¿Quiénes son los demócratas disidentes? ¿Acabará ya el caos aéreo?: preguntas y respuestas sobre el cierre del Gobierno en EE UU
Con el voto de ocho senadores rivales, los republicanos se apuntan una victoria con el fin del cerrojazo de la Administración. La reapertura del grifo del gasto público aún tardará unos días


Este domingo, cuadragésimo día del cierre del Gobierno más largo de la historia de Estados Unidos, cinco demócratas rompieron la unidad de su partido en el Senado y se pasaron al otro bando. Con sus votos, y con los de los tres senadores que llevaban alineados con los republicanos desde el principio del shutdown, que es como se conoce en la jerga de Washington el cerrojazo del gasto público que pende recurrentemente sobre la Administración y que llega cuando el Capitolio es incapaz de ponerse de acuerdo, los conservadores pudieron sumar los 60 apoyos que necesitaban para sacar adelante una propuesta presupuestaria con la que poner fin a la crisis.
Han sido seis semanas de una partida a cara de perro, durante la que ambos bandos trataron de culparse de la parálisis. La decisión de esos ocho senadores de desertar del lado demócrata supone un triunfo para los republicanos, que apenas se han movido de su postura inicial.
También abre una nueva crisis en el partido rival, justo una semana después de los contundentes triunfos electorales del 4 de noviembre en Nueva York, Nueva Jersey y Virginia. El apoyo de los votantes pareció entonces premiar la negativa a pactar con los rivales para reabrir el grifo de la Administración hasta no lograr ciertos compromisos de los contrincantes que finalmente no se lograron.
¿A qué acuerdo se ha llegado?
Los republicanos en el Senado presentaron un documento el domingo con el que lograron convencer a los cinco rivales que buscaban para lograr la mayoría cualificada a la que les obliga el filibusterismo. Pactaron la reapertura del grifo de la Administración federal hasta finales de enero, la financiación de los cupones de alimentos de los que dependen 42 millones de personas durante el curso fiscal de 2026 y el compromiso de que la Administración de Trump readmitirá a los funcionarios despedidos durante estas semanas, de que pagará retroactivamente los sueldos no percibidos por los que mantuvieron sus trabajos y de que no echará a más empleados federales en los próximos dos meses y medio. También se firmarán tres leyes presupuestarias referidas a los veteranos, al Departamento de Agricultura y a las agencias legislativas.
El pacto incluye además el compromiso de que celebrar una votación en el Senado sobre la extensión de los subsidios de Obamacare (nombre que recibió la Ley de Sanidad Asequible del presidente que la impulsó). Los disidentes intentaron hacerlo pasar por una buena noticia, aunque parece evidente que servirá de poco.
Ni los republicanos, ni Trump, que lleva días atacando esa norma, parecen dispuestos a dejarse convencer en ese punto por sus rivales; mucho menos a convertir en ley esas ayudas. Los demócratas que se pasaron de bando argumentan que esa votación servirá al menos para que los Trump y los suyos se retraten en una de las principales preocupaciones de los estadounidenses.

¿Qué queda fuera?
Lo que desde el principio había sido una línea roja para los demócratas: los créditos de Obamacare que se aprobaron durante la pandemia y que dejarán de pagarse a finales de este año. Eso se traducirá en un aumento de las primas de los seguros de salud de millones de estadounidenses.
¿Cómo han quedado los votos en el Senado?
La Cámara alta tiene 100 escaños en Estados Unidos, dos por Estado. En las elecciones de 2024, los republicanos conquistaron 53, por los 47 demócratas. Hay un senador conservador −Rand Paul, de Kentucky−, que lleva desde el principio de la crisis alineado con los rivales. El lunes por la noche, Paul volvió a hacerlo en una votación que pasó limpiamente: 60 síes contra 40 noes.
¿Y ahora qué?
Tiene que votar la Cámara de Representantes, que lleva en receso desde septiembre, antes del inicio del shutdown, por orden (y cálculo político) de su presidente, Mike Johnson. El lunes, Johnson anunció en una conferencia de prensa que había dado orden a todos los congresistas que estuvieran fuera de la capital de regresar a Washington. Tienen 36 horas para hacerlo. La Cámara de Representantes, donde los republicanos tienen una magra pero suficiente mayoría, ya se pronunció en favor de financiar el Gobierno antes de que llegara su cierre. Lo volverá a hacer.
Después, la propuesta tendrá que firmarla el presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Nadie está en condiciones en Washington de apostar por una fecha en la que ese proceso habrá terminado, aunque se espera que sea antes del final de esta semana, tal vez tan pronto como el miércoles.
¿Qué senadores que han cedido?
Son ocho en total, siete demócratas y un independiente. Hay tres que nunca votaron con los suyos desde el 1 de octubre, primer día en el que cerró el Gobierno. Son John Fetterman (Pensilvania), Catherine Cortez Maso (Nevada) y el independiente Angus King (Maine).

