Ir al contenido
_
_
_
_

Ni ‘logomanía’ ni lujo silencioso: el nuevo estatus son los colores pastel del “dinero viejo”

Durante años el negro Balenciaga o el lujo silencioso impuesto por ‘Succession’ reinaron como epítome de lo exclusivo, pero propuestas como la de Jonathan Anderson para Dior reviven la idea clásica del lujo: vida ociosa y colores claros

Cooper Family Portrait

Hay ocasiones en las que los cambios de ciclo solo se perciben con el paso del tiempo, y otras en las que irrumpen delante delante de nuestros ojos. El pasado mes de junio coincidieron, con apenas dos semanas de diferencia, un par de acontecimientos en el mundo de la moda masculina, una despedida y un comienzo, que no solo se podían interpretar de manera literal, sino también simbólica. Más allá del juego de las sillas habitual entre las grandes firmas de lujo, dos diseñadores que han coexistido durante años, desde lugares casi antagónicos, fueron los protagonistas, en lo que se puede interpretar como cambio de era en la percepción del ideal masculino y su manera de presentarse ante el mundo.

Primero, el 9 de junio, el desfile de despedida de Demna Gvasalia como director creativo de Balenciaga, la firma a la que llegó hace ahora justo una década y que revolucionó completamente, llevando el streetwear definitivamente al corazón del lujo y cimentando una imagen masculina en la que lo callejero y lo subversivo se convirtieron definitivamente en el modelo a seguir, la imagen de lo deseable. Por otro lado, el 27 del mismo mes, el desfile de debut de Jonathan Anderson como director creativo de Dior, el primero en ejercer como tal tanto en su línea masculina como femenina desde su fundador, Christian Dior, y exponente de una elegancia clásica revisada con mesura. A la espera de lo que pueda hacer Gvasalia al frente de su nueva casa, Gucci, estos dos caminos contrapuestos, uno de llegada y otro de salida, marcan una nueva etapa.

El lujo ocioso y de colores claros representado en una fiesta en una piscina de los Hamptons en los años sesenta.

El comienzo de Anderson en Dior tuvo la atmósfera de los grandes acontecimientos. Entre los invitados, Robert Pattinson, Josh O’Connor, Rihanna y ASAP Rocky o Luca Guadagnino, para cuyas dos últimas películas Anderson ha diseñado el vestuario. La colección, en palabras de la especialista en moda de The New York Times Vanessa Friedman, fue una demostración de que “las contradicciones pueden coexistir con elegancia”. Reinterpretando iconos de la firma como la Bar Jacket con pantalones cargo oversize, y añadiendo referencias culturales como los bolsos de tela que recrean portadas de libros clásicos, su propuesta no buscaba zarandear al espectador o hacer temblar los cimientos de la moda. “Puso de manifiesto el convencimiento de que la moda y lo ponible no son ideas irreconciliables, que no tienes que verte raro o verte aburrido”, añadía Friedman.

Una nueva visión del lujo

Este cambio tranquilo y basado en la tradición es, por paradójico que parezca, un cambio sustancial en lo que ha sido el ideal masculino dominante en la moda de los últimos años. “Lo que trae Jonathan Anderson es un soplo de aire fresco”, explica Águeda Amiano, directora de la agencia Pelonio Comunicación. “Venimos de esta etapa de Balenciaga, que hemos disfrutado mucho, pero ya lo trash, lo oscuro, la nocturnidad y el clubbing está quedando atrás”. Para ella, el ideal que Anderson presenta es el de un lujo sano y sin estridencias. “Lo que nos dice es que el verdadero lujo es despertarse a las 10 y media de la mañana de un domingo, ducharte, estar fresco y desayunar tranquilamente con todo el día por delante, algo realmente aspiracional porque lo podemos vivir todos. Ya no es el lujo silencioso ni el de la logomanía. El lujo no es ir en chandal ni llevar una blusa blanca que cueste 3.000 euros. Estábamos viviendo unos posicionamientos muy extremistas. Lo que propone Anderson es un equilibrio”.

El expresidente George Bush jugando al golf.
Audrey Hepburn jugando al golf en 1955.
Tom Holland jugandoi al golf en 2023.

Para poner en contexto este regreso a lo reposado, hay que retroceder una década atrás, al momento en el que Gvasalia llegó a Balenciaga para, él sí, provocar un seísmo en el sector del lujo masculino. El diseñador georgiano, creador de la marca Vetements, representaba a un perfecto outsider en ese universo: exiliado de su país durante su infancia, educado con un pie en la calle y otro en la academia y con una visión de la moda irónica y subversiva, su nombramiento fue una apuesta arriesgada para una firma cuyo creador, Cristobal Balenciaga, representaba el clasicismo y la pulcritud. Gvasalia introdujo de manera definitiva los códigos del streetwear en la pasarela, haciendo del oversize y del plumas de extrarradio una de sus señas de identidad. Exageró los volúmenes e hizo del negro el tono dominante, además de proponer juegos que ponían a prueba los límites de los más clasicistas. “Ahora es mi turno. Yo no intento ser Cristóbal Balenciaga, nunca podría serlo, pero sí puedo ser yo mismo”, resumió en 2021.

Tres modelos del desfile de moda masculina de Dior para primavera/verano 2026, en el marco de la Semana de la Moda de París, el 27 de junio de 2025.

Esa visión de la moda, callejera e iconoclasta, la llevó al extremo con su firma Vetements, apropiándose de elementos de consumo con su archiconocida camiseta que utilizaba el logo de la empresa de mensajería DHL o reinterpretando la bolsa Frakta de Ikea, con su azul característico, en un bolso de más de 2.000 euros. Gvasalia llegó al Balenciaga, como el tiempo se ha encargado de demostrar, en el momento perfecto: la relación entre la moda a pie de calle y el lujo se fue intensificando después, haciendo de las colaboraciones entre grandes firmas y marcas de consumo masivas una constante. Si la alta y la baja moda se fusionaron durante este periodo hasta no saber dónde empieza una y acaba la otra, el culpable es él.

De la oscuridad a la luz

De aquello se cumple ahora una década, que en la moda es casi una eternidad, pero el arquetipo de Gvasalia ha resistido el paso del tiempo más de lo que resulta habitual, pero para muchos ya ha llegado la hora de pasar página. “Cuando Demna debutó en Balenciaga fue muy emocionante, porque lo que él proponía era un lenguaje de moda que a mí me interesaba y que incluso mis amigos y yo vestíamos”, recuerda Águeda Amiano. “Fue un momento en el que el lujo abrazó nuestro lenguaje, el lenguaje de los márgenes y lo underground, y lo elevó en un momento en el que era impensable que se hiciera algo así. Pero ahora todos tenemos diez años más”, resume.

Cuatro estudiantes de la Universidad de California posan para un reportaje sobre el estilo 'preppie', o sea, pijo, en 1980.

El estilo callejero, nocturno e iconoclasta que impuso Gvasalia, en efecto, ha vivido el desgaste del tiempo, y algunas de sus transgresiones, como una campaña en la que aparecían niñas con muñecos de peluche ataviados con parafernalia bondage, ya no han sido tan bien recibidas. El momento presente tampoco es el mismo, y la ironía y la oscuridad ya no parecen tan deseables. Ahí es donde la elegancia más clásica de Anderson entra en juego para tomar el relevo. “Este momento es el de la mañana, no el de la noche”, resume Amiano. “El momento no es el evento, la ceremonia, sino la simpleza de la mañana”.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_