La política no es algo sexy, es algo serio
No estaría mal que Ada Colau y Bob Pop recordaran el anuncio electoral de 2019 de la exalcaldesa, donde se preguntaba: ¿Seguro que eres más útil donde estás ahora?


En 2010, Carmen de Mairena fue la candidata número dos en la lista para la alcaldía de Barcelona por la Coordinadora Reusenca Independent. Eran otros tiempos, me diréis, pero el “fichaje mediático” del popular personaje televisivo, como señaló su agencia, era “conocedor como nadie del barrio chino de la Ciudad Condal, víctima de las injusticias sociales -debido a su condición de transexual- aportará un nuevo estilo al Parlament”. Solo pretendían rentabilizar el tirón mediático de Mairena.
Hoy, tres lustros más tarde, las popularidades parece que siguen dando alas a quien se cree que la política puede ser un esplai: “La política puede ser sexy, puede ser divertida y puedo hacer cosas”, dijo el otro día Bob Pop en televisión, siguiendo la estela de Carmen de Mairena, poco después de postularse como candidato de Barcelona en Comú.
A Mairena la Guardia Urbana le precintó el piso por ejercer la prostitución; Bob Pop presume de haber abusado de hombres borrachos. Similitudes… En Italia también fue popular Cicciolina, actriz porno que se dedicó a exhibir los pechos en la televisión pública después de haber sido elegida diputada. A ver quién supera esa política sexy.
El caso es que la política es algo serio, creo, y creo también que nuestros representantes deberían tomárselo así, sobre todo porque nos beneficia o perjudica a todos. Y eso han debido pensar también en Barcelona en Comú, que no han tardado en reunirse para modificar su código ético, conscientes de que deben configurar una candidatura municipal de cara a los comicios de 2027, para evitar que “se les vaya de las manos” la candidatura.
Dos son las normas internas que, aunque parecen poco importantes, no lo son: una, las candidaturas deben presentarse en tándem, o sea no habrá un candidato único, sino dos encabezando cada propuesta programática —huyamos de los hiperliderazgos—; la otra, el límite de tiempo para ocupar un cargo público dentro de la formación era de dos mandatos y un tercero prorrogable excepcionalmente. A partir de ahora el término máximo pasará a ser de doce años, lo que dejaría la puerta abierta a Ada Colau. Olvidemos la debacle electoral del 2023 y que no aguantó en el Ayuntamiento toda la legislatura. “Es bueno no seguir ni en las instituciones ni en los lugares por inercia”, dijo explicando su salida del Consistorio cuando llevaba menos de dos años en la oposición. Así, si Colau quisiera volver a presentarse, por más que ella tampoco tiene un segundo con quien hacer el tándem, podríamos pensar que tendría las puertas abiertas.
Visto lo visto, parece que hasta ahora, y siguiendo los criterios anteriores, la única candidatura que tiene visos de cumplir los requisitos es la de Gerardo Pisarello, que previsiblemente se presentaría con Gemma Tarafa. Ambos, además, te guste más o menos su postura política, centrados en trabajar de lo suyo.
No estaría mal, llegados a este punto, que tanto Ada como Bob recordaran el anuncio electoral de 2019, donde la Ada Colau alcaldesa se encontraba con la Ada Colau activista y mantenían un cara a cara. ¿Seguro que eres más útil donde estás ahora?
Pues eso me pregunto yo, una a su activismo, y el otro a los chascarrillos. Claro que, Dios no lo quiera, tal vez les da por presentarse juntos en una misma lista. En palabras de Bob, “para que la política sea sexy y divertida”.
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