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Bruselas quiere blindar a la UE contra la inmigración irregular y estrecha la vigilancia de fronteras

En otro giro hacia posturas más duras, la Comisión promete reforzar la agencia Frontex mientras anuncia nuevos programas para que lleguen extranjeros con contrato de trabajo para ciertos sectores

Inmigracion irregular
María R. Sahuquillo

Por tierra, mar y aire, la Comisión Europea quiere blindar las fronteras de la UE contra las llegadas irregulares de migrantes. En pleno giro hacia un endurecimiento de las políticas migratorias pese al invierno demográfico que afronta el Viejo Continente y la caída en las llegadas, la jefa del Ejecutivo comunitario, Ursula von der Leyen, ha ahondado este miércoles en los planes de la Unión para estrechar la vigilancia de las fronteras del territorio comunitario y tapar todos los agujeros posibles a las entradas de quienes no tienen permiso para quedarse ni las características (cada vez más reducidas) para solicitar asilo.

La conservadora alemana —que, como otras importantes figuras de la derecha europea, ha abrazado un discurso antiinmigración defendido tradicionalmente por la ultraderecha— ha explicado que trabaja para reforzar con 30.000 empleados más la agencia europea de fronteras (Frontex). Además, con una vista panorámica, Bruselas trata de consolidar una nueva alianza con las empresas de transporte en rutas clave para frenar también las llegadas en avión de quienes no tienen todos los permisos en regla para entrar y permanecer en la UE. Una alianza de la que forman parte el organismo regulador internacional de las aerolíneas, así como operadores de transporte aéreo y aeropuertos.

“Los contrabandistas de personas están cambiando sus medios de transporte. Tradicionalmente, utilizaban barcos o camiones privados, pero ahora se recurre cada vez más al transporte comercial”, ha asegurado Von der Leyen, en unas jornadas de la Alianza Global contra el Tráfico de Migrantes celebradas en Bruselas, solo un par de días después de que los Veintisiete y el Parlamento Europeo consagrasen el avance hacia la controvertida creación de centros de deportación fuera de la UE.

El plan de Bruselas, ha dicho la jefa del Ejecutivo comunitario, es “impedir los viajes que ofrecen los traficantes de migrantes”, combatiendo no solo las entradas, sino también la información y los anuncios de esos viajes que, ha asegurado, se suelen ofrecer a través de internet. Además, Bruselas trata de avanzar junto a los países del G-7 en un modelo que pone el foco en las finanzas de las redes que ayudan a los migrantes a llegar a territorio comunitario y la banca clandestina, así como para imponer sanciones a los traficantes de personas. En 2024, las agencias nacionales y de la UE incautaron más de 12 millones de euros en activos ilegales en Europa, desde embarcaciones hasta armas de fuego, según datos de la Comisión Europea.

No solo los conservadores tradicionales han avanzado en su giro hacia una Europa convertida en fortaleza. Gobiernos socialdemócratas como el de Dinamarca o el Reino Unido (que ya no forma parte de la UE y que consagró su divorcio en gran parte por cuestiones migratorias) también han abrazado esa retórica. El primer ministro británico, Keir Starmer, y la primera ministra danesa, Mette Frederiksen —una de las líderes en la UE que encabeza los reclamos de más mano dura contra las llegadas irregulares— exigieron el miércoles mayor control de fronteras para frenar la inmigración irregular y pidieron incluso una revisión de la convención europea sobre derechos humanos del Consejo de Europa que, aseguran, obstaculiza la lucha contra la migración irregular.

Este miércoles, en una conferencia ministerial del Consejo de Europa, los presentes han reclamado para 2026 la preparación de una declaración política sobre la migración y el Convenio Europeo de Derechos Humanos, y una nueva recomendación sobre el tráfico ilícito de migrantes.

En una tribuna en el diario británico The Guardian, Starmer y Frederiksen aseguran que lo que defienden no es extremo, sino lo que pide la ciudadanía. Creen, como muchos conservadores tradicionales (que en varios casos han terminado devorados por la extrema derecha), que abrazar ese pensamiento y actuar en consecuencia es, además, la mejor manera de combatir a las formaciones políticas ultras. “A menos que los gobiernos responsables reflejen las preocupaciones de sus ciudadanos, los populistas ganarán”, dicen en el artículo. “La mejor manera de luchar contra las fuerzas del odio y la división es mostrar que la política progresista y dominante puede solucionar este problema”, sostienen.

“La migración debe ser ordenada, gestionada y sostenible. Las rutas irregulares no deben ser la opción de referencia, por lo que debemos desmantelar las redes de contrabando humano que se aprovechan de la desesperación”, escriben.

Esa idea de la “migración ordenada” también está en las nuevas iniciativas de la Comisión Europea, que está avanzando en acuerdos con algunos países para impulsar que quienes lleguen lo hagan con trabajo y para ciertos sectores laborales que se necesitan en la UE. Con el nombre de Asociaciones de Talento, Bruselas ha firmado ya pactos (algunos nuevamente polémicos con países con un largo historial de vulneraciones de derechos humanos) con Túnez, Marruecos, Egipto, Bangladés y Pakistán. Von der Leyen ha anunciado este miércoles un nuevo acuerdo, además, con la India.

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Sobre la firma

María R. Sahuquillo
Es jefa de la delegación de Bruselas. Antes, en Moscú, desde donde se ocupó de Rusia, Ucrania, Bielorrusia y el resto del espacio post-soviético. Sigue pendiente de la guerra en Ucrania, que ha cubierto desde el inicio. Ha desarrollado casi toda su carrera en EL PAÍS. Además de temas internacionales está especializada en igualdad y sanidad.
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