Cinco recetas del libro definitivo para cocinar con microondas
El chef Tim Anderson propone recetas de pasta y rissotos al punto, beicon crujiente, verduras u otros aderezos, principales y postres para sacarle todo el partido a este electrodoméstico

Si solo usas el microondas como un calentador de leche de tamaño XXXL, te estás perdiendo muchas de sus posibilidades. En Cocina con microondas (Libros Cúpula, 2025), del chef angloamericano Tim Anderson -autor de Hokkaido y otros ocho libros de cocina japonesa y ganador en 2011 de la edición británica de Masterchef-, puedes descubrir muchas de ellas. Desde preparaciones básicas como polenta, pasta o arroz hasta sofisticados postres, pasando por aliños crujientes de chalota, ajo, bacon o piel de pollo, verduras al punto -a las que muchas veces ni siquiera hay que añadir agua, una de las grandes ventajas de cocinar con este electrodoméstico- o una rica caponata con un buen punto de melosidad.
¿Qué encontrarás en este libro? La versión corta sería “60 recetas para cocinar al microondas”, pero en realidad hay mucho más. Desde trucos para adaptar los tiempos, potencias y temperaturas hasta materiales recomendados y otros a evitar, pasando por unas nociones básicas sobre el funcionamiento del microondas (cuyo uso, por si a alguien le queda alguna duda, es completamente seguro).
Ventajas de cocinar con microondas
Anderson enumera una buena cantidad de ventajas, entre las que podemos destacar que ayuda a liberar espacio cuando estás preparando varias cosas a la vez: “Esto es especialmente útil cuando tienes algo relativamente complejo entre manos, como la cena de Navidad”, porque puedes cocer allí por ejemplo una guarnición directamente en el mismo recipiente de servicio. También reduce el tiempo activo, ya que “no hace falta remover y girar tanto los ingredientes, pues el calor es omnidireccional y es menos probable que estos se peguen o chamusquen”, es más seguro que el fuego cuando los niños quieren empezar a curiosear en la cocina y ahorra agua, tiempo y energía, además de concentrar el sabor (especialmente en el caso de las verduras).
Recipientes recomendados y a evitar, métodos para cubrir y otros consejos que te harán la vida más fácil en esta etapa
Anderson deja claro qué materiales evitar -metal (aunque el liso y plano, técnicamente podría usarse), melamina, fibra de bambú y plástico no apto- y cuáles tienen sentido en ocasiones, como la cerámica y el plástico apto. “Las grasas y los azúcares alcanzan temperaturas mucho más elevadas que el punto de ebullición del agua, y aquí es donde los plásticos tienden a fallar”, dejando marcas de uso o quemaduras. Respecto a la cerámica, aunque no sea lo habitual, puede contener minerales muy conductores que la calienten en exceso, así que recomienda prudencia en los primeros usos; una vez ese bol o plato sea “seguro”, adelante.
Su primera apuesta segura es el vidrio borosilicato; concretamente un bol de tres litros de capacidad que utiliza “incluso para pequeñas cantidades, pues la profundidad de las paredes es una buena forma de evitar las salpicaduras y que el líquido se derrame durante la ebullición”. Otro básico es la silicona, con sus ventajas -“no conduce mucho el calor, no se daña por la radiación ni las altas temperaturas de los alimentos, y es (más o menos) antiadherente”, lo que la hace perfecta para masas densas- e inconvenientes: no es dura, lo que la puede hacer difícil de manejar y molesta de limpiar. “Aun así, se impone al resto de materiales en algunos casos, como los productos de panadería”.
Anderson utiliza dos términos muy a menudo: “cubrir” y “cubrir ligeramente” (siempre debe haber alguna forma de liberar el vapor y la presión, sobre todo en el caso de cocciones largas). “Cuando hablo de «cubrir», me refiero a que el recipiente de cocción debe estar tapado, pero de forma que permita escapar el exceso de vapor", matiza. Suele usar un plato apto para microondas que encaje bien sobre el recipiente que utilice: “El peso del plato mantiene la mayor parte del vapor dentro del recipiente, pero la falta de junta de sellado hace que el recipiente nunca se presurice”.
