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Unión Europea
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Trump y Putin empujan a la UE hacia la refundación o el abismo

La Unión se ha convertido en un enemigo a batir para Rusia y EE UU

Europa termina 2025 amenazada por los drones armados de Putin y por las cargas políticas de profundidad de la Administración de Donald Trump. Potencias hostiles libran una guerra híbrida por tierra, mar, aire y redes contra la Unión Europea en un inusitado empeño: precipitar la voladura descontrolada del marco político e institucional que ha dado al Viejo Continente uno de los períodos de paz más largos de su historia moderna y contemporánea. Esta pinza entre Washington y Moscú, con China atenta para sacar tajada, coloca a Europa ante un momento de refundación del club so pena de ser hecho pedazos si responde mal o a destiempo ante tan concertados ataques.

Y la duda que corroe a Bruselas (y a otras capitales) es si la UE dispone actualmente del bagaje necesario para contener los ataques políticos, económicos y de seguridad procedentes del este y del oeste. Algunas fuentes no solo ven posible esa respuesta sino inevitable porque, dicen, la UE se puede estar jugando su propia supervivencia.

En la batalla por el modelo político dominante de cara a mediados del siglo XXI, la Unión Europea se ha convertido en un enemigo a batir. Para la Rusia de Putin porque teme que el modelo europeo de prosperidad y libertad llegue hasta sus propias fronteras a través de una Ucrania que, termine como termine la guerra, se ha ganado un destino junto a sus vecinos de la UE. Y para Trump, porque el éxito de la fórmula europea pone en cuestión sus recetas a favor del repliegue económico nacional y de imponer su ley en todo el planeta.

“Si Europa no es fuerte, ¿por qué tantas personas se empeñan en hundirla?”, se preguntaba con ironía el lunes pasado el presidente del Consejo Europeo, António Costa, tras conocerse la nueva estrategia de seguridad de la Casa Blanca. Un documento que de manera sorprendente alinea sobre Europa los amenazantes astros de Trump y Putin. Ambos temen a esa UE que pintan como débil y apuestan por empujar el experimento de la UE hacia el abismo antes de que el club proceda a una refundación para hacerse más fuerte e independiente.

Los vientos de refundación apuntan en varias direcciones. Desde quienes creen, como ha propuesto Mario Draghi, que debe darse un salto adelante en la integración al margen de las estructuras comunitarias para dejar atrás a rémoras como la Hungría de Orbán, a los partidarios, como la Comisión Europea de Ursula von der Leyen, de mantenerse dentro de los tratados actuales y explotar su margen, más amplio de lo que parece, para avanzar esquivando las zancadillas húngaras o similares. Dos vías pragmáticas con un mismo destino.

Bruselas da por descontado que la próxima frontera a cruzar es una política común de seguridad y defensa. En concreto, al desarrollo de una garantía de protección mutua entre los socios de la UE equivalente a la que otorga la OTAN —u otorgaba hasta la llegada de Trump— a todos sus aliados. El cimiento jurídico ya existe en el artículo 42 del Tratado de la Unión: “Si un Estado miembro es objeto de una agresión armada en su territorio, los demás Estados miembros le deberán ayuda y asistencia con todos los medios a su alcance”. El desarrollo de ese artículo permitiría a la UE superar una dependencia de EE UU que ha dejado al continente a merced de los delirios de grandeza de un magnate sin escrúpulos ni respeto a la legalidad internacional.

La otra gran asignatura pendiente para los europeístas es la política exterior, trabada por el uso del derecho de veto que puede esgrimir cada uno de los 27 Estados miembros. Pero la supresión del veto, apuntada como solución puede convertirse en un boomerang. Si la tendencia electoral actual se mantiene, pronto serán los gobiernos partidarios de la integración los que tengan que esgrimir el veto para frenar el desmantelamiento progresivo de la UE.

Los otrora llamados caballos de Troya, como la Hungría de Orbán o la Italia de Meloni, son ya actores ineludibles en el concierto europeo y su discurso trumpista en materias como inmigración o seguridad impregna ya la política de muchos socios de la UE y de la mismísima Comisión Europea.

El dilema para los ciudadanos europeos a partir de 2026 parece claro. Tendrán que elegir entre una Unión Europea mucho más integrada y con políticas alternativas a las de Trump o una Europa de las naciones al gusto del presidente de EE UU y al servicio de sus intereses.

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