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Muere José María Díaz, custodio del ‘Códice Calixtino’, robado por venganza contra él

El exdeán de la Catedral de Santiago fallece a los 95 años, poco después que el ladrón del manuscrito medieval recuperado en 2012

José María Díaz

La muerte del exelectricista de la Catedral de Santiago, autor del robo del siglo en Galicia, José Manuel Fernández Castiñeiras —excarcelado a consecuencia de varios ictus— pasó desapercibida para la prensa, en febrero de 2024. La de la persona, dentro de la basílica, a la que, en sus propias palabras, quiso “castigar” haciendo desaparecer el Codex Calixtinus, el canónigo archivero y deán —en el momento del robo— José María Díaz Fernández, fue comunicada al momento, el pasado domingo, por la Iglesia.

Díaz tenía 95 años y vivía retirado en la diócesis de Mondoñedo-Ferrol, aquella en la que se ordenó sacerdote y a la que regresó tras el escándalo ya antes de que, en 2015, se celebrase el juicio en el que Castiñeiras fue condenado a nueve años de prisión. La basílica de Mondoñedo (Lugo), y el sonido envolvente de esa campana que adoraba, la Paula, fue el refugio elegido por el religioso que hubiera pasado a la historia como el modernizador del archivo catedralicio compostelano, si no fuera por el estrepitoso final.

Manuel Fernández Castiñeiras, con su abogada, en 2013.

Díaz llegó a sufrir un amago de infarto y a enfermar del disgusto cuando en 2011, y tras 36 años como archivero, voló de la cámara la joya medieval que él custodiaba. Era la “venganza” personal de un empleado del templo que idolatraba al sacerdote y no se perdía sus misas. A consecuencia de aquel suceso, de la investigación policial y judicial que removió las más oscuras entrañas de la catedral y de la repercusión mediática, el responsable del cabildo llegó a tener el teléfono pinchado, a sufrir el chantaje de un extorsionador profesional y a decidir —“por consejo médico”, contaba— no leer la prensa ni atender a los informativos para no vivir en un perpetuo sobresalto.

Con la salud mermada y la reputación cuestionada, el controvertido religioso, erudito, refinado, exquisito en el lenguaje, sensible, de rostro adusto y aire atribulado, acabó dimitiendo como deán (aunque el arzobispo tardó en aceptarle la renuncia) y retirándose a su tierra natal, Mondoñedo, una diócesis en la que, ya muy anciano, volvió a tener problemas y a salir en la prensa. José María Díaz, último canónigo que entró en el cabildo de Santiago, en 1972, por oposición, deán desde 2006, reelegido en 2010, siempre dijo que la “primera víctima” del robo había sido él. La Iglesia mostró este lunes su reconocimiento a la figura del exarchivero-bibliotecario, dándole sepultura en el claustro de la Catedral de Mondoñedo, de la que es deán su hermano Pedro Díaz.

Después de asistir a misa diaria, a primera hora, en la Catedral de Santiago, el ladrón solía acudir al convento de las monjas Mercedarias, en el que residía y era capellán Díaz Fernández, para verlo oficiar. El electricista tenía fijación con el cura, y cuando ya estaba en la cárcel llegó a comentarle a una abogada: “Espero que don José María quiera seguir siendo mi amigo cuando salga de aquí”.

El mismo día 4 de julio de 2011, en que hizo desaparecer el Códice, Castiñeiras lo escondió en un garaje de su propiedad, envuelto en papeles y dentro de un saco de pienso para conejos, y no volvió a moverlo hasta que justo un año después el juez José Antonio Vázquez Taín ordenó su detención. El extrabajador del templo no solo se había llevado el volumen del siglo XII, aprovechando un descuido del deán, oculto debajo del eterno chaquetón que vestía tanto en invierno como en verano. Además, durante años, de los cepillos y también directamente de la caja fuerte del despacho del administrador se había ido apropiando de grandes cantidades, lo que sacó a la luz el desorden y descontrol de las cuentas y el dinero que movía la basílica.

La policía recuperó de su piso en Milladoiro, localidad vecina de Santiago, 1,7 millones de euros, pero siempre sospechó que escondía más. Murió dejando todavía una deuda de cientos de miles de euros con la Iglesia compostelana. En una entrevista con TVE en 2023, y ya con él encamado e impedido desde 2019, Remedios Nieto, la esposa del electricista, se desquitó y criticó las tácticas empleadas por los investigadores para acorralar a su marido. Además, aseguró: “Manolo sabe mucho de la Catedral e intentan que no hable”.

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