Por qué Ayuso no inaugura los pisos del Plan Vive en Getafe: apagón de 17 días y 29 desperfectos en las casas
Las quejas de los vecinos se acumulan en el municipio de la Comunidad de Madrid con más hogares dentro de la iniciativa de alquiler asequible, al igual que sucediera en promociones anteriores en Alcorcón o Alcalá de Henares


Dicen que Getafe se ha convertido en el escenario de las inauguraciones herméticas. Los políticos ya no se empeñan en esas presentaciones con solera donde los flashes iluminan sus sonrisas mientras se muestran victoriosos. No es que ahora hayan decidido apostar por un perfil discreto y ahorrar en costes. Tal vez el gran síntoma de este hermetismo es que la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, nunca ha acudido a la inauguración de ningún bloque del Plan Vive en Getafe, a pesar de que este municipio es, con 864 viviendas, la localidad que más hogares alberga del buque insignia en materia de vivienda social impulsado por el Gobierno regional.
“Saben que la asociación de vecinos del barrio está muy movilizada y si vienen vamos a protestar”, cuenta José María Checa, vecino de 32 años, comercial en una editorial, beneficiario del Plan Vive en la zona de Los Molinos y también una de las voces más reivindicativas tras comprobar la retahíla de defectos que han ido apareciendo en estas promociones, al igual que sucedió en Alcorcón o Alcalá de Henares. En un Excel documentó hasta 29 desperfectos sin llegar a haber hecho todavía un uso verdadero del inmueble.

El momento de mayor tensión se vivió el 3 de febrero, cuando Miguel Ángel Bernal, de 30 años, le estaba gratinando unos macarrones con tomate a su novia para el día de su cumpleaños. Era media mañana cuando, de pronto, se fue la luz de todo el edificio. Un apagón general en parte de los bloques del Plan Vive en Los Molinos que venía derivado de otro corte de luz unos días atrás. El apagón no fue un asunto menor: duró 17 días.
“Al parecer había un enganche ilegal que hizo la constructora, Avintia, con conocimiento de los dueños de los bloques: Culmia y Tarvos. Por no tener, no teníamos contratada ni la luz de obra. Ese día 3 vino una inspección, se vio lo que había y decidieron cortar porque no se cumplía con la ley ni con el contrato. Los vecinos no sabíamos nada”, explica Bernal.
Un portavoz del Ayuntamiento de Getafe cuenta que “se entregaron las casas con enganches a luz de obra de un solo edificio”. En algún momento, “la compañía suministradora no estaba cobrando lo adeudado por las empresas adjudicatarias y procedió al corte de la luz, porque no se había regularizado y porque habían acumulado una deuda”.
“Avintia admitió los hechos ante nosotros y propuso que fuéramos tirando con unos empalmes de nuevo ilegales”, recuerda Bernal. En su casa, afirma, llegaron a instalarlos, pero este ordenó que los retiraran “para evitarse problemas legales a futuro”.
Él y su pareja estuvieron 17 días fuera de su piso porque no había luz. “Seis meses después siguen sin contestar a nuestras peticiones de indemnización ni a los otros requerimientos. Es una vergüenza”, comenta. “Al principio pretendían que pagáramos los gastos los vecinos. Yo era afiliado del PP, pero el Plan Vive me ha hecho desapuntarme”, asegura el joven.

