El fenómeno de los ‘Food Runners’, el plan de correr y comer juntos que susituye a las aplicaciones de ligar
Quedar a correr con desconocidos para comer tras el esfuerzo. Así es la nueva tendencia que alía deporte y comida en Francia, y que también tiene presencia en Nueva York y Londres
Todo empezó con la pasión por los flanes de un joven estudiante de ingeniería en París, Aurélien Bernhard, que para motivarse a correr decidió que el final de su recorrido sería una nueva panadería donde probar el flan. El plan le pareció divertido e invitó a su hermano y un par de semanas más tarde, en septiembre de 2024, se dijeron, ¿y si lo abrimos al público? “Lo publicamos en Mingle IRL (una aplicación para conocer gente), pero la primera vez nos vimos solos. La semana siguiente vinieron más personas y la cosa se nos fue de las manos en noviembre, después de que uno de nuestros vídeos se hiciera viral”, cuenta el joven, que trabaja como becario en un banco. Ahora, son las panaderías las que le invitan a ir. A él y a su Running Flan Club, que atrae a unas 150 personas a cada carrera en París y cuenta con más de 15.000 seguidores en Instagram.
“Tengo que decir que a mí me gustan los flanes cremosos. En Francia hay dos corrientes: los que prefieren el flan cremoso sobre una masa quebrada, y a los que le gustan más sólidos, sobre una base hojaldrada, más crujiente”, dice Bernhard, que ha establecido su propio podio del flan parisino: el Hotel cinco estrellas Le Bristol, la pastelería Bontemps, en Le Marais, y el de la chef pastelera Nina Métayer, disponible en la galería comercial Printemps. En el país vecino, el flan es un dulce típico que se vende por trozos, como una tarta, mientras que lo que en España se llama flan se considera crème caramel.
Este sábado, un centenar de personas han acudido a la convocatoria del Running Flan Club frente a la panadería y pastelería Vincent Salur, cerca de la Torre Eiffel. Milan Marinkovic, director de desarrollo comercial del pastelero, con dos tiendas en París, prepara los trozos de flan con praliné y avellanas que degustarán los corredores. “Nuestra especialidad es el flan de pistachos, que ya probaron en febrero. Ahora nuestra voluntad es dar a conocer nuestra variedad de avellanas en un lugar emblemático, con vistas a la Torre Eiffel”, cuenta Marinkovic. Entre los asistentes, padres e hijas, algunas parejas, pero la mayoría de participantes son veinteañeros solteros, mujeres y hombres por igual. “He estado en otros clubs de running, pero este es el más divertido”, dice Claire, que ha venido con su compañera de piso. “Digamos que el flan es una motivación adicional. Me motiva más correr si estoy en grupo y en este club la gente es más sociable, más divertida”, dice.
Pasteleros, hosteleros y cadenas de alimentación con presencia en redes, pero también negocios en fase de despegue, no han tardado en contactar a estos grupos que hacen pagar una pequeña participación a los corredores para poder reservar y asegurarse un sitio. Los nuevos deportistas hacen amigos, pican algo juntos a buen precio y comparten en sus redes el descubrimiento que acaba por atraer a nuevos clientes.
El éxito de este club de amantes del flan, sólo se ve superado por el del Food Runners Club, otra de las nuevas asociaciones de corredores que alían comida y deporte y que supera los 27.000 seguidores en redes, una carta de presentación atractiva para los hosteleros que quieren hacer negocio con ellos. Tras una primera carrera a finales de noviembre, ahora cuentan con embajadores en varias ciudades de Francia y, a las dos o tres carreras que organizan semanalmente en París, se suman las semanales que hay en otros puntos como Lille, Toulouse, Lyon, Annecy o Burdeos.
Correr por la pizza
“Siempre decimos que en nuestros encuentros, el calentamiento es más duro que la carrera en sí”, cuenta a pleno pulmón Théo Delahye, uno de los cofundadores, antes de dar el pistoletazo de salida. “¿Quién quiere correr rápido? ¿Sólo uno? ¿Y quién quiere correr despacio?”, pregunta Delahye. La segunda opción levanta más pasiones que la primera. No hay que engañarse, la idea de ir a comer una bomba calórica después de una carrera no es lo más saludable, pero aquí los corredores no se esconden: “Correr es una actividad social, la gastronomía también. Las dos combinadas son todavía más potentes. Hay bastantes grupos de amigos e incluso parejas que se han formado desde noviembre. Podríamos decir que es el nuevo Tinder”, dice Théo Chaudet, el otro creador de Food Runners Club. El dúo ha registrado la marca, que llevan estampada en camisetas con frases como “Si me ves corriendo, estoy persiguiendo una pizza”, y calcetines con la orden que define al colectivo: “Come, corre, repite”.
Cada semana se dan cita frente a un restaurante, o una panadería los fines de semana, corren unos siete u ocho kilómetros y vuelven a encontrarse en el local donde prueban su especialidad. Al principio, elegían los lugares por afinidad personal, siempre que estuvieran dispuestos a sacarles unos trozos de pizza o algo de comida, pero pronto se vieron sobrepasados por el éxito. Cada convocatoria, publicada en una aplicación, se llena en menos de un minuto y, en París, cada semana dejan a más de 300 personas en lista de espera ya que los encuentros están limitados a unas cien personas por razones de logística. “Intentamos organizar un gran evento al mes para acoger a más personas y abrirnos a los que no pueden venir normalmente”, dice Chaudet, que esta semana se ha desplazado a Burdeos para una carrera que terminará en la terraza de un restaurante italiano, con un aperitivo multitudinario y karaoke. Eso sí, no habrá duchas esperándoles después de los siete kilómetros de trote ligero que tienen por delante.
A estos dos clubs, los más conocidos, se han sumado iniciativas para los amantes de otros dulces y pecados: hay un club de cookies, varios clubs de quesos… El eco de este fenómeno ha llegado también a Nueva York, con dos estudiantes franceses, Antoine y Tiphaine, compañeros de piso, que han creado el New York French Running Club con encuentros cada sábado tras los que van a probar panaderías y pastelerías de la Gran Manzana. “En Nueva York hay muchos clubs de running y a menudo algunos van a tomar un café o una cerveza después de la carrera, pero es algo puntual. Nos gustó lo que vimos del Running Flan Club, en Francia, que es más chill”, cuenta Antoine. En Londres, la asociación de Real Food Runners, un tanto más formal que las anteriormente citadas, busca concienciar a la población sobre la importancia de comer de forma saludable y evitar procesados con carreras realizadas en torno a puntos de información donde promueven hábitos saludables y venden camisetas cuyos fondos son donados a la organización Public Health Organization. Y si el fenómeno juvenil de los Food Runners no ha llegado a España como tal, cafeterías como la madrileña Osom cuenta con su propio club de corredores para amantes del brunch y el café.
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