El PP de Madrid justifica las protestas frente al centro de inmigrantes de Alcalá de Henares
La alcaldesa alcalaína pide el cierre inmediato de las instalaciones: “no es odio, es sentido común”

La violación a una joven de 21 años en Alcalá de Henares a finales del mes pasado ha caldeado el ambiente en el municipio. El hecho de haber sido perpetrada presuntamente por un joven de Malí de la misma edad que la víctima, desembocó hace un par de semanas en dos jornadas de disturbios racistas frente al Centro de Acogida, Emergencia y Derivación (CAED) en el que residía, junto a otros 1.522 hombres procedentes de diferentes países de África Occidental. La alcaldesa alcalaína, Judith Piquet (PP), ha pedido este martes en el pleno municipal que el Gobierno cierre de inmediato el centro y de paso ha reprobado a su delegado en la Comunidad de Madrid, Francisco Martín. “No es racismo, no es odio. Es sentido común”, ha defendido Piquet. En apoyo a la moción ha acudido Alfonso Serrano, secretario de organización del PP de Madrid, que ha defendido el derecho de los ciudadanos a protestar delante del CAED. “Los que viven allí no son menores. Estamos hablando de manifestarse dentro de un centro donde no hay niños”, ha dicho para justificar que la gente proteste allí en lugar de hacerlo frente a las administraciones que los gestionan.
En Alcalá de Henares viven más de 200.000 habitantes, de los cuales cerca de 35.000 son de origen extranjero. Allí hay uno de los dos macrocentros de este tipo que hay en la Comunidad de Madrid y la alcaldesa se opuso a él desde el principio. De hecho, un juez investiga si filtró un informe policial descontextualizado para vincular a los residentes del centro con la agresión a una joven pocos meses después de que abriera en noviembre de 2023.
Desde enero de 2024 se han producido 18 agresiones sexuales con penetración, ninguna vinculada al centro, y todas pasaron sin pena ni gloria por la vida pública alcalaína. “Este gobierno solo ha hecho una convocatoria de prensa cuando [la violación] ha venido por parte de una persona negra y del CAED”, ha criticado Javier Rodríguez, portavoz del PSOE en el municipio. “Todas las agresiones sexuales las cometen hombres y no nos manifestamos contra todos los hombres”.
“No todos los negros somos iguales”
Los residentes del macrocentro sienten que están pagando justos por pecadores y que, a raíz de la violación, se ha normalizado la violencia contra ellos. “Mucha gente nos juzga de la misma manera aunque seamos diferentes, pero cada persona es responsable de sus actos”, explica un joven mauritano, que pide no revelar su nombre ni su edad porque cree que ser identificado puede perjudicar su solicitud de asilo. El hombre, que lleva ocho meses en Alcalá de Henares, añade que desde que se produjeron las protestas va con cuidado por la calle. “Desconfío mucho. La situación es delicada”, explica. “Hay gente que te sostiene la mirada hasta que tú los miras”.
La discriminación que se vive en las calles se ha replicado a pequeña escala de puertas para dentro del centro. “Hay mucha gente de Malí que no ha hecho nada malo y que se siente culpable por compartir nacionalidad con el agresor”, añade el joven maliense.

Una hora antes, en un pequeño parque que hay junto al centro, Mohamed Tandjigora (Kayes, Malí, 28 años) está sentado en el césped pasando el rato. Todos los que viven allí reciben 50 euros mensuales, lo suficiente para comprar un café al día porque la administración entiende que ya tienen los gastos básicos cubiertos: ropa, comida y una cama en el interior de una carpa. Como tampoco pueden trabajar hasta que se tramite su solicitud de asilo, la mayoría mata el rato en la calle, paseando, jugando al fútbol o refugiándose del calor en un centro comercial cercano al lugar donde duermen. Casi todos los bancos del parque donde está Tandjigora están ocupados por residentes del CAED.
Un hombre de unos cuarenta años lo atraviesa gritando al aire: “Esto cada día se parece más a un zoo. Se nos está llenando la ciudad de monos”. Tandjigora no le ha entendido porque, aunque empezó a dar clases de español cuando llegó hace tres meses, de momento solo habla inglés y francés. Aun así ha notado que el tono con el que se dirigen algunos vecinos a él y a los demás hombres del centro “ha cambiado” en las últimas semanas. En este momento está esperando a la resolución de su solicitud de asilo, aunque todavía se va a demorar varios meses más, cuenta. No sabe cuantos, ni dónde irá después, pero tiene ganas de estudiar para ser barbero. “No todos los negros somos iguales. Ver esas reacciones te desanima mucho a seguir”, cuenta.
A más de dos kilómetros de allí, en el salón de plenos del Ayuntamiento de Alcalá de Henares no cabía una persona más este martes. La moción para cerrar el centro ha generado división en un municipio donde gobierna la derecha y la extrema derecha en coalición, con solo un concejal de diferencia respecto a la izquierda. Varios vecinos han acudido al Consistorio con carteles en los que pone “cierre al odio” para defender a los migrantes. La mayoría de ellos son voluntarios del espacio Alcalá Acoge, creado cuando se abrió el centro para ayudar a los migrantes con clases de español, excursiones y asesoramiento legal. Tras la aprobación de la propuesta del PP con el voto a favor de Vox, el público estalló con pitadas y gritos a la bancada de la derecha. “Nos llaman fascistas, pero los fascistas son ellos que vienen a reventar un pleno democrático”, ha reprochado la alcaldesa.
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