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Ciudad de México renueva el orgullo de su pasado prehispánico en la celebración de los 700 años de Tenochtitlan

La ciudad de habla hispana más grande del mundo programa actividades culturales que engalanarán el gran Zócalo capitalino

Danza monumental en el Zócalo de la Ciudad de México por el 700 aniversario de la capital, el 4 de mayo de 2025.
Carmen Morán Breña

La capital mexicana celebra este 2025 los 700 años de su fundación, cuando la gran Tenochtitlan era una urbe rodeada de un inmenso lago y surcada por canales, como Venecia. De entonces data la hierofanía que se representa hoy en la bandera mexicana, un águila posándose en una nopalera (chumbera) y venciendo a la serpiente que lleva en su pico. No son pocos los fastos que se están programando para celebrar ese aniversario, entre ellos escenografías de los momentos más relevantes de la historia de aquel pueblo guerrero, en las que intervendrán centenares de actores, o la colocación de un monumento que recuerda cómo era la capital mexica antes de que llegara Hernán Cortés y disecara el paisaje lacustre en el que se desenvolvían los pueblos originarios. Donde se levantaron soberbias pirámides hay ahora una catedral, el Palacio Nacional y el Ayuntamiento de la ciudad, todos ellos en el Zócalo, la plaza más grande de América Latina. Situar el pasado prehispánico en un primer plano es una de las fijaciones de este gobierno y del anterior que, sin desdeñar la herencia española y otras, aboga por un reconocimiento de aquel tiempo, así como de las atrocidades cometidas en la invasión de los conquistadores. En esa idea se enmarcan estas celebraciones.

Se trata de “reforzar la identidad nacional, el sentido de pertenencia, y el orgullo patriótico” así como “propiciar una reflexión en la sociedad respecto de la importancia de su participación en los momentos trascendentales del país”, todo ello bajo la pátina que marca la actualidad, la de tener en cuenta la participación activa de las mujeres en esos procesos históricos. Las consideraciones de género están muy presentes en cualquier acto que se celebra en este mandato de Claudia Sheinbaum, así como de la alcaldesa de la ciudad, Clara Brugada, de intensa formación feminista. En la presentación de los actos este lunes, la presidenta ha recordado que México ya no es un país que se construya a partir de la mirada del extranjero, como ocurrió tantos siglos, sino que ha de consolidar su cultura tomando los cimientos propios como origen y legado.

La capital ya empieza a vestirse, pues, con elementos patrios, como la exposición de chumberas intervenidas por diversos artistas y colectivos que recorre el paseo de la Reforma, una de las grandes vías vertebradoras de la ciudad, y se ha programado la colocación de un monumento de basamento circular que se elevará en círculos concéntricos en memoria de los templos primigenios a orillas de los lagos, réplica del teocalli de la guerra sagrada, donde estará posado el águila. Ocho lajas grabadas en el talud del monumento representarán escenas del Códice Boturini, que ilustra aquellas migraciones de los pueblos hasta asentarse en Tenochtitlan. Las visitas turísticas que se den en estos meses podrán contemplar los bajorrelieves de los tlatoanis (reyes) de aquellas épocas.

Danzantes realizan un círculo de danza rumbo a los 700 Años de la fundación de Tenochtitlan.

El 26 de julio será develado el monumento, una fecha significativa para aquellos pueblos, cuando el disco solar, en su segundo paso cenital, se proyecta verticalmente sin generar sombra alguna. Espejos de agua como reflejo del pasado líquido completarán esta intervención en el Zócalo, donde habitualmente se desempeñan actores coronados con ricos plumajes y sonoras semillas en las piernas para deleite de los turistas. En la conferencia de la mañana se ha presentado también un fragmento de la ópera encargada para este aniversario, donde no faltarán los aullidos de las caracolas guerreras. La capital se prepara para conmemorar sus 700 años de historia con todo el sabor de los pueblos originarios, aquellos que dejaron con la boca abierta a los españoles por sus costumbres, gastronomía y enormes mercados de especies vegetales y animales que nunca antes habían visto y de los que México guarda todavía cumplida memoria y conserva una rica herencia.

Los últimos años en México, con la llegada de los gobiernos de la Cuarta Transformación, como se han dado en llamar al del anterior sexenio de Andrés Manuel López Obrador y este de Claudia Sheinbaum, se ha puesto el énfasis en la historia prehispánica y en los pueblos originarios, una idea que se simbolizó en las investiduras de ambos presidentes, que recibieron el bastón de mando en ceremonias de inciensos, plumas y antiguos ritos. Ambos presidentes han traído a la actualidad aquellas costumbres en un esfuerzo por superar cierta mirada extranjerizante que había predominado en gobiernos anteriores, si bien la cultura prehispánica ha sido siempre del interés académico tanto nacional como internacional. La persistencia por recuperar y consolidar aquel pasado ha llevado a la revisión de numerosos acontecimientos históricos, como la llamada Noche Triste, en la que las tropas de Cortés y otros pueblos que le acompañaban sufrieron una gran derrota, que ha pasado a denominarse la Noche Victoriosa. Como en otros países, esos esfuerzos han modificado las cartelas de los museos y revisitado decenas de momentos seculares.

En el ámbito político, la llegada de López Obrador a la presidencia tuvo pronto un encontronazo con España debido a este afán por la memoria, cuando se pidió a la Corona española un gesto de reconocimiento de las atrocidades perpetradas por los conquistadores en la Nueva España, que no fue atendido y cuya estela de roces diplomáticos llega hasta nuestros días. Las últimas semanas, sin embargo, la esfera cultural ha proporcionado algunas fechas para el deshielo de las relaciones entre ambos países, sobre todo con los dos premios Princesa de Asturias otorgados a México, el primero en la figura de la fotógrafa Graciela Iturbide, para la categoría de Artes. Iturbide ha retratado con maestría ese México originario, sus tradiciones y ritos. El segundo premio otorgado por la Corona fue el Princesa de Asturias al Museo Nacional de Antropología, una joya de la cultura mexicana en la capital donde se recoge el pasado prehispánico en todo su esplendor. Ambos galardones fueron muy bien recibidos por la presidenta Sheinbaum, que vio en ello una voluntad de reencuentro tras la rispidez con España.

La cultura ha sido el gran punto de apoyo con el que se han ido limando estas aristas entre los dos países, programando exposiciones en España sobre el pasado mexicano y convocando homenajes y reconocimientos a las obras de algunas figuras internacionales, como Pedro Almodóvar, como parte del intercambio que podría empezar a restañar los roces diplomáticos. La presidenta, en la conferencia en que se han presentado este lunes los fastos para celebrar la fundación de la capital, ha tenido palabra templadas, en las que además de hacer hincapié en el legado de Tenochtitlan ha valorado otras influencias posteriores.

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Sobre la firma

Carmen Morán Breña
Trabaja en EL PAÍS desde 1997 donde ha sido jefa de sección en Sociedad, Nacional y Cultura. Ha tratado a fondo temas de educación, asuntos sociales e igualdad. Ahora se desempeña como reportera en México.
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