Por otra parte “cubrir ligeramente” significa que el plato o la tapa se debe colocar formando un ángulo irregular sobre la parte superior del recipiente, dejando un hueco considerable. “En estos casos, la misión de la tapa es, principalmente, evitar salpicaduras y no retener el vapor o hacer que el calor circule”. ¿Por qué no recomienda el uso de film salvo en casos contados?: “Es un plástico de un solo uso no reciclable, y eso no es nada bueno, sobre todo si una de las razones por las que usas el microondas es para reducir tu impacto medioambiental”, zanja el autor.
Tablas para ajustar los tiempos y otras cosas a tener en cuenta
“Puede que lo que funciona en mi microondas no dé los mismos resultados en el tuyo”, apunta el autor. En algunos casos es tan fácil como ajustar los vatios, pero esa es solo una de las muchas variables que influyen en el resultado del cocinado: entre ellas se incluyen la temperatura inicial de los ingredientes, la densidad y el contenido de agua de estos y el tipo de recipiente. “Todo esto influye en los tiempos de cocción y la distribución del calor, por lo que cualquier receta para microondas se debe tomar a modo de guía, y es probable que tengas que ajustarla a medida que cocinas”.
Todas las recetas del libro están pensadas para un microondas de 800 watios -parece ser la más común-, así que para microondas de cualquier otra potencia, el multiplicador o divisor es 800 dividido por la potencia de tu aparato. Por ejemplo, si algo requiere un tiempo de cocción de tres minutos, el tiempo en un microondas de 1.200 W sería 800 ÷ 1.200 × 180 = 120 segundos, es decir, dos minutos.
“¿Y el dorado?"
Es la pregunta que todo el mundo hacía a Anderson cuando comentaba que estaba escribiendo este libro. “El microondas les parece un método de cocción inferior, y es algo que se repite entre los detractores del microondas”. Sin malinterpretar: los alimentos dorados le gustan: un filete, un hojaldre, unas chalotas salteadas. “Pero yo planteo un contrapunto: dorar es para perdedores que no saben sazonar la comida. Es por eso que este tipo de ingredientes se utilizan a lo largo de este libro, así como otros potenciadores del sabor”.
El autor nos lleva hasta “Andi Oliver, gran escritora y comunicadora gastronómica, se quejó una vez del (mal) uso que se da a la palabra ‘sazonar’, molesta por cómo se ha reducido a añadir sal, y quizás pimienta, a los platos”. Para Oliver -y Anderson-, sazonar debería usar todas las armas a tu disposición, todas las especias del armario, para realzar un plato. “Teniendo cosas como los chiles, el garam masala, el pimentón ahumado e innumerables hierbas aromáticas frescas o secas a nuestra disposición, ¿quién necesita dorar los ingredientes?“.
A continuación, cinco recetas y técnicas para sacarle brillo al electrodoméstico más infrautilizado de la cocina:
Calabaza con feta, frambuesa y salvia

La frambuesa añade un toque ácido y dulce a la ya clásica combinación de calabaza, salvia y queso feta. “Es una de esas ensaladas que no solo están deliciosas tanto calientes como frías, sino que además se conserva uno o dos días en el frigorífico” afirma el autor.
Tiempo: 15 minutos
Ingredientes
Para una persona como plato principal o para dos como guarnición
- 350 g de calabaza pelada
- 50 g de frambuesas (frescas o congeladas)
- 1 cucharada de vinagre de vino (tinto o blanco)
- 1 cucharada de azúcar
- 1 cucharadita de salvia seca
- Un chorrito de aceite de oliva
- Sal y pimienta negra
- 60-70 g de queso feta
- Un puñadito de pipas de calabaza, pistachos pelados o piñones
Instrucciones
Cortar la calabaza en dados de unos 2,5 centímetros. Combinar la calabaza, la pimienta, el aceite y la salvia en una fuente pequeña, cubrirla y cocer 10 minutos a máxima potencia, removiendo a mitad de cocción.
Mezclar el resto de ingredientes, excepto el queso y las semillas, en un bol pequeño y aplastar las frambuesas ligeramente con un tenedor.
Dejar que la calabaza se enfríe un poco y añadir el queso feta desmenuzado y el aliño de frambuesas. Decorar con las semillas o los frutos secos.
