La diputada de Más Madrid Jimena González habla a bordo de la nueva flotilla hacia Gaza: “El PP actúa como una oficina israelí”
La representante embarcó el 27 de septiembre en uno de los ocho veleros que se aproximan a la zona donde la expedición ‘Global Sumud’ fue interceptada por el ejército de Israel

Desde el pasado 27 de septiembre, la diputada de Más Madrid Jimena González (Cáceres, 1987) navega rumbo a Gaza a bordo del velero Soul of My Soul. Este es uno de los ocho integrantes de la flotilla de la organización Thousand Madleens, que partió desde Catania. La travesía ha sido continua, sin escalas, y tras superar Creta, la expedición ya se encuentra frente al norte de Egipto. A principios o mediados de la semana, según las condiciones marítimas, llegarán a la zona de mayor riesgo de interceptación. La misma en la que la flotilla Global Sumud fue frenada por el ejército israelí y sus activistas detenidos.
Desde el inicio del viaje, los participantes han visto y sentido el zumbido de los drones sobrevolando sus cabezas y han organizado turnos de vigilancia para monitorear la navegación. En el Soul of My Soul, los seis tripulantes comparten un espacio reducido y jornadas continuas, combinando perfiles diversos: activistas internacionales, voluntarios con experiencia en navegación y personas con visibilidad pública, como González.
Aunque llevan algunos suministros, el objetivo principal de la misión es otro: mostrar el bloqueo que Israel mantiene sobre Gaza y abrir un corredor marítimo seguro para futuras expediciones. González reconoce que la situación en una Franja asolada desde hace casi dos años por los bombardeos constantes que han dejado ya más de 66.000 muertos, no se puede solucionar con el material que portan los veleros. La diputada habla con EL PAÍS mientras se encuentra a bordo de la flotilla y no sabe si podrá llegar a culminar su misión.
Pregunta. Tras más de una semana a bordo se aproximan a la zona de exclusión, ¿creen que serán interceptados?
Respuesta. Si nada cambia en el panorama internacional, ese es el escenario más probable. Es lo que lleva ocurriendo desde hace años. Las flotillas que intentan romper el bloqueo ilegal de Israel sobre Gaza son una constante desde hace más de una década, y el desenlace casi siempre es el mismo: detenciones ilegales y trato, a veces más humano y a veces menos, por parte del ejército de Israel a los activistas. Sin embargo, quiero pensar que algo está cambiando. Las protestas en toda Europa —y en Madrid especialmente— están mostrando que lo que estamos haciendo los civiles es lo que deberían hacer los gobiernos. El Tribunal Internacional de Justicia le exigió el año pasado a Israel, hasta en tres ocasiones, que rompiera el bloqueo, y no lo ha cumplido. Como no cumple ninguna de las resoluciones internacionales.
P. ¿Cómo han vivido la detención de los miembros de la Global Sumud y la espera de su repatriación?
R. Todos los que embarcamos sabíamos que esa era una posibilidad real, una de las peores, pero contemplada desde el principio. No lo deseamos, pero tampoco nos amedrenta. Lo que les hayan hecho a los integrantes de la Sumud, nos lo harán a los cientos que venimos detrás. Hasta que los gobiernos no se pongan de acuerdo y detengan el genocidio, esto seguirá ocurriendo. Estamos aquí para eso, para insistir en que no pueden detener a todo el mundo por exigir algo tan básico como el cumplimiento de la legalidad internacional.
P. ¿Cómo decidió embarcarse en esta misión?
R. Supe que la organización buscaba perfiles de representantes públicos para participar en la flotilla, con presencia de distintas nacionalidades. En cuanto lo supe, acepté casi de inmediato. Es una misión peligrosa: Israel ha atacado barcos civiles antes y ha asesinado activistas. Pero al mismo tiempo, la impotencia que llevamos acumulando estos dos últimos años de genocidio en Gaza al estar viendo cómo sucede y no poder hacer nada... enseguida supe que no me perdonaría a mí misma no haber hecho más por miedo.
