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El fracaso empresarial de Pete Davidson y Colin Jost: el ferri que querían transformar en un lugar de eventos sigue varado años después

Los dos humoristas adquirieron la embarcación en una subasta en 2022 y querían invertir en su remodelación 35 millones. Desde entonces, deben pagar miles de dólares para poder mantenerlo atracado en la bahía de Nueva York

Ferri Pete Davidson y Colin Jost
El País

Pete Davidson (Staten Island, 31 años) regresaba el sábado a Saturday Night Live (SNL) tres años después de anunciar su salida del programa que le dio la fama. Una aparición puntual, en forma de sketch, que protagonizó junto a Colin Jost, amigo, compañero y socio empresarial. Precisamente, este último punto es en el que se centraron ambos en su aparición de cuatro minutos. Todo después de que el periódico The New York Times publicase el pasado 20 de octubre una noticia que calificaba de “fiasco” la inversión que realizaron ambos al comprar un ferri de Staten Island en 2022.

Ambos, nacidos en la isla neoyorquina, vieron en el barco una oportunidad de negocio: querían convertirlo en un espacio flotante para eventos, con dos restaurantes, seis bares, una sala de conciertos y habitaciones de hotel con terrazas privadas. El John F. Kennedy, un ferri de 84 metros de eslora, llegó a transportar a más de 3.000 pasajeros en sus viajes diarios entre Staten Island y Manhattan. Ahora está varado en el estrecho de Kill Van Kull y sin visos de que esto vaya a cambiar.

“Por si se preguntaban por qué tuve que hacer un show en Arabia Saudí, estamos perdiendo millones con este ferri”, afirmó Davidson, en tono de humor, en SNL. “Supongo que eso es lo que dice el artículo, porque no puedo gastar cinco dólares en la suscripción cuando voy a ser padre”, continuó. También bromeó con que durante la reciente maratón de Nueva York el barco fue utilizado como una valla publicitaria y que ha pasado a llamarse “Titanic 2″. Y lo del nuevo nombre no es una broma.

El ferri, fuera de servicio, fue adquirido por 280.000 dólares y su ambicioso plan rondaba los 35 millones de inversión. Tal y como recoge The New York Times, Jost calificó la adquisición como “la compra más tonta a irreflexiva” que había hecho en su vida. Por su parte, Davidson lo describió como “un problema de por vida” para ambos. Los problemas legales a los que están haciendo frente estarían agravando sus planes empresariales, atrasando los tiempos más de lo esperado: “La sociedad de responsabilidad limitada, creada por Jost y Davidson y sus socios, ha sido demandada por falta de pago por el bufete de abogados contratado para gestionar los contratos de atraque y remolque”, informa el medio. La demanda se presentó en junio ante la Corte Suprema del Estado de Nueva York, donde se alega que “Titanic 2 [el nombre del barco y de la sociedad] ha incumplido y se ha negado a pagar sus obligaciones pendientes” por un importe de 13.500 dólares. A fecha de 20 de octubre, esa cifra seguía sin ser pagada: “No hemos recibido ningún pago ni respuesta a nuestra demanda”, aseguraba la abogada de los demandantes en el artículo.

El antiguo John F. Kennedy es incapaz de moverse por sus propios medios: un incendio dañó el motor mucho antes de su venta y, desde entonces, es necesario pagar unos gastos de amarre y de desplazamiento. Según estimaciones del citado periódico, los gastos mensuales serían muy superiores a los 10.000 dólares y, desde su compra, no se había realizado ningún tipo de reparación o mantenimiento.

El Departamento de Servicios Administrativos de la Ciudad suele deshacerse del inventario obsoleto en propiedad de Nueva York. Y para ello, se realizan subastas periódicas públicas. Fue en 2022 cuando el John F. Kennedy salió a la venta. El objetivo de la agencia era que este fuese adquirido, como otros barcos, para desguazarlos. Inicialmente, el ferri estaba valorado entre 60.000 y 100.000 dólares. Pero la puja se fijó en 250.000 dólares después de que se conociese que era el barco más antiguo de la flota.

Ni Jost ni Davidson quisieron hacer comentarios para el artículo de The New York Times; sus representantes aseguraron al periódico que preferían hablar del proyecto “cuando esté más cerca de su finalización”. Un proyecto que comenzó por el cariño que ambos le tienen a este tipo de embarcaciones: por ejemplo, Jost, marido de la actriz Scarlett Johansson, solía usarlo para ir y volver del instituto Regis, en el Upper East Side de Manhattan. Ninguno ha hablado de plazos ni de si siguen manteniendo la idea inicial de transformar el ferri en un gran espacio de reunión, restauración y fiesta, pero tampoco parece que se lo estén tomando demasiado en serio.

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