El primer amor en la vida y en la ficción: a edades más tempranas y marcado por los celos
A pesar de que se habla más de sexualidad, del consentimiento y del deseo femenino, las relaciones adolescentes siguen marcadas por el control de la pareja y la mala gestión de los sentimientos


El primer amor. El primer beso. O ese momento en el que los adolescentes comienzan a ver a sus compañeros de juegos como novios o novias, en una etapa tan llena de cambios físicos y neuronales, se ha adelantado. Y las tecnologías han tenido mucho que ver. “El móvil ha redefinido profundamente la forma en que se relacionan y se comunican los adolescentes”, explica María del Mar Venegas, doctora en Sociología y autora del estudio El romance adolescente. Un análisis sociológico de la política afectivosexual en la adolescencia, haciendo referencia a ese primer acceso a un móvil propio, a la necesidad de inmediatez que generan las redes sociales y a la forma de entender el compromiso entre los jóvenes.
Pero esas relaciones, que suelen comenzar sobre los 13 o 14 años, como detalla Venegas, repiten un modelo patriarcal que se creía superado. “Hemos ido consolidando desde la coeducación un esfuerzo por trabajar en materia de igualdad entre chicos y chicas, pero la realidad es que desde las redes se están lanzando muchos mensajes que, de forma invisible, lo están haciendo retroceder”, detalla la doctora a EL PAÍS.
Venegas, vicerrectora de igualdad, inclusión y compromiso social en la Universidad de Granada, describe ese primer romance adolescente desde dos puntos de vista. Por un lado, “las chicas se relacionan todavía desde esa idea de conocer a una persona y tener una relación más estable”, mientras que los chicos prefieren vivir esa experiencia sin comprometerse. “No quieren una relación estable. Quieren conocer a gente, pero desde una experimentación vinculada al placer”, añade. Algo que sigue estudiando desde Sexoafectívate, un proyecto que lidera sobre las relaciones entre adolescentes y las consecuencias educativas y sociológicas que les rodea.
Querer crecer antes de tiempo
La presión social también repercute en que las relaciones entre adolescentes comiencen antes. “Ese momento parece que se ha adelantado, por ejemplo, con las niñas y la cosmeticorexia. Quieren ser mayores antes de tiempo y se creen que están preparados para una relación", explica Diana Al Azem, docente, fundadora y CEO de Adolescencia Positiva, un proyecto en el que acompaña a familias durante esta etapa. Para la coach, autora del libro AdolescenteZ, de la A a la Z, este tipo de relaciones suelen ser “superficiales, esporádicas y, realmente, tampoco llegan a profundizar”. Al igual que Venegas, ella también considera que, en el caso de los chicos, tienden a no comprometerse. “Hay muchos chavales que acuden a la pornografía para tener las primeras experiencias sexuales y esto también hace que no se quieran comprometer. Prefieren tener muchos amigos y pasárselo bien una noche”, añade Al Azem.
Por otro lado, los adolescentes que sí tienden hacia una relación más profunda suelen encontrarse en un vínculo tóxico donde los celos no se saben manejar. “Hoy, los chavales expresan las emociones más que antes, pero, a la par, no saben gestionarlas y esos celos son parte de esa mala gestión”, explica la coach. Un repunte al que Venegas considera que no se le está dando la importancia necesaria. “En las 400 entrevistas que hicimos a adolescentes de todos los ciclos, la gran mayoría utilizaba la palabra tóxico para referirse a sus relaciones de pareja. Ahí estamos perdiendo la batalla”, puntualiza la docente sobre el estudio La caja negra del fracaso escolar, publicado en 2023 con entrevistas a jóvenes del territorio andaluz.

Relaciones adolescentes en la ficción
Sandra Miret es analista fílmica, divulgadora y autora del libro Damas, villanas y lolitas. Una mirada feminista al cine con el que crecimos (Bruguera, 2025). Ella considera que el tema de los celos en las ficciones que consumen los adolescentes sigue estando presente “aunque se camufla”. Sí considera que se ha avanzado en cómo se presentan las relaciones —“el chico es mucho más emocional y la chica no es tan tonta”—, pero en el tema de los celos cree que no es tanto qué pasa si se sienten, si no cómo se actúa: “Ahí es donde la ficción nos hace un flaco favor, enseñándonos actitudes misóginas y posesivas”.
Estas escenas de celos están presentes en la música, en las novelas y en las producciones de ficción que consumen los adolescentes. La serie Élite, por ejemplo, ambientada en un colegio de clase alta, es una producción de Netflix apta para mayores de 13 años que Miret no recomendaría dejar a un adolescente ver solo. “Hay agujeros que se nos escapan, como qué es lo que consumen”, puntualiza. Aunque también hay otras ficciones que recomienda ver en familia, como las series Sex Education o Heartstopper, donde se trata el tema de esas primeras relaciones y cómo se comunican con sus padres.

Miret también considera que se está apostando por mostrar relaciones más comunicativas en las ficciones adolescentes. “Estamos viendo nuevas formas de relacionarse, donde se habla más de sexualidad y donde se pone sobre la mesa el consentimiento y el deseo femenino”, explica. Historias donde el amor romántico sigue presente, pero modificado hacia un lugar más sano, “más positivo y menos posesivo”, explica. Pero, para Al Azem, en cambio, hay muchos temas sobre sexualidad que, aunque se muestran en las ficciones, dentro del seno familiar siguen siendo tabú. “Se habla con los adolescentes de una manera superficial, para decirles lo típico sobre el preservativo, pero no se habla de la parte afectiva del consentimiento, de los celos. Eso es una asignatura pendiente que tenemos los padres respecto a los hijos y que, quizás, disminuiría esa elevación de tantos celos en las relaciones”, detalla.
Al Azem recomienda a las familias estar presentes, “que un chaval de 15 o 16 años sepa que sus padres están ahí”. La coach considera que hay una falta de saber qué leen o ven sus hijos, “de presencialidad, de sentarse con ellos e interesarse por sus gustos”, algo que considera importante, pues asegura que “corre más peligro un adolescente solo en casa con una pantalla que en la calle haciendo las típicas gamberradas”. Por su parte, lo que Venegas aconseja a las familias para que esas primeras relaciones entre adolescentes sean sanas es “hacer un acompañamiento desde pequeños, darles herramientas y poner unas bases sólidas. Pueden tener momentos de altibajos, pero, al final, si esas bases son sólidas, se quedan”.
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