Cierre de un restaurante chino en Usera por insalubridad: no son titulares, es racismo
La autora considera que el tratamiento por parte de los medios de comunicación sobre la clausura de un restaurante en un barrio de Madrid no ha sido el más profesional


“Clausurado un restaurante chino en Usera con 300 kilos de comida podrida: mataban a las palomas a patadas y las servían como pato laqueado”, “Paloma como pato laqueado, más de 100 litros de grasa acumulada... revelan nuevos detalles del restaurante chino clausurado en Usera”, “La leyenda negra de los restaurantes chinos regresa tras el caso de las palomas vendidas como pato en Madrid”, “Cierran un restaurante chino por insalubridad: cucarachas, carne colgada en un tendedero y palomas muertas”. Esta es una pequeña muestra de los titulares que la prensa nos ha regalado esta semana pasada a raíz de la clausura por motivos sanitarios de un restaurante en Madrid. Ahora que el vendaval parece que amaina, toca hacerse un poco así en la cara con una toalla, y limpiarse las salpicaduras de racismo.
En toda esta retahíla de impactantes y rotundas afirmaciones hay dos palabras que no fallan: chinos y palomas, un dueto que brilló con fuerza en la época dorada de los dichos racistas de principios de los 90, con la popularización de los restaurantes chinos en España. Cuando aprendimos que si nunca veremos un entierro chino es porque los familiares guardan los cadáveres en cámaras frigoríficas y los sirven cortados a trocitos como chop suey.
Después de esta retahíla de impactantes y rotundas afirmaciones, es lógico que el lector deduzca que se han analizado muestras de algún plato de pato cocinado del restaurante y se han descubierto en él trazas de carne de paloma. No es el caso. La realidad de las declaraciones oficiales de la policía, como se lee en el cuerpo de los artículos, es que “se intervinieron dos ejemplares de palomas domésticas desplumadas que podrían haberse servido como si fueran pato”, o “presuntamente destinadas a ser cocinadas y servidas como si se tratara de pato laqueado”, o “que seguramente fueron cazadas en la calle, matadas a golpes, y después, servidas como “pato laqueado a la pekinesa”.”
En el local se encontraron cerca de una tonelada de alimentos sin etiquetar almacenados en condiciones paupérrimas y más de 300 kilos de comida en mal estado, pero lo que se resalta en los titulares son esos dos ejemplares de paloma que podrían, supuestamente, presuntamente, ser servidas como pato laqueado. Mediante un salto acrobático sensacional que va desde lo policial hacia lo sensacionalista, en el titular se convierte una especulación en narrativa confirmada, una hipótesis no demostrada en un hecho escandaloso, una suposición en una afirmación sin matices. El uso de frases como “mataban a las palomas a patadas” es puro lirismo; un ejercicio de sensacionalismo que implica brutalidad, irracionalidad y barbarie; una pincelada más en el cuadro que pinta al “otro” como un ente animalesco.
La elección de la receta de pato laqueado es el tirabuzón final de esta pirueta de estigmatización. En la carta del restaurante en cuestión aparecen ocho platos con pato: pato seco con aceite de sésamo, cabeza de pato, lenguas de pato secas, patas de pato con mostaza, pato ahumado, cazuela de callos de pato y cerdo, sangre de pato frita con intestinos de ganso y pato Pekín. El tamaño de una paloma adulta como las incautadas apenas llega al de un pato de menos de un mes de edad. En un plato, nunca podría confundirse con un pato al estilo Pekín. Pero si algo tiene el pato laqueado al estilo Pekín es carga icónica y presencia en los chistes rancios.
Según el Área de Seguridad del Ayuntamiento de Madrid, en 2022, el año más reciente del que se tienen datos oficiales, tras miles de inspecciones realizadas en todos los distritos de la ciudad, se ejecutaron unas 200 suspensiones totales o parciales de actividad en la capital por motivos sanitarios. La gran mayoría eran establecimientos regentados por personas españolas o no identificadas públicamente por su nacionalidad. No todos estos cierres tuvieron repercusión mediática. De los que sí la tuvieron, los titulares en prensa sólo mencionaron la nacionalidad de los restaurantes en un único caso: el de los restaurantes chinos.
El Código Deontológico de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España indica en el artículo 7 que “el periodista debe abstenerse de aludir de modo despectivo o con prejuicios a la raza, color, religión, origen social o sexo de una persona o cualquier enfermedad o discapacidad física o mental que padezca. Debe también abstenerse de publicar tales datos, salvo que guarden relación directa con la información publicada”.
¿Qué relación directa guarda la nacionalidad del restaurante clausurado en Usera con los hechos descritos en la noticia?, ¿qué información importante aporta ese dato al lector? Si el restaurante hubiese sido regentado por españoles, ¿habría aparecido “restaurante español” en esos titulares?
Los medios tienen un gran poder para fijar determinadas ideas y estereotipos en el imaginario colectivo, para dibujar el marco y el contexto desde el que se interpretan unos hechos. El adjetivo “chino” no añade información relevante en términos sanitarios, pero sí que es el clavo que sostiene el sesgo de atribución cultural que infecta todos esos titulares: cuando un restaurante español es insalubre, lo es por guarro; cuando un restaurante chino es insalubre, lo es por chino.
En el caso de Usera, los medios no están simplemente informando sobre un caso de malas praxis, sino que se están regodeando en una serie de prejuicios que en 2025 nos debería dar vergüenza mantener, en un país que vio desfilar lo mejorcito de su casa a lo largo de nueve temporadas de máxima audiencia de Pesadilla en La Cocina.
Que todo aquel que regente en este país un negocio donde se sirva comida debe acatar con rigor la normativa sanitaria es indiscutible. Que ese local que nos ocupa tiene que estar clausurado hasta que no deje de ser un peligro para la salud pública es irrebatible. Que los titulares que han acompañado la noticia son repugnantes y racistas, también.
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