Beicon crujiente

“En Internet encontrarás cientos de técnicas para que el beicon quede crujiente en el microondas, pero lo cierto es que ninguna es perfecta”, asegura Anderson. La composición del beicon varía demasiado entre lotes como para que un único método funcione siempre, por eso recomienda este método, que deberás ir ajustando en base a tu propia experiencia.
Ingredientes
- De 2 a 8 lonchas de beicon
Instrucciones
1. Para dos lonchas de beicon
Disponer el beicon en un plato, sin que las lonchas se superpongan ni toquen. No cubrir. Cocer tres minutos a máxima potencia.
A mitad de la cocción, darle la vuelta y colocar en otra zona del plato. Cubrir el beicon ligeramente con un trozo de papel de cocina para evitar las salpicaduras y seguir cocinando en tandas de 30 segundos hasta que quede tan crujiente y dorado como se quiera, unos cuatro o cinco minutos en total (incluyendo la cocción inicial).
2. Para cuatro lonchas de beicon
Colocar las lonchas en un plato y cocerlas, sin cubrir, cuatro minutos a máxima potencia. A mitad de la cocción, darles la vuelta y colocarlas en otra zona del plato. Cubrir el beicon ligeramente con un trozo de papel de cocina para evitar las salpicaduras y cocinar en tandas de un minuto hasta que quede tan crujiente y dorado como se quiera, unos seis minutos en total.
3. Para seis lonchas de beicon
Seguir el método indicado para cuatro lonchas, aunque tomará unos ocho minutos en total. Empezar a cocer por tandas pasados los primeros seis minutos.
Saag Paneer (estofado especiado de queso fresco y espinacas)

“El primer jefe de cocina de mi restaurante era el talentoso chef Rivaaj Maharaj”, apunta Anderson. Aunque Rivaaj es un experto en ramen se formó en comida india sudafricana, y a lo largo de los años compartió con el autor sus conocimientos de esa gastronomía, como este saag paneer con espinacas a las que se les añade una base de cebolla y especias aromáticas.
Tiempo: 20 minutos
Ingredientes
Para 4 personas
- 1 cebolla
- 2 dientes de ajo
- Un trozo de 2,5 cm de jengibre fresco pelado
- 1 cucharada de semillas de comino
- 1 cucharada de semillas de mostaza negra (o antigua)
- 4 cucharadas de mantequilla o ghee
- 1 chile rojo partido a lo largo (opcional)
- 4 cucharadas de hojas de methi secas (opcional)
- 800 g de espinacas descongeladas o en conserva picadas
- 400 g de paneer -queso fresco de vaca- cortado en dados de 2,5 cm
- 1 pastilla de caldo desmenuzada (de cualquier tipo)
- Guindilla en polvo, al gusto (opcional)
- Sal al gusto
- Arroz o parathas (pan plano indio) para acompañar
Instrucciones
Combinar la cebolla pelada y en dados, el ajo, el jengibre pelados y picados, el comino, las semillas de mostaza y la mantequilla o el ghee en un bol grande. Cubrir y cocer cuatro minutos, removiendo a la mitad.
Añadir el chile y las hojas de methi (si se usan), cubrir de nuevo y cocer dos minutos más.
Añadir las espinacas, el paneer y la pastilla de caldo y remover bien. Cubrir ligeramente y cocer 10 minutos. Remover a mitad de la cocción.
Remover, probar y rectificar de sazón con la guindilla y la sal. Servir acompañado de arroz o parathas.
Salmón y pak choi al vapor con salsa de soja dulce y jengibre fresco

Si tuviera que decir cuál es el plato estrella del repertorio de su esposa, Anderson apostaría por este. “Tanto el salmón como el pak choi dan muy buen resultado en el microondas, y este aparato también sirve para cocinar salsas espesadas con almidón como la de esta receta. Así que este es mi homenaje al microondas al salmón de Laura”, cuenta.