La lista de quejas parece interminable. “Ya veníamos avisados porque nos habíamos informado de lo que pasó, por ejemplo, en Alcorcón, pero nunca imaginas cómo puede llegar a ser”, dice Checa. Él entró en noviembre de 2024 a un piso de una habitación junto a su pareja. La primera directriz que reciben los inquilinos es precisamente hacer una lista de incidencias. Para ello, tienen un plazo máximo de tres días.
“Todo lo que no encuentres en ese tiempo, la gestora dice que ya no será su competencia”, apunta. El Excel que Checa elaboró muestra hasta 29 desperfectos sin llegar a haber hecho todavía un uso verdadero del inmueble. Por ejemplo, ventanas que no cierran, un timbre y un telefonillo que no funciona, paredes abolladas, rodapiés despegados, campanas extractoras que hacen mucho ruido porque no tienen el diámetro suficiente —según los técnicos de Cecotec que analizaron el diseño— o ausencia del botón de la cisterna. “Parece surrealista, pero teníamos que tirar de la cadena con una palanca”, bromea.
Los casos iban repitiéndose vivienda tras vivienda. En marzo, con las lluvias, empezaron a aparecer goteras y agujeros en los techos tanto en el interior de las casas como en zonas comunes y garajes. Los grupos de WhatsApp colapsaron con vídeos e imágenes del agua corriendo por los pasillos.
“Al ver que pasaban los meses y no había avances, empezamos a organizarnos y nos pusimos en contacto con el Sindicato de Inquilinas”, recuerda Checa. La gestora, Sogeviso, les advirtió de que no serían reconocidos como comunidad de vecinos al no ser propietarios. La lucha debía plantearse uno a uno y aquellos asuntos que fueran comunitarios debían transmitirse a través del conserje. “Evidentemente, no pueden ser igual de combativos porque trabajan para ellos”, remarca Checa.

Además de echarles una mano en su autogestión, el Sindicato de Inquilinas los ayudó a enumerar una serie de cláusulas abusivas en la línea de las quejas de otros vecinos del Plan Vive en municipios como Alcorcón, Tres Cantos o Alcalá. “Por un lado, el pago obligatorio del IBI mientras que no somos propietarios, por otro unos gastos de comunidad del 18% respecto a la renta de alquiler, también obligatorios y sin tener poder de decisión sobre en qué destinarlos”, se lamenta Checa.
“Al final, ya no solo es el alquiler, sino todo lo que tienes que pagar sí o sí, como también la plaza de garaje. Si sumas todo, el metro cuadrado de estos pisos está prácticamente igual que en el resto del barrio. De alquiler asequible nada”, finaliza. Por su piso, de una habitación, el alquiler asciende a los 600 euros. Los de tres habitaciones llegan a estar por encima de los 1.000.
El último capítulo de la larga lista de incidencias lo han vivido los residentes de las promociones del barrio de Buenavista. “Las entregas de llaves fueron sin previo aviso para evitar que los vecinos de Los Molinos pudiesen ir a manifestarse”, opina Bernal. Buenavista es el gran barrio de obra nueva de Getafe. La promesa fue que las piscinas estarían abiertas el 12 de junio. Nunca sucedió.
“La empresa Avalon está mintiendo a los vecinos, en connivencia con la Comunidad de Madrid. No se puede conceder la licencia porque Avalon no ha terminado de subsanar las deficiencias de la construcción de las viviendas y su urbanización”, afirmaba el Ayuntamiento en un comunicado tras recibir en su correo electrónico decenas de quejas. Las viviendas se habían entregado sin que las instalaciones estuvieran terminadas. La lista de requerimientos iba desde la falta de muros perimetrales o barandillas en la piscina, ausencia de accesos para movilidad reducida, pasos de peatones, farolas torcidas, zonas verdes sin ajardinar o aceras levantadas.
La empresa fue arreglando desperfectos a toda prisa para que el vecindario no se les echara más encima. El 12 de julio, un mes más tarde y sin ninguna sombra bajo la que resguardarse, empezaron a funcionar las piscinas. Sin embargo, aún quedaba un detalle por descubrir: las urbanizaciones carecen de intimidad, puesto que las vallas de la calle no tienen ninguna lona ni material opaco que les aísle. Los bañistas están a la vista de cualquiera que pase por la calle, como si formaran parte de un escaparate o un decorado distópico en medio de descampados y carreteras. Ante esta nueva queja, la respuesta fue más bien escueta:
—Es así como se ha diseñado. No hay planteamiento de taparlo.
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