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Philemon Kiriago se redime de su drama ante Kilian Jornet en Sierre-Zinal

Un año después de perder por segundo y medio ante el español, el keniano lidera la hegemonía de su país en la catedral del trail, una fiesta suiza que trasciende del deporte

Philemon Kiriago celebra su victoria en la meta de la Sierre-Zinal este sábado. Foto cedida por Golden Trail World Series.
Luis Javier González

Philemon Kiriago no puede olvidar cómo perdió el año pasado en Sierre-Zinal, la catedral del trail, por apenas un segundo y medio ante Kilian Jornet. El keniano había ganado en 2023, pero dio igual: no solo se escapó un triunfo, sino que acabó en el lado equivocado de una de las mejores carreras de la historia. Porque fue la décima victoria del español en tierras suizas, por el final de película en el descenso, por su error, el de adelantar a la leyenda demasiado pronto en lugar de esperar al último kilómetro de asfalto, sin esas raíces en un terreno seco del 20% que sirven de preludio al pueblo. “Pienso en ello cada vez que salgo a entrenar, es como una herida. Cuando cometes un error, quieres la oportunidad de rectificarlo”. Sin su verdugo, en otros quehaceres, cumplió su misión ante una plana de compatriotas voladores. Hizo valer su experiencia, la de uno de los pioneros del trail africano, para encabezar un podio con los colores de su país y de su equipo, Run2gether, el proyecto austriaco que le abrió las puertas a Europa. Una fiesta a la que se sumó Joyline Chepngeno, que repitió su corona de 2024.

La longevidad de esta carrera que une las dos localidades del Valais que le dan nombre a lo largo de 31 kilómetros con 2.200 metros de desnivel positivo se explica porque representa un cruce de caminos entre muchas disciplinas. Su escasa dificultad técnica es una invitación para que los maratonianos del asfalto prueben suerte, sin que ello aparte a los perfiles más montañeros. “Es tu carrera, todo el mundo puede hacerlo bien”, resume su director, Valentin Genoud. La prueba sirve de guinda a la temporada regular de las Golden Trail World Series, el circuito que aspira a ganar Philemon en octubre, pero también forma parte de la World Mountain Running Association. El apoyo del tejido social, con 720 voluntarios, ha cimentado durante 52 años lo que en la práctica es un mundial oficioso de la media distancia.

Joyline Chepngeno en un momento de la Sierre-Zinal este sábado. Foto cedida por Golden Trail World Series

Pocas salidas tienen más pedigrí que el pistoletazo a las afueras de Sierre, con unos 2.100 corredores —el cupo que establece la organización por sostenibilidad, dejando a 20.000 en lista de espera— cociéndose a 35 grados, esperando la libertad para partir hacia la sombra, un alivio traicionero, el de una subida de categoría especial: siete kilómetros con más de 1.300 metros de desnivel positivo, con un tramo de tres que no bajan del 24% de media. La llegada al principal avituallamiento, en Chandolin, en el 12, puede sonar a alivio: apenas queda desnivel que cubrir, unos 600 metros. Otro caramelo envenenado. Ahí, cuando toda echar carbón al cuerpo, entra en juego la factura de la escalada. Y llegan los petardazos, dorsales ilustres caminando hacia meta, con los más de 6.000 ‘turistas’, la categoría no competitiva que parte de madrugada para disfrutar con más calma de los cinco picos de cuatro mil metros que rodean la carrera, desde el vecino Weisshorn al Cervino, el más ilustre y el más lejano.

La calidad de un corredor suizo se mide por sus tiempos en Sierre-Zinal, por eso el triatleta Adrien Briffod asumió la odisea nacional y coronó en cabeza la subida, con Kiriago controlando las distancias, la ventaja de esos senderos enormes de los valles alpinos, a la espera de repetir la estrategia del año pasado y gastar su bala al final de la subida –una carrera que empieza a los 500 metros de altitud y supera los 2.400– y mantener, esta vez sí, un colchón en el descenso para cruzar la meta en 2h28m45s: cuatro minutos más que el año pasado, calor mediante, esas esponjas que no bastan para refrigerar al cuerpo. Patrick Kipngeno, el campeón del mundo de kilómetro vertical al que se le resiste la catedral, fue segundo a 23s y su compatriota Michael Saoli cerró el podio a 29s. Demasiado frenesí para los dos primeros en la maratón de Zegama, un terreno más minado. Elhousine Elazzaoui, el marroquí al que Suiza dio los primeros visados para correr, el líder de las Golden, el mejor bajador, no tuvo los vatios para tanto ascenso. Fue noveno a 7m13s, por detrás esta vez de Andreu Blanes, ganador en 2022 en su debut, que hizo seis minutos más que entonces para ser octavo a 6m34s.

Ese cruce de caminos que es Sierre-Zinal lo representa mejor que nadie Joyline, la keniana que ganó en 2024 en su primera carrera de trail. Como Philemon, sometió a una plana creciente de africanas, incluida Caroline Kimutai, su verdugo en abril en la Gran Muralla china. Esa experiencia marcó la diferencia entre la debutante y la ganadora, que supo dosificar para ganar en 2h54m49s, 42s menos que su compatriota. El podio lo cerró la estadounidense Katie Schide, una hazaña de velocidad para una maestra de la ultradistancia, la ganadora el año pasado de los 171 kilómetros del Ultra Trail del Mont Blanc: llegó a solo 3m41s.

Lo necesitó para ganar por apenas 26s a Maude Mathys, quizás la mejor corredora por montaña suiza de todos los tiempos. Llegaba con la incertidumbre de una temporada y media lejos del primer plano, tras una caída en la bici, consciente del poderío africano. Pocas sonrisas lucían en meta como la suya: aunque su palmarés, con 38 años, quizás se quede en cuatro triunfos, tiene el récord de los récords, sus 2h49m20s de 2019. Por eso mientras el resto de atletas se viste con sus zapatillas para rendir pleitesía al sponsor, ella sale a la presentación con chanclas. “Espero que no batan mi récord”, pidió en la víspera. Su página en la historia sigue a buen recaudo un año más. Kenia volverá a la carga en 2026, con Philemon a la cabeza, que planteó en meta el reto de ganarla cinco veces, como los grandes del Tour de Francia. De momento, ya podrá entrenar tranquilo, sin el fantasma de Kilian.

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Sobre la firma

Luis Javier González
Escribo en EL PAÍS desde 2013. Colaborador especializado en rugby y trail. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y Máster de Periodismo de la Escuela UAM / EL PAÍS.
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