El pantalón beige y la normalización del fascismo
Mientras el neofascismo se pasea impune por Madrid, muchos lo celebran con cañas bajo el rostro de Franco


Todos los días bajo a Madrid Río y todos los días observo con curiosidad a los que desayunan o toman cervezas plácidamente en el bar Una grande y libre. Hay personas mayores, hay grupos de colegas, hay parejas de amigas y, también, familias con niños. Hay españoles, pero también mexicanos, venezolanos o colombianos. Hay gente que aparenta ser de clase social más elevada y gente que parece tener una economía más ajustada. Hay risas, hay confianza entre camareros y clientes y hay hasta mesas y sillas patrocinadas por cervezas Victoria. Si no fuera por la cara de Franco en la fachada y las banderas con el aguilucho en el interior, una podría pensar que se trata de un bar normal.
Pero no es normal ir a un bar fascista porque no es normal ser fascista, como tampoco es normal tener ganas de apalear a migrantes, amenazar a personas por su orientación sexual o querer que España vuelva a tener campos de concentración, discriminación institucionalizada, censura y control ideológico y a la Brigada Político-Social buscando detener a todo aquel que no esté de acuerdo con Franco.
Lo cierto es que el Ayuntamiento de Madrid está haciendo todo lo posible para que codearnos con fascistas nos parezca normal. El viernes 23 de mayo, se permitió la manifestación en Madrid de unas 300 personas que fueron convocadas por Falange de las JONS, bajo el lema Remigración. Por unos barrios seguros. La gran mayoría de participantes iba con la cara descubierta y escoltada por la Policía Nacional. Paseaban con sus banderas y su saludo romano, tranquilos y sin miedo de ser detenidos y, más aún, después de saber que el Juzgado de Instrucción Número 9 de Madrid ha archivado la investigación contra José Luis Roberto, responsable de la formación ultra valenciana España 2000 y Alberto Ayala de Cantalicio, el exlíder de Ultra Sur por promover la marcha neonazi que recorrió Chueca en septiembre de 2021 al grito de “fuera maricas de nuestros barrios” y “fuera sidosos de Madrid”.
Estos años en los que el fascismo se ha paseado y se pasea por nuestras calles con total naturalidad, es de agradecer el auge de grupos neonazis como Bastión Frontal o Núcleo Nacional que, como señalaba Sistema 161 en este hilo de X, han apostado por abandonar la inofensiva camisa azul y el pantalón beige (que, al parecer, nos tenía despistados con “qué es fascismo y qué no lo es”) para recuperar la estética paramilitar, la ropa negra y el Sieg Heil. Así no hay dudas.
Núcleo Nacional son, además, los responsables de que hubiera tantos hombres jóvenes de 16 años en la marcha del viernes bramando “joven español, defiende tu nación” o “si tienes un hijo subnormal, no lo trates mal, hazlo Policía Nacional” y los que harán, espero, que los miembros de Vox y Alvise Pérez se sientan menos cómodos a la hora de declamar discursos xenófobos, no vaya a ser que los relacionen con “los violentos esos”.
A mí me asustan todos: me asustan los que visten con pantalón beige y los que van de negro, me asusta el neofascismo y que quienes más lo han normalizado sean los hombres jóvenes que, según un informe del European Policy Centre, sienten “frustración” por sus dificultades para acceder a la vivienda pero también porque ven al feminismo como su gran amenaza. Me asustan los que dicen “yo soy apolítico”. Me asusta que Almeida permita este tipo de manifestaciones y me asusta, mucho, toda esa gente que ríe y charla tranquila en el chiringuito franquista de mi barrio.
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