Tiempo: 15 minutos
Ingredientes
Para 4 personas
Para la salsa
- 1 cucharada de azúcar moreno claro
- 5 cucharadas de salsa de soja
- 5 cucharadas de zumo de manzana
- 2 cucharadas de mirin
- 2 cucharadas de maicena
- 1 diente de ajo
- Pimienta negra
- 2 pak choi lavados y cortados en cuartos
- 4 filetes de salmón (500 g) sin la piel ni las espinas
- Un trozo de 2,5 cm de jengibre fresco
- 1-2 cebolletas de verdeo
- Un chorrito de aceite de sésamo o de guindilla (opcional)
- 2 cuñas de limón o lima
Instrucciones
1. Para la salsa
Combinar el azúcar, la soja, el zumo, el mirin, la maicena, el ajo y la pimienta negra en un bol y remover bien, asegurándose de que no queden grumos de maicena. Sin cubrir, cocer tres minutos, removiendo a mitad de la cocción, hasta que la mezcla hierva y espese. Dejar enfriar e infusionar mientras se prepara el resto de la receta.
Poner el pak choi en una fuente, verter un chorrito de agua y cubrir ligeramente con un plato. Cocer tres o cuatro minutos o hasta que las hojas se ablanden y tengan un color verde brillante. Retirar el pak choi de la fuente, reservar y eliminar el agua que haya quedado.
Pelar y cortar en juliana muy fina el jengibre y la cebolleta.
Colocar el salmón en la fuente y verter la salsa por encima. Cubrirlo y cocer dos minutos. Darle la vuelta y poner el jengibre y el pak choi encima.
Cubrirlo de nuevo y proseguir la cocción dos minutos más, hasta que el salmón esté bien hecho. Decorarlo con la cebolleta, el aceite de sésamo o de guindilla (opcional). Colocar las cuñas de limón o lima a un lado para exprimirlas en la mesa.
Rollitos de canela

Anderson tiene una receta de desayuno infalible para ofrecerte: rollitos de canela calientes recién hechos. Puedes prepararlos por la noche, dejar que leuden lentamente en el frigorífico y, a la mañana siguiente, cocerlos en el microondas en ocho minutos. “Y lo mejor de todo es que, como el calor del microondas no es seco, los rollitos de canela quedan suaves y blanditos, sin bordes duros”: toda la masa es el centro esponjoso de la versión al horno.
Ingredientes
Para 9 rollitos
Para la masas
- 50 g de mantequilla
- 150 ml de leche
- 1 sobre de levadura seca de panadería
- 2 cucharadas de azúcar moreno claro
- ¼ de cucharadita de sal
- 300 g de harina común, y un poco más para espolvorear
Para el relleno
- 60 g de mantequilla
- 80 g de azúcar moreno oscuro
- 1 cucharada de canela molida
Para el glaseado
- 120 g de azúcar glas
- 1 c. s. de agua tibia
- ½ cucharadita de vainilla (opcional)
Instrucciones
Poner la mantequilla y la leche en un bol y cocer de 30 segundos a 1 minuto, sin cubrir, para que la mantequilla se derrita y la leche se caliente ligeramente.
Incorporar la levadura y el azúcar, y batir hasta que ambos se disuelvan. Añadir la sal y la harina hasta obtener una masa pegajosa. Reservar mientras se prepara el relleno.
Si la mantequilla del relleno está fría, calentarla unos 10 segundos hasta que esté a punto de pomada y batirla con el azúcar y la canela.
Espolvorear la encimera con abundante harina y volcar la masa. Formar un rectángulo de unos 25 × 40 centímetros con la masa y untar la superficie con el relleno de canela, dejando un borde de un centímetro. Enrollar el rectángulo para formar un tronco y cortarlo en nueve espirales. Colocar las espirales en una fuente de cristal o silicona de unos 23 × 23 centímetros, cubrirla con film transparente y reservar en el frigorífico para que leuden lentamente durante toda la noche.
Para hacer el glaseado, mezclar todo hasta obtener un glaseado espeso.
Cocer los panecillos, cubiertos, ocho minutos.
Dejar que se enfríen ligeramente antes de verter el glaseado y dejar que se endurezca. Disfrutar de los rollitos recién hechos, todavía calientes.
Si tienes dudas o quejas sobre nuestras recetas, escríbenos a elcomidista@gmail.com. También puedes seguir a El Comidista en Youtube
Sobre la firma
