La decadencia y fascinación de ‘And Just Like That’: “Aunque sea un bodrio, la seguiré viendo”
Personajes detestables, tramas absurdas, enormes vacíos y unos guiones que no se sabe si van en serio o no: nadie se pone de acuerdo sobre por qué la secuela de ‘Sexo en Nueva York’ es como un pollo sin cabeza, pero todos siguen mirando

Hace unos días la periodista que firma esto lanzó dos preguntas a los espectadores de And just like that a través de una story de Instagram. Una era: “¿Te gusta la serie?”. La otra: “¿Por qué la ves?”. El resultado puede no tener demasiado validez estadística, pero resulta ilustrativo: de las 116 respuestas, solo cinco fueron decididamente entusiastas. Del resto, los que afirmaban disfrutar de la serie, la definían como “excelencia camp crepuscular” o “facilona, para desconectar”, y una inmensa mayoría aseguraban no solo que no les gustaba, sino que la odiaban. Pero, y aquí viene el misterio, se reconocían incapaces de dejar de verla. ¿Por qué?
De Frasier a Roseanne, de Los hombres de Paco a Madres forzosas, en los últimos años hemos asistido a un goteo infinito de reboots y secuelas de series clásicas, pero pocos han alcanzado la popularidad e impacto de And just like that, la continuación de Sexo en Nueva York. HBO emitió la serie original entre 1998 y 2004, y dos películas de éxito comercial y críticas de regulares a nefastas se estrenaron en 2008 y 2010. Pero se diría que no han pasado varios lustros desde que dejamos a Carrie y compañía: el éxito de Sexo en Nueva York no ha hecho más que acrecentarse en los últimos años, especialmente a raíz de su presencia en plataformas de streaming. Pese a las críticas por el olor a cerrado de algunas de sus tramas, nuevas generaciones cayeron capturadas por la agilidad de sus guiones y unos personajes más grandes que la vida misma. En una entrevista con Jimmy Fallon en octubre de 2024, la rapera Megan Thee Stallion confesaba estar viendo la serie por primera vez y exclamaba: “¡Nadie me había dicho que era así de buena!”.

En estos términos se comprende la emoción y la inquietud del público cuando se anunció la continuación titulada And Just Like That, como una de las frases comodín que utilizaba Carrie Bradshaw. De inmediato surgieron las críticas a la escritura perezosa, a la deriva de los personajes de siempre, a la aparición de otros nuevos metidos con calzador (o como mínimo con poca habilidad) con el objetivo de paliar la falta de diversidad –de género y racial- de la serie original, a las tramas que iban dando bandazos sin concretarse jamás, a las premisas absurdas y al sentido del humor discutible. Esto se ha exacerbado con la tercera temporada de la serie, estrenada en 2025. No se trata de uno de esos casos en los que la crítica especializada masacra una ficción y el público la aplaude, sino que el grueso de los espectadores pasa por una gama de reacciones que van de arrugar el morro con escepticismo a mesarse los cabellos ante lo que consideran auténticos despropósitos. La nota media en IMDB de And Just Like That es de 5,6, cuando la Sexo en Nueva York original mantiene un 7,4. En Rotten Tomatoes las valoraciones positivas de la audiencia son solo un 32% del total. El perfil de Instagram de la serie acumula quejas encendidas. Y sin embargo, ahí sigue, semana tras semana, entre lo más visto de la plataforma HBO Max (su nombre puede haber vuelto a cambiar cuando usted lea estas líneas) y, sobre todo, protagonizando memes, noticias y ruido.
La segunda temporada de El juego del calamar, de Netflix, es hasta el momento la serie más vista de 2025, pero su huella en la cultura popular ha sido nula, más aún comparada con el éxito de la primera. En eso tan difícil de medir que es el impacto de una ficción en “el mundo real”, And Just Like That llena horas de encendidos debates dentro y fuera de las pantallas. Aunque, supuestamente, sus espectadores la odien.

El momento álgido de la los reproches en esta tercera temporada ha llegado con la muerte de ida y vuelta del padre del personaje de Lisa (interpretado por Nicole Ari Parker): cuando un capítulo se centró en su fallecimiento, los espectadores se apresuraron a recordar que en el capítulo 2 de la primera temporada, Lisa mencionaba en un diálogo: “Cuando falleció mi padre el año pasado…”. Lo cual no impidió que en la segunda temporada el padre apariese vivito y coleando para una cena familiar y feneciese de nuevo, quién sabe si de forma definitiva, en la temporada actual. Podría ser un detalle sin importancia, pero demuestra una falta de cuidado en la continuidad que choca en una serie del presupuesto y ambición de And Just Like That (en contraste, en la Sexo en Nueva York original teníamos un capítulo en el que Charlotte contaba de forma casual que estaba ahorrando para alquilar una casa en los Hamptons para las vacaciones, y capítulos después la veíamos, en efecto, veraneando en esa casa). Pese a que el equipo de la serie justificó a posteriori que uno era el padrastro y otro el padre biológico, la explicación parece un tanto pillada por los pelos. “Llegué a pensar que era una estrategia de marketing, pero si es así, me parece una decisión nefasta que solo daña la serie”, reflexiona Junior Healy, creador de un videopodcast sobre la serie junto a Soy una pringada. “¿Eso que decía Mercedes Milá de que la gente que entre a Gran Hermano tiene que amar el formato? Pues esos guionistas no aman And Just Like That. Además, creo que hay mucha improvisación en cada temporada”.