P. ¿Qué tipo de material humanitario llevan a bordo?
R. Cada barco transporta materiales distintos. En el nuestro llevamos varias decenas de cajas de leche de fórmula para bebés. Otros llevan material médico, escolar o alimentos no perecederos. Pero es importante aclarar algo: el foco no está en la ayuda humanitaria en sí, sino en romper el bloqueo ilegal. Ninguna cantidad de ayuda que podamos llevar en estos veleros va a terminar con la hambruna ni con el genocidio. Lo que buscamos es abrir un corredor marítimo permanente hacia Gaza, por aguas palestinas, que permita el paso de barcos con cargamentos realmente significativos. Ese es el objetivo.
P. ¿Cómo es el ambiente a bordo? ¿Cómo viven el viaje?
R. Nos esforzamos mucho por mantener el ánimo. Seis personas en un velero pequeño durante una semana ya de por sí no es fácil. Hacemos turnos de guardia de tres horas por si hay ataques como los que sufrió el Global Sumud en estas aguas o avistamientos de drones. Esto último ocurre prácticamente cada noche desde que zarpamos. Es difícil conciliar el sueño, pero todos sabemos por qué estamos aquí. Ninguna de las dificultades que enfrentamos se compara con lo que viven los palestinos a diario. Ellos están sometidos a detenciones ilegales, torturas y bombardeos constantes.
P. ¿Qué opinión le merece la última propuesta de Donald Trump?
R. Es una propuesta muy mala, con un carácter abiertamente postcolonial. Trump la ha pactado con Netanyahu sin escuchar a ningún representante palestino, ni de Gaza ni de Cisjordania. Desde Más Madrid consideramos que es un plan deficiente, mal enfocado. En la situación actual, con bombardeos diarios y decenas de miles de muertos, el pueblo palestino no puede negociar en condiciones de igualdad. Por eso es esencial que otros países presionen para que cualquier acuerdo sea realmente justo y garantice sus derechos.
P. ¿Cómo valora la postura del Gobierno de España?
R. España está liderando la posición política de reproche a Israel y de defensa del pueblo palestino, tanto en Europa como casi a nivel mundial. Eso hay que reconocerlo y es algo de lo que enorgullecernos. Pero no es suficiente. El Gobierno español, y todos los europeos, deben ir más allá y exigir a la Unión Europea que rompa relaciones con Israel mientras mantenga el bloqueo.
P. En Madrid, Isabel Díaz Ayuso ha criticado duramente a la flotilla Sumud y sus activistas.
R. Hay una cuestión de fondo que me parece gravísima: ¿qué le debe el Partido Popular a Israel? Esa defensa furibunda e inhumana del Estado israelí, en medio de un genocidio que nadie sensato se atreve ya a negar, solo puede explicarse por intereses económicos y vínculos que el PP debería aclarar. El partido actúa como si fuera una oficina israelí en España, defendiendo la propaganda oficial de Israel por encima de cualquier consideración humanitaria o moral.
P. ¿Ve diferencias dentro del propio Partido Popular respecto a este tema?
R. Sí. A nivel nacional hay dirigentes más incómodos con esa posición, pero en el PP madrileño están echados al monte. El entorno de Ayuso es el más agresivo en su defensa del Estado israelí, incluso frente a la evidencia del genocidio.
P. Desde algunos sectores propalestinos también se han cuestionado las flotillas: su eficacia, su simbolismo. ¿Qué piensa de esas críticas?
R. Es lógico que haya críticas, y es bueno que las haya. Pero la mayoría del feedback que recibimos de organizaciones palestinas, tanto en Gaza como en otros países, es positivo. Las flotillas son un acto político y simbólico, sí, pero también profundamente humano. Uno de los motivos que más me movió a embarcarme fue precisamente usar mi privilegio de ser blanca, europea, diputada y con cierta visibilidad, para ayudar a la misión. Esto no va de mí ni de quienes viajamos a bordo. Va de la gente palestina. Va de que Israel cumpla la legalidad internacional y de que termine un genocidio que el mundo está viendo en directo con total impunidad.
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