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¡VAYA, VAYA!
Columna
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En paradero desconocido

Diana Larrea, en su exposición ‘Casas y calles’, saca del apagón al que la historia del arte ha sometido a Maroussia Valero, María de los Ángeles López-Roberts y Justa Pagés

Instalación de Diana Larrea dedicada a Maroussia Valero en la exposición 'Casas y calles', en la galería Espacio Mínimo.
Rut de las Heras Bretín

Tal día como hoy en 1886, multitud de obreros estadounidenses salieron a las calles a reclamar la jornada laboral de ocho horas. Chicago fue una de las ciudades donde las protestas fueron más violentas. Tanto, que cinco de los detenidos durante los altercados fueron condenados a pena de muerte: cuatro murieron en la horca, el quinto se suicidó antes de que lo ejecutaran. Poco tiempo después, en honor a los conocidos como los Mártires de Chicago, se instauró el Día Internacional de los Trabajadores. Por esto, tal día como hoy, quiero reivindicar la figura de cuatro trabajadoras: Diana Larrea (Madrid, 53 años), Maroussia Valero (1892-1955), María de los Ángeles López-Roberts (1902-1973) y Justa Pagés (1917-2011). Cuatro artistas que protagonizan la exposición Casas y calles, hasta el 17 de mayo en la galería Espacio Mínimo.

En realidad, Larrea es la creadora de la muestra, que lleva impregnada el alma de su proyecto más reconocido Tal día como hoy. En el que trabaja desde 2017 sacando a la luz a mujeres artistas, muchas de ellas, como sus obras, en paradero desconocido, el concepto que más se repite en la exposición y uno de sus leitmotivs, junto a seguir las huellas que Valero, López-Roberts y Pagés dejaron en Madrid. Unas pisadas poco marcadas, como si hubieran pasado de puntillas, sin hacer ruido, sin molestar, lo que se esperaba de unas señoras de su tiempo. Pero esto no parece intencionado si nos atenemos a sus personalidades, por ejemplo, Valero fue descrita por la crítica como independiente y ambiciosa, características que, aún hoy y a según quien, molestan en las mujeres. Siendo benevolente, me atrevo a decir que el borrado de esas huellas no fue casualidad. Y si no fue claramente intencionado, fue por falta de visión, por esa ceguera que ha imperado, impera, y forma parte del sistema, a pesar de las mejoras, de tener una mirada única: el mundo está contado por hombres (blancos). Larrea lleva tiempo queriendo voltear el sistema, sacar a las mujeres de ese espacio mínimo y darles uno mayor.

Instalación de Diana Larrea dedicada a María Ángeles López-Roberts en la exposición 'Casas y calles', en la galería Espacio Mínimo.

La artista propone un paseo por la ciudad (en forma de vídeo), por los lugares que habitaron las otras tres artistas, sus casas, que son sus estudios, sus lugares de trabajo. Casas y calles muestra precisamente eso, sus casas y sus calles, sus espacios. El taller de un artista lo representa, sus objetos hablan de él: ahí están el archiconocido y caótico de Bacon. Se ve a Sorolla en su paleta expuesta en su casa-museo, que también lo retrata, habla de su vida. Hasta febrero se pudo ver una simulación del taller de Rubens en el Prado, pero: ¿cuántos talleres de pintoras, escultoras... se conocen? Esto también retrata la historia del arte.

Larrea traza un mapa que va del barrio de Salamanca, en la calle de Don Ramón de la Cruz, donde vivió, trabajó y murió Valero; pasa por el número 1 de la calle de Don Pedro (en La Latina), la residencia familiar de Neneta, como conocían sus allegados a López-Roberts; para llegar a la Casa de las Flores, famoso edificio de la zona de Argüelles, donde Pagés vivió cerca de 70 años, aunque en su fachada solo se haga referencia a otros ilustres vecinos como Severo Ochoa o Pablo Neruda. Pero no se queda ahí, además dibuja el mapa particular de cada una: la estancia en California de Valero, donde expuso; la labor como secretaria de López-Roberts en el hospital central de la Cruz Roja en Madrid y el vínculo de Pagés con Paracuellos de Jarama, donde está enterrada y donde vive y crea hoy Larrea.

Instalación de Diana Larrea dedicada a Justa Pagés en la exposición 'Casas y calles', en la galería Espacio Mínimo.

Estas cartografías me hicieron recordar las de la artista brasileña Anna Bella Geiger, de 92 años. Otra mujer que incide en cómo es la creación para las mujeres: hay que compaginarla con las tareas propias de su condición, el cuidado de la familia y del hogar ―entiéndase la ironía, aunque hay quien lo diría sin ella―. Una conciliación ―que no lo es― que consistía en crear cuando lo demás estaba atendido, en espacios pequeños y no específicos para ello, sin grandes intendencias, a la luz de quinqués (no tiene que ver con apagones contemporáneos, si no con la época en la que trabajaron las protagonistas de Casas y calles), en pequeños formatos, por eso muchas artistas de ese tiempo, como Neneta, tiraban hacia la ilustración (requiere menos tiempo, menos espacio y materiales más sencillos que pintar óleos, por ejemplo). Así, Larrea ha recreado en la galería unas estancias acogedoras para cada una de ellas ―sus casas―: con mobiliario de la época, reinterpretación de sus obras, algunas de ellas solo conocidas por fotografías ya que se encuentran “en paradero desconocido”, mantra de la muestra.

Algunas piezas han salido de esa situación gracias a la preparación de esta exposición. La casualidad quiso que el propietario de algunos lienzos de Valero supiera del trabajo de investigación de Larrea y de su intención de poner el foco sobre la artista de principios del siglo XX y facilitó que junto a la vídeo-instalación, en el saloncito, cuelguen la expresiva Triste falseta (hacia 1929), el realista Retrato de Manuel de Falla (hacia 1934) y una bellísima y dulce cabecita de niño de 1930. Una conexión entre pasado y futuro que alumbra más futuro. Da pie a que cada vez haya menos paraderos desconocidos para artistas que llevan demasiado tiempo sometidas a un apagón y a las que habría que situar en el mapa de la historia del arte y poner un GPS para que no vuelvan a perderse.

Instalación dedicada a María de los Ángeles López-Roberts, con una obra original de la artista procedente de una colección particular, en la exposición 'Casas y calles' de Diana Larrea en la galería Espacio Mínimo.

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Sobre la firma

Rut de las Heras Bretín
De niña era lectora de 'El pequeño País'. Ahora es editora y redactora de temas culturales. Licenciada en Historia del Arte y máster de Museografía por la UCM; y máster de Periodismo UAM-EL PAÍS. Antes de trabajar en el diario, lo hizo en museos como el Arqueológico Nacional y el Reina Sofía. Cree en la cultura como arma de construcción masiva.
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