Ir al contenido
_
_
_
_

Planes de boda, un extraño accidente y un testamento falso: ¿mató Fernando, el policía, a Teresa, la octogenaria?

Un jurado debe dictaminar si el agente mató a la anciana, supuestamente su amiga, al tirarla por las escaleras, y tras esquilmarle medio millón de euros. En su móvil se encontró la búsqueda: “Cómo llorar rápidamente”

Policía local anciana Ciempozuelos
Patricia Peiró

El coche estaba empotrado contra un árbol, a las tres de la tarde de un 9 de febrero, en una recta con visibilidad. Cuando los guardias civiles de tráfico llegaron al punto del siniestro, en Ciempozuelos (Madrid), el conductor les explicó que se les había cruzado un zorro. “Qué raro, un zorro a las tres de la tarde”, pensó el agente. La mujer que iba en el asiento del copiloto había resultado herida de gravedad, el vehículo había impactado por su lado y ella no llevaba cinturón. Su amigo y conductor le había dicho que como él era policía local no hacía falta que se lo pusiera. Aquella fue la primera vez que la Guardia Civil cree que Fernando Rodríguez intentó matar a la octogenaria Teresa López para quedarse con todo su dinero. 20 días después, la mujer falleció al precipitarse por las escaleras de su casa. Estaba sola con Fernando.

El 29 de febrero de 2020, Teresa, una viuda residente en Ciempozuelos, se recuperaba de las graves heridas que había sufrido en el siniestro. Se había fracturado el esternón y varias costillas, había sufrido un traumatismo craneal que le había producido hemorragias y un neumotórax (entrada de aire en la cavidad torácica). Había permanecido casi una semana en el hospital y fue dada de alta con una movilidad tremendamente reducida y la obligación de usar un respirador 20 horas al día. Por primera vez en su vida, necesitaba un andador para mantenerse en pie.

“Me ha querido matar”, soltó cuando estaba en el hospital a su amiga Venera y al yerno de esta, David, cuando acudieron a visitarla, según contaron ambos. “En aquel momento pensé que era fruto del susto del accidente y no di importancia al comentario”, aclaró David en el juicio por el asesinato de Teresa que se ha celebrado durante todo el mes de marzo en la Audiencia Provincial de Madrid.

Estado en el que quedó el coche en el que viajaba Teresa con Fernando, con un impacto producido por la cabeza de la anciana.

En su último día de vida, una cuidadora llamada Bruleidys ayudó a la anciana a salir de la cama y le preparó el desayuno. No era la habitual, la de siempre había cogido unos días libres y Teresa necesitaba a alguien a su lado diariamente tras el accidente. A Bruleidys la había encontrado Fernando. Sobre las dos de la tarde, el hombre llegó a casa de Teresa y pidió a Bruleidys que fuera a Mercadona a comprar pollo de corral, plátanos y mandarinas. En el trayecto de vuelta del supermercado, ella se perdió y se demoró en volver al chalet. Cuando llegó, encontró a Fernando con la Guardia Civil y a Teresa muerta al final de la escalera.

“Cuando llegué se presentó como su hijo, y al ver que el apellido del DNI no coincidía me dijo que era como su hijo”, explicó el primer agente que llegó a la casa. Este guardia ya vio inconsistencias en el relato e intentó hablar con Fernando con detenimiento para que le explicara lo sucedido. “Me dijo que ella había abierto la puerta de las escaleras y se había caído con el andador, después que él estaba con el móvil y no vio cómo pasó… Se empezó a poner nervioso y a decirme que le iba a dar una taquicardia”, relató el agente. La escena no cuadró desde el principio. Ni la posición en la que habían quedado unas botellas de agua a lo largo del recorrido, ni el andador en pie ubicado en los escalones superiores cuando se supone que había debido de caer antes que la anciana o estar bajo ella, ni las medidas que el agente tomó encajaban. El asunto pasó a homicidios.

El chalet de Ciempozuelos en el que se produjo la muerte de Teresa, de 83 años, en 2020.

Los investigadores empezaron a radiografiar la vida de Fernando, un policía local de San Martín de Valdeiglesias (Madrid) y a profundizar en su relación con Teresa, de 83 años. Ambos se habían conocido años atrás a través de los suegros de Fernando, que eran amigos de Teresa y su marido. El matrimonio no tenía hijos, había trabajado toda su vida en temas agrícolas y unas buenas inversiones les habían proporcionado un mullido colchón económico de varios cientos de miles de euros. A Fernando sus compañeros lo conocían como el broker, todos sabían de sus gustos caros y de su interés en operaciones financieras que no siempre le habían salido bien.

