México responde con cautela a la última andanada arancelaria de Trump
El Gobierno de Sheinbaum, que mantiene un equipo negociador en Washington, muestra su “desacuerdo” con el anuncio del gravamen del 30% a sus exportaciones fuera del TMEC

Sábado movido en Norteamérica, que vive pendiente, de nuevo, de las órdenes que salen de la Casa Blanca, siempre con los aranceles de telón de fondo. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha enviado una carta a su homóloga mexicana, Claudia Sheinbaum, anunciando un gravamen del 30% a la importación de productos mexicanos fuera del TMEC, el tratado comercial vigente con EE UU y Canadá. Nada nuevo en el radar. Desde su vuelta a la presidencia, en enero, las amenazas arancelarias de Trump han dominado la relación de EE UU con México, focalizadas en productos concretos, como el aluminio o el acero, o generalizadas, como ahora. El Gobierno vecino siempre ha respondido con cautela, asumiendo el espacio para negociar que dejan los avisos del magnate. Este sábado no ha sido la excepción.
Poco después de divulgar la carta con el anuncio de los nuevos aranceles, la Secretaría de Relaciones Exteriores ha publicado su respuesta en redes sociales. México mantiene desde el viernes una misión negociadora en Washington. Su objetivo es presentar a Trump un “acuerdo general” sobre seguridad, migración y aranceles, según informó el Ejecutivo mexicano esta misma semana. Así, la carta de Trump ha agarrado a los diplomáticos literalmente sobre la mesa. “Nos fue dado a conocer que todos los países recibirían una carta signada por el presidente de los Estados Unidos, estableciendo nuevas tarifas a partir del 1 de agosto. Mencionamos en la mesa que era un trato injusto y que no estábamos de acuerdo”, señala la cancillería en su respuesta.
De visita en Sonora, la presidenta Sheinbaum ha aprovechado la inauguración de un hospital para referirse al asunto. “La carta [de Trump] establece claramente que se busca llegar a un acuerdo para que no haya estos aranceles. Lo ponen para el 1 de agosto. Nosotros creemos que vamos a llegar a un acuerdo, con mejores condiciones”, ha dicho. Desde marzo, México sufre aranceles del 25% a sus exportaciones fuera del TMEC, caso de los fertilizantes, el corcho, el papel, los libros, o la seda, entre otros productos. Con la modificación, el gravamen subiría al 30%. Al margen quedan los aranceles sectoriales del 50% al acero y aluminio, y menor al 25% a los autos y algunas autopartes.
El rompecabezas arancelario es complejo, más por los vaivenes de Trump. En todo caso, el cambio anunciado este sábado parece que no afectaría demasiado a la industria en México porque más de un 80% de las exportaciones a EE UU cumplen con el TMEC. El verdadero problema yace en la tasa que impone el republicano a los metales y a los vehículos y autopartes, además de los posibles gravámenes a la industria agrícola, en particular al tomate, que Trump ha fijado en 17% a partir de la semana que viene. A pesar de los aranceles, México sigue siendo el principal socio comercial de EE UU. En los primeros cinco meses del año envió al mercado estadounidense 219.500 millones de dólares en exportaciones, de acuerdo con cifras oficiales. La delegación mexicana en Washington trabaja en estos campos, para evitar o reducir impuestos a la exportación, y dar así un respiro a las empresas de este lado del río Bravo.
De los tres asuntos que México pretende tratar en Washington, uno parece definitivo para Trump, que en noviembre someterá sus agresivas políticas comerciales a la ciudadanía, en las elecciones de medio mandato. Se trata de la seguridad. “México me ha estado ayudando a hacer segura la frontera, pero lo que ha hecho no es suficiente. México aún no ha detenido a los carteles que intentan hacer de toda Norteamérica un terreno de juego del narcotráfico”, ha dicho el mandatario. Trump ha mencionado específicamente al fentanilo, el potente opioide que alimenta la epidemia de sobredosis en EE UU, y que tiene en México uno de sus principales proveedores. El presidente no ha aportado dato alguno para sostener sus acusaciones.
Uno de los pocos orgullos incontestables del Gobierno de Sheinbaum desde que inició, en octubre, son los resultados en materia de seguridad. Al menos según sus propios datos. Los asesinatos, que llegaron a rozar los 100 diarios durante el mandato de su antecesor y mentor, Andrés Manuel López Obrador, han caído a poco más de 60. Siguen siendo muchos, pero menos que antes. Cada semana, el Gabinete de Seguridad, que lidera el secretario del ramo, Omar García Harfuch, informa de cantidad de operativos contra el tráfico de drogas, particularmente la metanfetamina y el fentanilo. Este Gobierno presume de las mayores incautaciones del opioide en la historia de México, caso por ejemplo de la tonelada y media que arrebató a las mafias, en Sinaloa, en diciembre.
En un país víctima de un ambiente político enrarecido, polarizado, García Harfuch es una de las pocas figuras que genera cierto consenso. Su estrategia contra la delincuencia parece que empieza a dar resultados, situación que él mismo ha tratado de vender en Washington en diferentes reuniones estos meses. Tiene buena prensa al norte del río Bravo, Harfuch. Se relaciona bien con sus interlocutores en las agencias de seguridad estadounidenses y ha reaccionado con sutileza frente a las exigencias de la Casa Blanca. Cuando, por ejemplo, el Gobierno de Trump señaló hace unos meses el robo de combustible como una de las principales fuentes de ingreso para las mafias del narco, Harfuch reorientó sus esfuerzos a ese tema, con buenos resultados.
La presencia de la delegación mexicana en Washington augura posibles enmiendas en los próximos días a las decisiones de Trump. Ya sea en forma de pausa en la implementación de los aranceles, mecanismo utilizado previamente por el republicano, o directamente su eliminación, deseo de Sheinbaum y su equipo. En caso contrario, el futuro puede complicarse para México, que tiene en EE UU a su principal socio comercial. Ya no es solo el incremento del gravamen a los productos que quedan fuera del TMEC, sino los aranceles al acero y el aluminio, y, sobre todo, al de la industria automotriz.
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