Trump promueve su política económica y asegura que el alto coste de la vida “es un bulo”
El presidente de Estados Unidos ha celebrado su primer acto político con votantes fuera de Washington en meses para tratar de calmar la preocupación de los ciudadanos por la inflación


Durante meses, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha negado tozudamente que durante su mandato los precios se hayan disparado. Una y otra vez ha reclamado a los ciudadanos que le crean a él, y no a sus carteras, cuando van a pagar la compra y lo encuentran todo más caro. Este martes, ha intentado dar un giro en su estrategia, con un discurso sobre la marcha de la economía y las medidas de su Administración para hacer los productos más asequibles.
Un casino en los montes Poconos, en Pensilvania, en un condado que en 2020 apoyó a Joe Biden y el año pasado contribuyó a dar la victoria electoral a Trump era el lugar elegido para el discurso, el primero de contenido abiertamente político que el presidente ha dado en meses fuera de Washington y sus cercanías.
Pero el nuevo mensaje de que sí, el presidente admite que la falta de asequibilidad es un problema -causado por el Gobierno previo de Joe Biden, precisa el mandatario- y la Administración está dando pasos para resolverlo se veía contradicho apenas horas antes por el propio Trump. En una entrevista concedida al digital Politico, grabada el lunes y publicada este martes, el republicano se concedía una calificación de “A+++++” -algo así como una matrícula de honor cum laude y más- a su gestión económica.
El propio presidente insistía en su discurso, en el que como suele fue improvisando su declaración, en que la “asequibilidad es un bulo”. “Dicen que él (Trump) no se da cuenta de que los precios están altos. Los precios están bajando bastante sustancialmente. Siempre ha sido un bulo, la nueva palabra es asequibilidad”.
Y continuaba: “Os dieron la peor inflación en la Historia, y nosotros estamos rebajando esos precios muy rápidamente. Precios más bajos, nóminas más altas. Estamos destrozando la inflación”.
Antes de que Trump emprendiera viaje a Pensilvania, el portavoz de la Casa Blanca Kush Desai aseguraba que “queda mucho trabajo por hacer” pero “acabar con la inflación y la crisis de asequibilidad causada por Joe Bien ha sido una prioridad para el presidente Trump desde el primer día de mandato”. El portavoz enumeraba, entre los pasos dados por el Gobierno, la “reducción drástica de las regulaciones para lograr acuerdos históricos de rebaja en los precios de los medicamentos que han enfriado la inflación y elevado los salarios reales.
Durante la campaña a las presidenciales de 2024, Trump basó su mensaje electoral en promesas de rebajar los precios y hacer que la economía de las familias viviera una época dorada. Un mensaje que le ganó el triunfo electoral: encuesta tras encuesta colocaba la preocupación sobre la economía como el asunto clave para los estadounidenses a la hora de depositar su voto, y la mayoría encontraba a los republicanos más capaces de gestionar las finanzas del país.
Pero, pese a que Trump insiste en que desde que ha llegado a la Casa Blanca los problemas económicos se han resuelto, los datos apuntan lo contrario. Medidas como los aranceles generalizados impuestos por el republicano, o los recortes de gasto y los despidos masivos en el sector público parecen haber empezado a dejar impacto.
Crece el desempleo: en noviembre el sector privado perdió 32.000 puestos de trabajo, el sexto mes consecutivo en números rojos. La confianza de los consumidores se encuentra por los suelos y la percepción de los ciudadanos sobre el estado de sus finanzas está en su nivel más bajo desde 2009, según los cálculos de la Universidad de Michigan. La inflación, que había empezado a quedar bajo control en la última etapa del mandato de Biden, ha vuelto a subir. En septiembre, el último mes del que hay datos disponibles, los precios habían crecido un 3% con respecto al mismo mes del año anterior.
La oposición demócrata, tras meses de travesía del desierto político, han encontrado en la asequibilidad su gran baza para recuperar popularidad en las urnas. En las diversas citas electorales de noviembre pasado, desde la alcaldía de Nueva York al puesto de gobernador en Virginia y Nueva Jersey, se imponían superando las expectativas con un mensaje económico. Este martes lograban otro hito: su candidata Elieen Higgins ganaba las elecciones a la alcaldía de Miami, después de tres décadas de dominio republicano ininterrumpido en la principal ciudad de Florida.
La Casa Blanca promete que este discurso no será el último, sino el primero de toda una campaña para explicar a los estadounidenses su estrategia económica, antes de las elecciones de medio mandato de noviembre del año próximo, en las que estará en juego el control de las dos cámaras del Congreso.
A lo largo de las últimas semanas, y mientras las encuestas apuntaban a descensos en la popularidad presidencial, la Casa Blanca ha anunciado medidas de alivio, como una reducción de los aranceles en ciertos productos alimenticios o una inyección de 12.000 millones de dólares para el sector agrícola. También ha rebajado los estándares de eficiencia en el consumo de combustible en los vehículos para abaratar el precio de los automóviles, y ha anunciado con gran fanfarria acuerdos con las farmacéuticas para rebajar el coste de algunos medicamentos.
“Heredamos un caos en la asequibilidad”, declaraba Trump el lunes durante un acto para anunciar las ayudas a los granjeros. “Puedes llamarlo asequibilidad o lo que quieras, pero quienes causaron el problema fueron los demócratas, y nosotros somos quienes lo estamos resolviendo”.
Pero las encuestas apuntan a que el porcentaje de los estadounidenses que responsabilizan a Trump y su Gobierno de los problemas económicos va en aumento. Un sondeo que Politico publicaba la semana sitúa ese bloque en el 46%. La misma consulta encuentra que el 37% de los votantes republicanos consideran que el coste de la vida es el peor que recuerdan.
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