Fernando fue ganándose la confianza de Teresa poco a poco, especialmente después del fallecimiento de su esposo. Ella lo llamaba Nani. El hombre se había llegado a jactar en público de que gracias a su relación con la octogenaria, él tenía la vida resuelta. “El día en el que se muera, se van a acabar mis problemas”, aseguró en el juicio un antiguo amigo llamado Alejandro, que le escuchó ese comentario.

La investigación de homicidios avanzó de forma constante y minuciosa durante 15 meses. Los investigadores constataron movimientos muy llamativos en las cuentas bancarias de Teresa en las tres semanas que transcurrieron entre el accidente de coche y su fallecimiento.

El escrito de acusación de la fiscalía atestigua varios de estos movimientos. Dos retiradas de dinero en efectivo de 3.000 y 2.990 euros el 21 de febrero, el pago de la entrada de un Ferrari de casi 4.000 euros, la compra de electrodomésticos por valor de 14.000 euros que hizo llegar a su casa de Ciempozuelos, una retirada de efectivo de 150.000 euros el 27 de febrero, 1.400 euros en productos capilares, otros 1.500 para adquirir una chimenea, 47.000 euros para una piscina con spa y 1.898 euros para un arquitecto para la elaboración de un proyecto en un solar recién adquirido en Miraflores de la Sierra. En total, 557.428 volaron de las cuentas de Teresa en menos de una semana.

Los investigadores descubrieron que Fernando había adquirido un poder para gestionar las cuentas de Teresa cuando ella estaba ingresada, para lo que creen que falsificó su firma y acudió con otra señora a un notario. El mismo día de su fallecimiento, Fernando había retirado 1.000 euros de una de sus libretas. “Compraba cosas que no necesitaba para impresionar a gente que no me importaba”, admitió él, que ha reconocido que hizo estos movimientos, pero no querer acabar con la vida de Teresa. “Me merezco ir a la cárcel por haber engañado a Teresa, pero no he matado a nadie. Ella estaba muy sola y yo he pasado con ella navidades y cumpleaños”, aseguró este viernes en su último turno de palabra.

Los investigadores de la Guardia Civil descubrieron otro documento de alto interés. Antes del accidente, Teresa había designado heredero único a Fernando. Los agentes creen que la firma del documento es falsa. “Si ya era heredero, ¿para qué necesitaba también un poder?”, preguntó un miembro del jurado. El fiscal dio en la última sesión del juicio su respuesta: “Por codicia, quería el dinero ya y no podía esperar a que se muriera”. Eso es lo que resume la motivación de este crimen para la acusación. “Es una persona completamente obsesionada con el dinero. En su teléfono se encontraron infinidad de fotos con coches de lujo”, insistió el representante del Ministerio Público. No fue el único contenido de su terminal que levantó las cejas de los investigadores. Después de la muerte de Teresa también tecleó en Google: “¿Cómo llorar rápidamente?”.

En abril de 2021 se produjo el momento clave de la investigación, cuando llegó el informe forense definitivo en el que se establecía que la muerte de Teresa era, indiscutiblemente, de origen homicida. La pandemia y las pruebas toxicológicas retrasaron este proceso. Una de las forenses inspeccionó el cadáver en las mismas escaleras. “No tenía signos de defensa en las manos, que es lo que colocas por delante cuando vas a caer, el andador estaba detrás de ella, claramente hubo aceleración en su caída”, relató una de las especialistas. Según el informe definitivo, todas las heridas estaban en la cara y el golpe le provocó un estado de inconsciencia que hizo que se tragara su vómito. En mayo, Fernando ingresó en prisión.

En el proceso también se juzga a la expareja de Fernando, Leticia, por alzamiento de bienes. La fiscalía y la acusación particular defienden que la mujer era consciente de los planes de Fernando y colaboró con él para que no se le interviniera el chalet en el que habían convivido decorado con pomposos arcos árabes, equipado con jacuzzi y los mejores electrodomésticos, y su Porsche Macan blanco. Fue ella la que contó ante el tribunal que Fernando le comentó en dos ocasiones que entraba en sus planes casarse con Teresa para heredar su fortuna.

La fiscalía pide 44 años de prisión por asesinato, una pena que el abogado de la familia eleva a prisión permanente revisable por la vulnerabilidad de la víctima. La defensa de Leticia pide la absolución, mientras que la de Fernando sostiene que el siniestro vial y la caída por las escaleras fueron accidentes casuales en los que la mano de su cliente no tuvo nada que ver. El jurado emitirá su veredicto la próxima semana.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Patricia Peiró
Redactora de la sección de Madrid, con el foco en los sucesos y los tribunales. Colabora en La Ventana de la Cadena Ser en una sección sobre crónica negra. Realizó el podcast ‘Igor el ruso: la huida de un asesino’ con Podium Podcast.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_