Los guisos en conserva firmados por una maestra guisandera asturiana
Marirreguera elabora botes de bonito, pollo con almendras o carrilleras para rellenar empanadas o tomar tal cual. Las recetas de María Busta y la materia prima son fundamentales

En una época donde lo inmediato arrasa y lo casero se convierte en estética más que en práctica, hay quien decide volver al fuego lento: no es nostalgia romántica, es puro sentido común. Marirreguera es una pequeña marca asturiana que se mueve entre lo tradicional y lo técnico, y se propone como una alternativa de calidad a la comida rápida de supermercado: conservas de guiso o relleno para empanadas que saben a hogar, con recetas firmadas por la cocinera María Busta.
Detrás del proyecto están Isidro Cereijido y su equipo, pero la pieza clave –lo reconocen sin titubeos– es María: cocinera de Casa Eutimio en Lastres, maestra guisandera, y una de las personas que mejor entiende cómo transformar una receta en conserva sin que pierda ni un gramo de calidad. “María es el alma y la brújula de Marirreguera”, dice Isidro.
No exagera: María lleva años cocinando con una precisión quirúrgica y un paladar finísimo. Sabe cuándo parar un guiso para que las texturas estén en su punto, cómo trabajar el producto sin matarlo, y cómo trasladar todo eso a un formato de conserva. El resultado son platos que se comercializan en dos versiones: guiso y relleno.
Todo empezó con los rellenos: “Queríamos dar servicio a las panaderías”, cuenta María Busta, “porque al menos en Asturias ya no preparan los rellenos y proponen únicamente empanadas frías, las de jamón y queso y poco más”. Con la proporción necesaria de sofrito, el resto del relleno se corta y desmenuza de forma que quede uniforme entre las hojas de masa. Al ver lo sabrosos que salían, decidieron hacer también la versión de guiso: menos sofrito, tropezones más gruesos, algo tan sencillo que resulta genial. Hay que decir que los rellenos quedan bien también para preparar un arroz, o en otros platos como lasañas, croquetas o pimientos. Ya no hay por qué elegir entre el táper y el homenaje: puedes tener los dos.

Recetario con fundamento
La gama de sabores de Marirreguera es corta y cubre exigencias distintas. El pollo con almendras y dátiles es un ejemplo de cómo una receta de base tradicional puede tener un giro inesperado sin que chirríe: “Cada bocado tiene un giro, una textura distinta, una historia. Es un plato que sorprende”. Hay también guisos de bonito del norte, de temporada y tradicional, unas clásicas carrilleras al Pedro Ximénez, y un guiso de calamares con boletus que hará la felicidad de los más gastrónomos.
Todos se venden en frascos de cristal (650 gramos para los guisos, 800 para los rellenos,) y con precios que van de los 14,99 a los 24,99 euros, según la variedad. El más asequible es el de pollo, y el más caro el de calamares. No son baratos, pero no juegan a eso. Lo que ofrecen es otra cosa: producto, técnica, sabor, y la tranquilidad de saber que estás comiendo cocina casera.
Marirreguera no entra en la categoría de “comida lista para llevar” ni de “quinta gama de diseño”. Aquí no hay trampa ni cartón: “No usamos nada artificial. Solo fuego, tiempo y producto. Como se ha hecho toda la vida.” me cuenta Cereijido. Pero ojo: esa frase tan bonita tiene detrás muchísimas horas de pruebas, de ajustes de temperatura, de control de pH y de análisis organoléptico. Porque traducir un guiso tradicional a formato conserva sin que pierda textura ni sabor requiere mucha técnica. “Conservar no es simplemente rellenar un tarro. Es ajustar cocciones, temperaturas, tiempos”. Se dice rápido, pero ejecutarlo es complejo: trabajar solo con ingredientes frescos y de cercanía, sin aditivos ni artificios, conservar con cuidado para que el plato llegue a casa igual que si estuviera recién servido de la olla parece un milagro.

Más allá de las recetas
Hay un componente emocional fuerte en todo el proyecto. Se nota en los textos de su web, en la forma de presentar los productos, en cómo hablan del equipo de Eutimio Gastro. No se limitan a contar ingredientes: hablan de memoria, de ritual, de afecto. “La tradición está en el conocimiento, no en la repetición”. Eso se nota en que no buscan replicar el sabor de siempre con calzador, sino que interpretan cada receta con criterio. Si hay que evolucionar un plato, se hace. Si un producto no está a la altura, se descarta: con la calidad no se negocia.
Otra cosa que diferencia a Marirreguera del resto de conservas premium es la transparencia literal: puedes ver los tropezones de bonito, las almendras enteras, los boletus. “Hemos prestado atención a todos los sentidos. Si te fijas en los tarros puedes identificar y ver los ingredientes, el color, los trozos”. Cereijido lo tiene claro: “Lo que hacemos es alta cocina en conserva: rigurosa, precisa, respetuosa”. No se refiere a esferificaciones ni espumas, sino a método y técnica. “Cocinamos como en casa, esto es alta gastronomía. Envasamos y conservamos como en un laboratorio, etiquetamos con transparencia. Pequeñas producciones, sin stock acumulado, sin prisas”.

La sostenibilidad no es solo ambiental (ingredientes locales, envases reciclables, formatos adaptados a hogares pequeños), también es social: apuestan por el entorno rural, el empleo local, el trabajo en equipo. Y, si hace falta, se paran. Marirreguera no busca escalar ni multiplicar ventas sin control. De hecho, Isidro reconoce que no se hacen más recetas porque María no da abasto, y forzar las cosas iría en contra de todo lo que representan.
¿Te han entrado ganas de probarlos? De momento, solo se puede comprar a través de su tienda online (www.marirreguera.com). No están en grandes superficies ni tienen planes de estar. Prefieren vender poco y bien. Si alguna vez te cruzas con ellos en una feria gastronómica, aprovechen. Si abres uno de sus tarros, no te esperes fuegos artificiales ni sabores nuevos por el mero hecho de serlo; encontrarás guisos bien hechos, rellenos sabrosos e ingredientes reconocibles. ¿Te parece poco?
Sigue a El Comidista en Youtube.