Cómo acompañar a los niños en el duelo sin privarles de disfrutar de la Navidad
Encontrar nuevas formas de celebrar y recordar en las fechas señaladas a los que ya no están ayuda tanto a los menores como a los adultos a sobrellevar una pérdida cercana


Elisa Martín tenía 16 años cuando murió su padre a consecuencia de un cáncer de estómago. Ahora, cuatro años después, recuerda que las primeras navidades sin él fueron especialmente duras: “Ni mi madre ni yo teníamos ánimo para decorar la casa como antes, ni ganas de cenas ni celebraciones”, cuenta. Lo más difícil para ellas no fue la noche del 24 de diciembre o la comida del día de Navidad, sino los pequeños gestos cotidianos de esas fechas: sacar la caja de adornos, pensar en los regalos que tenían que hacer o escuchar a los vecinos celebrando… “Ahí sentíamos la ausencia con todo su peso”, sostiene. Aquel año decidieron que harían solo lo que pudieran, sin forzar. En este tiempo, han recuperado algunas tradiciones y han instaurado nuevas. “Ahora ponemos una vela al lado del árbol para recordarlo. Es nuestra manera de incluirlo”. Para algunas familias es muy doloroso mantener los rituales que compartían con esa persona tan importante que ya no está, y no se sienten preparadas. Otras necesitan crear nuevas tradiciones, sobre todo si hay niños en casa. Así lo explica Silvia Nava, psicóloga perinatal experta en duelo, para quien lo más recomendable es hacer lo que la familia sienta que necesita en cada momento. “Se trata de encontrar el equilibrio entre recordar sin atraparnos en el recuerdo y avanzar sin borrar lo que fue tan importante para nosotros”, sostiene.
Según cuenta Iosu Cabodevilla, psicólogo clínico especialista en cuidados paliativos, el abanico emocional que acompaña una pérdida es enorme y diverso, y, por lo tanto, “se debe normalizar y aceptar cualquier emoción que surja”. Eso sí, advierte que, en fechas señaladas como la Navidad, la ausencia de un ser querido puede sentirse más hondamente, y exacerbarse algunas emociones que ya estaban presentes a lo largo de este primer año de ausencia: rabia, dolor, pena, tristeza, soledad….
Cuando en una familia se produce una pérdida, hay estrategias que pueden ayudar a los padres a manejar la tristeza en el camino de acompañar también a sus hijos durante el duelo. Para Cabodevilla, es importante seguir viviendo entre dos límites: por un lado, que no se haga un tabú, del que no se puede hablar, ni nombrar; por el otro, no hacer de la pérdida algo omnipresente que impida vivir otras cosas que la vida nos presenta. “Los niños y niñas tienen que seguir disfrutando de las navidades, de las vacaciones, de las luces y los regalos, de los Reyes y del Olentzero en nuestra tierra”, señala. Considera que los adultos deben procurar, sin negar el dolor de la pérdida, no privar a los niños de vivir también la parte más luminosa de estas fechas.
Comparte esta recomendación Nava, quien añade que es importante aceptar que la alegría y la tristeza estarán presentes en esta época. “Durante un proceso de duelo, lo habitual es oscilar entre momentos de conectar con la pérdida y momentos de continuar con la vida”. En relación a los niños, la psicóloga cree que se debe tener en cuenta que tienen capacidad para experimentar todas las emociones, siempre y cuando no sean excesivamente intensas o caóticas para ellos: “Cuando los adultos comparten cómo se sienten, sin desbordarse, los hijos aprenden que la tristeza es normal y se sentirán más seguros al experimentarla”.

Pedir ayuda y compartir los cuidados, si hay un entorno disponible para ello, es un recurso valioso para la psicóloga: “Tener espacios separados y delegar en otras personas que sean de referencia para los niños será un desahogo y un refugio para todos”. En la medida de lo posible, para la experta es recomendable mantener las rutinas, “ya que ayudará a sentir seguridad y será importante para mayores y pequeños”. Por último, anima a buscar apoyo emocional en otros adultos (o si fuera necesario, ayuda profesional) si sienten que están excesivamente abrumados por la situación. De esta manera, asegura Nava, se protege a los niños para que no asuman roles de cuidado que no les corresponden.
Una de las cosas más difíciles para el entorno de la familia suele ser saber acompañar la tristeza. En sociedades que rehúyen la muerte y evitan el dolor, como la nuestra, a menudo faltan el lenguaje y las herramientas para estar junto a quienes sufren, y eso puede hacer que la soledad del duelo sea aún más intensa. ¿Cómo pueden familiares y amigos apoyar a la familia sin minimizar el dolor durante estas fechas? Para Nava, es necesario validar y aceptar lo que la familia afectada necesita hacer. “La recomendación es preguntar cómo podemos ayudar, y qué sienten que necesitan hacer, estar disponibles y respetar sus decisiones de mantener o no las tradiciones familiares en estas fechas”, señala. El error más cometido, para la experta, es hacer como que no pasa nada: “Muchas personas evitan el tema, cuando lo que a menudo adultos y niños necesitan es sentir que su ser querido no ha sido borrado”.
Los grupos de apoyo

En la asociación A.M.A.D (Asociación mutua ayuda al duelo) el grupo de apoyo se reúne en Madrid una vez a la semana, pero en las fechas previas y durante las fiestas navideñas refuerzan las reuniones. “Es más importante que nunca el apoyo y entre todos se aportan ideas para poder vivir sin tanto sufrimiento esas fechas”, cuenta Luis Barrera, miembro de la asociación. En las familias con niños, cuando se ha sufrido una pérdida cercana relevante, según cuenta Barrera “el hecho de poder tener un espacio de acogida para compartir como cada uno se siente y recibir una escucha comprensiva de parte del grupo es muy beneficioso”.
Cuando la muerte es la de uno de los hermanos, el dolor de estos suele quedar en segundo plano. Por eso, el grupo de apoyo Renacer Madrid ofrece un grupo específico para hermanos, donde pueden expresarse y sentirse comprendidos entre iguales. Sheila Echegaray es la persona que acompaña este grupo. Ella misma sufrió la pérdida de su hermano Sergio hace tres años, y fue la soledad y la incomprensión que sintió lo que la llevó a crear este espacio: “El duelo por la pérdida de un hermano es un duelo silencioso”. Explica que socialmente “se da por hecho que los padres son las personas del núcleo familiar que más sufren la pérdida”, y, aunque no lo niega, considera que esto provoca que los hermanos releguen de su propio dolor para acompañar a sus padres.
“Hablan del miedo, de la rabia, del peso que cargamos sin querer...”, sostiene Echegaray. Y es que en un grupo de hermanos en duelo muchos pueden nombrar por primera vez cosas que nunca han podido decir en casa. Además, escuchar a otros hermanos cómo están transitando su duelo suele darles una nueva perspectiva.
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