Especializaciones y disciplinas nuevas se abren paso en la sanidad
El auge del sector sanitario dispara la oferta de trabajo y la demanda de estudios relacionados con las ciencias e ingenierías biomédicas


Desde la pandemia, el mundo ha entendido la necesidad de mejorar la salud a través de la investigación y la tecnología. Como resultado, el sector sanitario vive su mejor momento en cuanto a crecimiento y confianza económica. Según el último informe de PwC España, la sanidad se ha convertido en polo de atracción de inversiones durante los últimos cincos años. Un incremento que está haciendo crecer el empleo técnico en áreas como la biología molecular o la ingeniería biomédica.
Este prometedor horizonte ha disparado la demanda de grados relacionados con la salud que no imparten las Facultades de Medicina. No son perfiles sanitarios, sino científicos e ingenieros, con altas notas de acceso, por encima del 12 (sobre 14) en la mayoría de casos según las notas de corte de la PAU 2024.
El coronavirus y sus consecuencias pusieron de relieve la importancia de la ciencia y la divulgación. Los ciudadanos comenzamos a comprender el mundo desde un plano biológico; cómo funcionan los organismos, qué existe detrás de las enfermedades o cómo se logra una vacuna en tiempo récord. “La biología destinada a entender la salud humana desde los fundamentos moleculares”, resume José Manuel Morante, coordinador del grado de Bioquímica y Ciencias Biomédicas de la Universitat de València (UV), una titulación en biología especializada en la rama sanitaria con 80 plazas de nuevo ingreso cada curso y entre las más demandadas en la Facultad de Ciencias.
Biología molecular
En la Universidad de Alcalá de Henares (UAH), en Madrid, también ha crecido el interés por la biología molecular “que, desde el principio, se enfoca en las ciencias de la salud”, explica Daniel Martín, responsable del grado de Biología Sanitaria, que dispone 100 nuevas plazas en el primer año. “Se imparte formación básica de biología, como biología celular, histología, fisiología, etcétera. La parte aplicada a la anatomía animal se utiliza directamente para la experimentación que luego se traduce en descubrimientos sanitarios”, desgrana.
Según los responsables de estos grados en Ciencias Biomédicas es necesario aclarar que nos son profesiones sanitarias. “Hay estudiantes que lo confunden o que no lo tienen claro”, advierte Morante. “Un biomédico no trabaja con pacientes; puede trabajar sobre la enfermedad de Alzheimer, por ejemplo, y que su modelo experimental sea una mosca o un ratón, tratando de entender la enfermedad y buscando nuevas dianas terapéuticas para encontrar tratamientos”, aclara.
Otra profesión biomédica que está despuntando en el sector sanitario y que tampoco se estudia en una Facultad de Medicina es la Ingeniería Biomédica. “Un ingeniero biomédico o un biotecnólogo cubre los aspectos más técnicos del ámbito sanitario”, indica Daniel Rodríguez, responsable del grado en Ingeniería Biomédica de la Universidad Politécnica de Cataluña. Tal y como apunta Rodríguez, titular de una formación que ofrece 55 plazas cada año, “antes los equipos y las tecnológicas sanitarias se diseñaban y fabricaban desde una perspectiva más industrial. Ahora, y sobre todo desde la pandemia, la ingeniería ha visto la necesidad de especializarse en estos procesos biomédicos”.
Ámbito multidisciplinar
En todas sus ramas, el biosanitario es un sector de oportunidades laborales. “Ya estamos viendo cómo se están desarrollando equipos de diagnóstico cada vez más precisos y sofisticados”, recuerda Rodríguez. “La tecnología y la salud son ya un binomio inseparable que necesita de profesionales cualificados”, asevera.
La ingeniería biomédica es tan multidisciplinar que entre sus salidas laborales está la “de un técnico de una empresa que fabrica productos sanitarios tan humildes como una tirita o una jeringuilla, u otros perfiles que trabajan en la fabricación de equipos de tomografía de Rayos X para hospitales”, pone de ejemplo Rodríguez. Un destino también frecuente para un ingeniero biomédico son hospitales y centros médicos para ejercer labores de instalación y mantenimiento de tecnologías para uso sanitario.
En el caso de un científico biomolecular o biomédico, la principal vía es la investigación —tanto en el sector público como en el privado—, aunque no la única. “Los avances en técnicas de diagnóstico molecular han ampliado el terreno del empleo en esta área”, señala Martín. “Ahora casi cualquier tipo de institución médica tiene su propio departamento de investigación. En España están creciendo las empresas dedicadas a la investigación biomédica”, añade este profesor de la UAH.
Los graduados en biomedicina también pueden formar parte del personal fijo de un hospital a través de las plazas de Formación Sanitaria Especializada, convocadas por el Ministerio de Sanidad: “Como los MIR, para los residentes de Medicina, pero en estos casos BIR, para las titulaciones en Biología, y QIR, para las de Química”, especifica el responsable del grado en Bioquímica y Ciencias Biomédicas de la UV.
El grado general es lo primero
Saber a lo que uno se quiere dedicar desde el principio puede resultar liberador, pero no siempre ocurre. Si el aspirante universitario no tiene claro en qué rama de Biología quiere formarse, siempre puede optar por la titulación generalista. “Un grado en Biología ofrece una formación más amplia que cubre todos los aspectos de la biología, pero con menos profundidad en ámbitos específicos”, explica Luis Herrero, decano de la Facultad de Biología de la Universidad de Sevilla, que dispone 200 plazas para dicha formación. “Un espectro más amplio que luego te permite especializarte en más cosas”, apunta, según las áreas de interés del alumno. El centro hispalense ofrece, por ejemplo, titulación en Biología Avanzada y máster en Análisis de Datos Ómicos, para el análisis de genes, proteínas e interacciones del sistema biológico.
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