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Cómo los preparativos navideños ayudan a tu hijo a ser más paciente

La participación de los menores en la organización de estas fechas fortalece habilidades como la planificación, la toma de decisiones y el autocontrol

Cómo los preparativos navideños ayudan a tu hijo a ser más paciente

En la infancia, determinadas celebraciones incluyen un tiempo previo marcado por gestos repetidos y actividades compartidas. Marcar los días en un calendario, escribir la carta a Papá Noel o los Reyes Magos y colocar el primer adorno son algunas de las prácticas que acompañan las navidades. Como recuerda Saint-Exupéry en El Principito, “es el tiempo que has perdido por tu rosa lo que hace que tu rosa sea tan importante”. En un contexto en el que muchas cosas suceden de forma inmediata, estos preparativos son parte esencial de la organización de las fechas navideñas.

Según apunta Marta Portero Tresserra, profesora titular y coordinadora de la Unidad de Psicobiología de la Universidad Autónoma de Barcelona, una parte crucial de la ilusión navideña se explica por un mecanismo muy básico del cerebro infantil: la anticipación. Y añade que la antesala de un día especial activa el sistema dopaminérgico y genera motivación: “Los rituales familiares, repetir tradiciones todos los años, actúan como señales que mantienen viva la ilusión”.

Portero indica que esa repetición también da algo esencial a los niños como es la previsibilidad: “Saber qué pasará reduce el estrés y aumenta la sensación de control”. “La participación en los preparativos fortalece habilidades como la planificación, la toma de decisiones y el autocontrol”, prosigue la experta, “los rituales crean un entorno estable que fortalece la cohesión familiar y facilita la consolidación de recuerdos positivos”. Para que cumplan esa función, afirma, “basta con evitar el exceso de expectativas, el perfeccionismo y la sobreestimulación”.

Muchas familias utilizan pequeños actos para mantener la magia de la Navidad año tras año. No buscan grandes gestos, sino señales sencillas que ordenen lo que se está viviendo y preparen a los niños. Silvia Martínez, de 36 años y residente en A Coruña, cuenta que en su casa han creado una pequeña ceremonia para diciembre: cada sábado por la noche colocan juntos un adorno nuevo en el árbol, eligen la música que sonará al día siguiente y dejan preparado un dibujo navideño para colorear por la mañana. “A mi hijo de seis años le emociona tanto este gesto como el propio día de Navidad, porque este ritual convierte cada fin de semana en un momento especial”, asegura.

Eloy, orensano de 43 años, describe otra dinámica de espera con su hija de cinco años. Según cuenta, para contar los días que faltan hasta la llegada de los abuelos en Navidad, la niña añade cada día una pequeña piedra a un cuenco: “Así, según pasan los días, se va alegrando”. Para él, este gesto ayuda a su hija a visualizar que algo bonito se acerca y a disfrutar del proceso.

Transformar la cuenta atrás en aprendizaje

“Hoy los niños viven rodeados de inmediatez. Cuando algo tarda, aparece frustración o impaciencia”, explica la psiquiatra infantil y de la adolescencia Abigail Huertas Patón. La también autora de libros como Solo necesito que me aceptes. La salud mental en la adolescencia y cómo detectar problemas en el desarrollo (RBA Libros, 2024) explica que cuando un menor se frustra porque algo tarda, hay que ayudarle a poner palabras a lo que le pasa y ofrecer después un anclaje; una acción sencilla que sostenga la espera: “Es fundamental mantener la calma: nuestros hijos leen nuestras emociones para regular las suyas. Si ven que podemos sostener el tramo previo, ellos pueden aprenderlo también”. La doctora incide en que acciones como llevar una cuenta atrás, poner el árbol de Navidad, envolver juntos un regalo o encender una vela en el calendario de Adviento permiten al niño anticipar y visualizar lo que viene.

Por su parte, el doctor Celso Arango, jefe del Servicio de Psiquiatría del Niño y el Adolescente del Hospital Universitario La Paz, recuerda que aprender a esperar es un proceso educativo clave y que el tiempo y el esfuerzo también construyen ilusión. Además, el experto considera necesario revisar el currículo educativo desde Preescolar y Primaria para incorporar aprendizajes que ayuden a los menores a gestionar la frustración, a pedir ayuda y a entender que aguardar es saludable porque permite reflexionar: “Es importante permitir que cada cosa siga su ritmo y no buscar respuestas instantáneas, porque pueden tener más probabilidades de ser erróneas frente a las meditadas”. “Los niños tienen que aprender a que lleva un tiempo conseguir las cosas y que también requieren un esfuerzo”, sostiene Arango.

Los preparativos no son una dedicación vacía. Son una forma de dar sentido a lo que viene, de ordenar el deseo y de enseñar, sin sermones, que aquello que se construye poco a poco suele sentirse más propio.

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Sobre la firma

Ana M. Longo
Licenciada en Pedagogía por la Universidad de Santiago de Compostela, redactora colaboradora en medios como EL PAÍS (Mamás & Papás), 'La Vanguardia' o elDiario.es, entre otros, y autora de dos libros sobre maternidad y tres cuentos para niños.
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