Una erupción de un volcán en Islandia obliga a evacuar la localidad de Grindavik y la turística Laguna Azul
El magma ha brotado por una grieta de medio kilómetro cerca de esa localidad y forzado a trasladar a los huéspedes del balneario geotermal, uno de los lugares más visitados del país

Las autoridades de Islandia han activado este martes las alertas en la península de Reykjanes, en el suroeste de la isla a unos 40 kilómetros de la capital, ante una nueva erupción volcánica que ya ha obligado a evacuar de manera preventiva la localidad de Grindavik, un pueblo pesquero al suroeste del país, y el cercano balneario geotermal de la Laguna Azul, uno de los lugares más turísticos de la isla, que también ha sido ya desalojado, según la policía local, citada por la radio pública islandesa.
Esta es la undécima erupción que registra la zona, después de que, en 2021, se reanudara un nuevo ciclo de eventos volcánicos. El 10 de noviembre de 2023, otra erupción provocó grietas en el terreno de hasta 20 metros de profundidad en Grindavik. Desde entonces, la mayoría de sus alrededor de 3.500 residentes habían sido realojados en otros lugares del país y la localidad estaba prácticamente deshabitada, si bien algunos de sus vecinos habían vuelto a sus casas.
El nuevo pico en la actividad sísmica de la zona se detectó a primera hora de la mañana, cuando, a las 6.30 (8.30 en horario peninsular español), se produjo lo que los expertos denominan un enjambre sísmico —muchos terremotos en poco tiempo— con hasta 200 temblores, que precedió a las primeras sacudidas en el área de Sundhnuk e incluso dentro de Grindavik, según la Oficina Meteorológica islandesa. Ya entonces, los expertos señalaban que era “probable” una erupción. A las 9.45 terminó abriéndose una grieta en el terreno que ha alcanzado el medio kilómetro y, en principio, seguirá extendiéndose. El magma aflora por esa amplia hendidura.

Bajo la superficie, el magma se distribuye a lo largo de unos once kilómetros, una longitud inédita desde la erupción de noviembre de 2023. Los servicios de Protección Civil activaron, nada más recibir las primeras alertas, el protocolo de evacuación de Grindavik, el núcleo poblado más cercano a la fisura. Las autoridades han exhortado a los ciudadanos que allí siguen a que se marchen ante la posibilidad de que el riesgo sea mayor que el que conllevaron otros fenómenos recientes similares. Algunos se han negado a abandonar el pueblo.
La actividad sísmica en la península de Reykjanes hasta el momento no ha afectado directamente a la capital ni ha provocado una dispersión significativa de cenizas a la estratosfera, lo que ha evitado la interrupción del tráfico aéreo. En 2010, la erupción del volcán islandés Eyjafjalla obligó a anular miles de vuelos y detuvo completamente el tránsito de aviones en todo el norte y parte del centro de Europa.
Por el momento, esta erupción es “limitada”, aseguró Rikke Pedersen, jefe del Centro Vulcanológico Nórdico. Este especialista comparó el alcance de este suceso con el registrado en enero de 2024.

La isla del Atlántico Norte, cuya población es de casi 400.000 personas, recibe a miles de turistas cada año atraídos por su agreste naturaleza, que incluye géiseres, fuentes termales y volcanes. Islandia está situada a horcajadas sobre la Dorsal Mesoatlántica, la frontera entre las placas tectónicas de Eurasia y Norteamérica, lo que explica su elevado riesgo sísmico.
Las repetidas erupciones volcánicas en Islandia han hecho temer a las autoridades del país una disminución de la afluencia turística a la isla que, en 2024, recibió 2,4 millones de visitantes extranjeros. El complejo termal de la Laguna Azul, uno de los lugares más visitados del país, se ha visto obligado a cerrar sus puertas en varias ocasiones desde 2023 por la actividad sísmica y ahora empezaba a recuperar un mayor número de huéspedes foráneos. Esa mejora podría verse comprometida por este nuevo fenómeno sísmico.
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