Entre los que cambiaron de bando el domingo, están las dos senadoras de New Hampshire, Jeanne Shaheen y Maggie Hassan, Tim Kaine (Virginia), Dick Durbin (Illinois) y Jacky Rosen (Nevada).
Cada cual tenía sus motivos. Kaine, por ejemplo, se escudó en que en su Estado, por la proximidad con Washington, tiene unos 300.000 funcionarios, que, o bien quedaron suspendidos de empleo y sueldo, o bien, por ser considerados “esenciales”, tenían que ir a trabajar, pero sin cobrar. Las dos de Nevada sentían la presión de la industria turística de Las Vegas y del resto del Estado, afectado por los problemas en el tráfico aéreo y la cancelación de vuelos, y por el cierre o la desatención de los parques naturales.
Durbin, que no se presenta a la reelección en las próximas elecciones, previstas en noviembre de 2026, dijo en un comunicado: “Este proyecto de ley no es perfecto, pero da pasos importantes para reducir el daño del shutdown”. Él es el látigo (whip) demócrata en la Cámara alta y, por tanto, el único de los disidentes que forma parte del liderazgo del partido en el Senado.
¿Cuándo volverá la normalidad a los aeropuertos?
No es posible saberlo, hasta no tener claro cuándo llegará la reapertura del Gobierno. Sí lo está que cuando terminen, el efecto dominó de las cancelaciones y retrasos se dejará sentir durante varios días. Uno de los peores efectos del cierre del Gobierno se ha debido a los controladores y empleados de seguridad de los aeropuertos, que son trabajadores esenciales. Quedaron suspendidos de sueldo, pero no de empleo: tenían que ir acudir a sus puestos, pero sin cobrar.

En vista de que muchos se acogieron a una baja o pidieron la jubilación, el viernes pasado entró en vigor una decisión de la autoridad aérea estadounidense (FAA, por sus siglas en inglés) de cancelar centenares de vuelos en los 40 principales aeropuertos de Estados Unidos para hacer frente a la saturación aérea. Tras un fin de semana caótico, este lunes se registraron 2.306 vuelos cancelados, según la web FlightAware. Unos 8.300 sufrieron retrasos.
¿Y al sistema de cupones de alimentos?
De nuevo, depende de cuando termine el proceso de reapertura que empezó con la defección de los senadores demócratas el domingo pasado. La Administración de Trump ha hecho todo lo posible para suspender SNAP, siglas en inglés del sistema de cupones de alimentos. Dos jueces se lo impidieron, pero el Tribunal Supremo le dio la razón en parte el viernes pasado. El Gobierno ha pedido a los Estados que recuperen el dinero que ha llegado en estos días a los 42 millones de beneficiarios de ese programa. Ese tira y afloja ha creado una situación de precedentes, así como un caos en un sistema vital para uno de cada ocho ciudadanos del país.
¿Pero qué pasa con el resto?
El shutdown ha provocado la parálisis de decenas de agencias federales y el cierre o la desatención de museos, monumentos y parques naturales. También ha empujado a miles de funcionarios a los bancos de alimentos. La vuelta a la normalidad en todos los casos está cerca, pero no es posible aventurar aún una fecha concreta.
¿Por qué será recordado este cierre del Gobierno?
Porque batió un récord histórico. El martes de la semana pasada, se convirtió en el más largo de la historia de Estados Unidos, al superar el último, que duró 35 días: empezó el 22 de diciembre de 2018 y terminó el 25 enero del año siguiente. Entonces, la discrepancia fue por la negativa demócrata a financiar la construcción del muro de Trump en la frontera con México. Los shutdowns de Clinton, en 1995 (21 días), y Obama, en 2013 (16), ocupan el tercer y cuarto puestos.
El Gobierno se ha visto empujado a echar el cierre 22 veces en los últimos 50 años. Esta que está a punto de terminar es la tercera ocasión en la que sucede con Trump en la Casa Blanca.
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