Esta improvisación se manifiesta en deriva del personaje de Aidan (interpretado por John Corbett). Recuperado en la segunda temporada y presentado por la propia protagonista como el gran amor de su vida –algo que contradice el canon original, donde el gran amor de la vida de Carrie era Big–, parecería que los guionistas no han sabido qué hacer con él, convirtiendo su presencia en la serie en una de las más criticadas e incomprendidas de esta tercera temporada. Cuenta Junior Healy: “Lo más circo para mí es la relación con Aidan. Considero que Carrie se está agarrando a un clavo ardiendo, está teniendo mucha paciencia con un hombre que no la prioriza. Entiendo que sus hijos sean importantes para él, pero tampoco hay que ser tan extremistas… ¡Le pide que lo espere 5 años! ¡De locos!”. Sobre la suspensión de la incredulidad en cuanto al estatus de los personajes, Aidan incluido, profundiza la crítica de televisión de EL PAÍS Eva Güimil: “El ascensor social en And Just Like That me mesmeriza. Un día eres un carpintero y al día siguiente tienes una mansión en Virginia y estás todo el día viajando sin preocupaciones. Seema pasa de ser adineradísima a tener que ir a hacerse las pestañas a un cuchitril. Es como cuando Che pasó de estar a punto de estrenar un piloto en Netflix a trabajar por horas en la recepción de una clínica veterinaria. La gente es rica o pobre casi de solemnidad en función de lo que le convenga al guion, pero en general viven en un mundo irreal. Nada que ver con aquellas mujeres que estaban contentas usando un carné falso para entrar en la piscina y que ahora podrían comprarse la piscina”. Concuerda Junior Healy: “Aunque ya antes fueran materialistas, consumistas o incluso frívolas, ahora ya es el culmen del pijerío. Solo tienen problemas de ricas riquísimas con las que cuesta más identificarse”.
A la vez, ese universo hiper exclusivo es uno de los principales focos de atracción de los espectadores. Pese a ser una serie en esencia sobre la identidad y amistad femenina, el envoltorio de Sexo en Nueva York era moda, modernidad… y Nueva York. Eso se mantiene en And Just Like That, donde el nivel de los estilismos –imposibles o no–, de los apartamentos y de la hostelería es todo lo contrario del lujo silencioso. “Algunos nos lo tomamos muy en serio, pero la mayoría de la gente se sienta frente a la tele y sólo quiere ver gente atractiva bien vestida, restaurantes monos y Nueva York”, resume Güimil.
No es la única ficción que construye un universo aspiracional, pero si el público recurre a ella es precisamente porque en un contexto de saturación de contenidos, la gente tira de marcas conocidas para evitar la llamada “fatiga de decisión”. “Se estrenan muchas cosas, pero la mayoría son irrelevante”, explica Eva Güimil. “Le pasa igual que La Casa del Dragón: es muy inferior a Juego de Tronos, pero te hablan de Poniente y de Targaryen y en un momento en el que se estrenan tantas series muchos acaban decantándose por las que les suenan, aunque no sean las mejores”.

Así, en la encuesta casera mencionada al principio del artículo, muchas respuestas aseguraban pese a considerar que la serie no era buena, la veían “por inercia”, “por costumbre” y sobre todo, “por nostalgia”. Por cariño, en definitiva, hacia los personajes. Es un hecho: después de tantos años embebidos en Sexo en Nueva York y después en And Just Like That, los espectadores han establecido una relación parasocial con las protagonistas que tal vez solo se pueda comparar con las del elenco de Friends. Son personajes de ficción, pero han cruzado el espejo para convertirse no solo en arquetipos reconocibles –“soy una Miranda”, “soy una Carrie”–, sino en entes vivos. “Siento que las conozco, estoy totalmente metido en esa ficción y para mí ya no lo es, son personas reales”, reconoce Junior Healy. “Aunque la serie tenga un nombre diferente, al final es la continuación de sus vidas. Quiero que sigan haciéndola hasta que Carrie tenga 90 años y sean Las chicas de oro. Aunque lo que hicieran fuera un bodrio, lo vería. Tampoco es mi caso, a mí sí me gusta, es más… me encanta”. Concuerda Eva Güimil: “Es la heredera de una de esas series que son hogar, un lugar confortable en el que nada malo puede pasar, a no ser que te pongas a hacer bicicleta cuando tienes problemas cardíacos. Siempre hay algo que merece la pena, un gag, un traje, un interior, una canción”. Así, odiamos And Just Like That porque es la heredera insatisfactoria de Sexo en Nueva York, pero la seguimos viendo porque por muy insatisfactoria que sea, sigue siendo la continuación de Sexo en Nueva York. Concluye Junior Healy: “A mí hay capítulos y tramas que no me interesan demasiado, pero no quiero que acabe nunca. Son como mis tías. ¿Cómo no vas a querer saber qué es de la tita Carrie en el año 2025? No es un personaje, son algo más”.
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