con heroína.
Córdoba explica que en México no se ha dado el contexto para que se desate una ola de consumo y sobredosis, como está ocurriendo en algunas ciudades estadounidenses, como Filadelfia o Baltimore. “La epidemia comenzó por un tema legal. Aquí no hay tanto acceso ni tanta demanda. Los criminales no han visto un mercado para distribuir opioides en México”, señala, y añade que el consumidor de este lado de la frontera suelen ser estadounidenses que cruzan para encontrar la droga más barata, personas migrantes o deportadas. La presencia de fentanilo en medicamentos clandestinos es otra de las batallas en la frontera, donde los criminales fabrican analgésicos ilegales que la población consume sin conocimiento de su verdadera composición.

Sin embargo, la urgencia en México en materia de drogas está en sustancias y combinaciones más lejos de los focos mediáticos, pero igualmente preocupantes. Córdoba insiste en que el país batalla contra una crisis de consumo de metanfetamina, un estimulante más barato que ha desplazado a la cocaína, pero que es más peligroso. “Las metanfetaminas generan una adicción o apego muy fuerte a su consumo. De manera paulatina va afectando a la salud mental y física. La dosis de inicio es asimilada rápidamente por el cuerpo y pide más. Genera ansiedad, episodios psicóticos, se deja de comer, te da insomnio, insomnio, y puede acabar en desnutrición”, detalla.
El consumo de metanfetaminas ha aumentado entre mexicanos un 400% durante la última década y las autoridades siguen reportando incautaciones ingentes de esta sustancia. Córdoba señala varios factores para que se desarrolle la ola de consumo. El perfil del consumidor puede ser desde médicos a transportistas o vigilantes de seguridad que tienen que atravesar jornadas muy largas y demandantes. También las edades de primeros consumos son muy tempranas, rondando los 15 años, lo que facilita el desarrollo de una adicción. Además, México es uno de los países que más produce este estimulante en laboratorios ilegales. “Al igual que en la playa hay mucho consumo de pescado por la oferta, en México es muy fácil acceder a la metanfetamina”, explica Córdoba.
Otra de las preocupaciones incipientes en el consumo de drogas son las sustancias sintéticas, que están evolucionando a un nivel “impresionante” y de las que surgen combinaciones peligrosas, especialmente si se mezclan con opioides. Actualmente, los narcotraficantes y sus productores cuentan con una ingeniería química muy sofisticada que les permite producir drogas nuevas a una velocidad que hace muy difícil identificarlas para fiscalizarlas. Cuando se conocen los componentes de una droga, es más fácil añadir más control a sus precursores, pero la producción es tal que es muy difícil seguir el ritmo del mercado actual. “Si una sustancia no está detectada y se usa para producir drogas sintéticas, su exportación e importación es más fácil porque no hay un control tan estricto”, subraya Córdoba, y añade que actualmente todos los esfuerzos y vigilancia están volcados en la materia prima del fentanilo, lo que permite un auge en el tráfico de otras sustancias y un aumento en el consumo de drogas tradicionales.
A estas sustancias tan versátiles se les conoce como “drogas Frankenstein” por su estructura molecular, que permite una división para introducir precursores que no violen leyes de fiscalización o que no estén identificados. “Tienen efectos peligrosos, estructuras inestables y son estructuras pequeñas que permiten generar más ganancias para los traficantes. Se dio mucho en Estados Unidos y Europa ante la ausencia de la heroína”, añade Córdoba.

La combinación de opioides y otras sustancias también ganando terreno en el tablero de los riesgos para los consumidores, que desconocen que sus drogas están alteradas. “Cuando tú decides mezclar, puedes medir el riesgo y controlar el daño, pero si no sabes qué estás consumiendo, hay más riesgo de sobredosis”, apunta. Entre ellas se encuentra el fentanilo mezclado con xilacina, un tranquilizante veterinario que permite extender el efecto del opioide. “Se la conoce como la droga zombi por el efecto que genera gracias a la relajación muscular. Las personas pierden el control de sus músculos y se arrastran para avanzar, se encorvan”, detalla el especialista, quien advierte que los efectos adversos pueden llegar hasta la putrefacción de la carne y la caída de la piel, además de riesgos de paros respiratorios.
Córdoba reconoce que todavía queda mucho por hacer en México para combatir el mercado de drogas. “Hay que identificar de manera integral los factores que rodean al consumo problemático: contextos de violencia, desempleo, episodios de discriminación, entorno familiar, laboral o educativo”, indica. También señala la necesidad de coordinar los esfuerzos de las instituciones para combatir el narcotráfico ante un alto nivel de impunidad. “Es un negocio multimillonario, un monstruo gigante contra el que es muy difícil pelear”, sentencia.
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