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TRABAJAR CANSA
Columna
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El milagro como solución lógica

Solo en Roma podría haber crecido una institución tan dúctil y adaptable a las circunstancias como la Iglesia, que se ha vuelto a reinventar con León XIV

Papa León XIV
Íñigo Domínguez

El equipo de fútbol de Avellino, cerca de Nápoles, tiene una extraña relación con los papas, de tipo existencial. Cada vez que muere un pontífice, el Avellino asciende, aunque también ha subido otras veces sin este requisito. Esta vez el club pasó de tercera a segunda división y a los dos días se murió Francisco. Lo que no coincide siempre es el orden en que esto ocurre. A veces el Avellino sube y luego no pasa nada, pero cada vez que se ha muerto el pontífice (o dimite, como Benedicto XVI), el club obtiene la promoción.

Supongo que se dan cuenta de las implicaciones. Es probable que cada lunes en el Vaticano miren con aprensión la clasificación de liga, mientras que el cambio de papa quizá es recibido en el pueblo con auténtica devoción: la muerte no es el final, luego viene el ascenso de categoría. Tanto en la Iglesia como en Italia lo racional tiene un cierto desprestigio, por desconfianza hacia lo puramente humano (Il Messaggero, el periódico de Roma, sigue llevando el horóscopo en primera página). Conociéndose entre ellos es para dudar, como dudan de toda estructura que vaya más allá de lo personal, siendo cualquier sistema, por definición, algo inhumano, despiadado, injusto, y todo lo humano, comprensible. A diferencia de España, el rasgo más apreciado del catolicismo en Italia es el perdón, ese chollo de que te confiesas, puedes volver a empezar y aquí no ha pasado nada.

En Italia, como en la fe, siempre se espera el milagro, la genialidad, la intervención de lo desconocido. Porque con lo conocido, a la vista está, no te puedes hacer ilusiones, solo intentar embellecer la realidad, tapar lo feo. Si ahora en política se imponen las emociones, en el cónclave deben dejarse llevar por lo irracional, por el corazón, con la ventaja de que en realidad lo atribuyen, no a ellos mismos, sino a una presencia externa, el Espíritu Santo (que a su vez forma parte de una coalición, uno y trino, pero no lo liemos).

Hay una misteriosa y profunda simbiosis entre la Iglesia e Italia. El cristianismo viene de Oriente y es universal, pero su gran fortuna quizá fue instalar las oficinas en Roma. No sé si hubiera sobrevivido de haber elegido Maguncia o Vitoria. No sé si la Iglesia es así porque la han hecho los romanos, o los italianos son así por influencia del cristianismo, religión oficial del Estado desde el siglo IV, pero intuyo que solo aquí podría haber crecido una institución tan dúctil y adaptable a las circunstancias, un híbrido tan conseguido de lo divino y lo humano, tan habilidoso en la retórica y la construcción de hermosos artificios. Se reinventa constantemente, y con el nuevo papa, León XIV, lo ha vuelto a hacer.

Los cónclaves son la mezcla más lograda, votan en silencio bajo los frescos de Miguel Ángel, pero es en las comidas donde se arregla todo. Es lo informal lo que decide lo serio. No sé si lo creerán, pero la historia de los cónclaves es muy divertida. Una de mis anécdotas favoritas es de 1655. Los cardenales llevaban semanas encerrados y, ya aburridos, algunos de los más jóvenes, naturalmente italianos, decidieron gastar una broma: uno se disfrazó de Espíritu Santo, con una sábana en plan fantasma, y se apareció por la noche a algunos cardenales ancianos. Desgraciadamente, uno de ellos se pegó tal susto que se desplomó en el acto y murió poco después.

Italia y el Vaticano están tan conectados que tuvieron un apagón general en febrero de 2013: con la dimisión de Benedicto XVI no había papa; ni Gobierno, porque había elecciones; ni presidente de la República, cuyo mandato había vencido. Pero fue como un día en que Nápoles se quedó sin semáforos: el tráfico fluyó con normalidad.

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Sobre la firma

Íñigo Domínguez
Corresponsal en Roma desde 2024. Antes lo fue de 2001 a 2015, año en que se trasladó a Madrid y comenzó a trabajar en EL PAÍS. Es autor de cuatro libros sobre la mafia, viajes y reportajes.
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