Horta-Guinardó, el distrito de Barcelona que acogió a jóvenes del estallido social en Colombia: “Estoy contento, tengo todo cerca y todo es muy seguro”
Una franja ubicada entre Horta-Guinardó y Nou Barris concentra el mayor porcentaje de habitantes nacidos en Colombia de Barcelona


En una franja que va del distrito barcelonés de Horta-Guinardó al de Nou Barris aún es frecuente ver carteles anunciando las actividades por el día de la independencia de Colombia, celebrado el domingo pasado. Uno de ellos promociona a los grupos de música tradicional colombiana Grupo Galé, Joselitos Parrandon, Vallenato del Valle o Afrocaribe Bcn. Entre los patrocinadores se encuentran varias empresas de envío de dinero al exterior y se anuncia el premio mayor: un viaje de ida y vuelta a Colombia. No es extraño que allí abunden esos anuncios, porque es esa zona donde se concentra el mayor porcentaje de colombianos de Barcelona, según los últimos datos del INE. Los colombianos se convirtieron en la segunda diáspora a España en 2024 —ubicándose sólo por detrás de Marruecos— con 856.616 nacionales del país sudamericano viviendo en España. Una de las secciones de Horta-Guinardó ha conocido una explosión de residentes de origen colombiano en los últimos años: el 14,91% de la población viene del país andino y la cifra es aún más relevante cuando se compara esa proporción respecto a 2022, cuando era del 5,2%. En términos generales, la cifra de colombianos en España ha aumentado un 60 % desde 2021, cuando eran 530.000.
Una de las principales razones por las que la última oleada de migrantes colombianos —aunque también ecuatorianos, peruanos o venezolanos— ha decidido instalarse en la zona son las rentas bajas de las que disponen y una red de contactos mayor que en otras partes de la ciudad. “Lo habitual es que se asienten en comunidades donde pueden tener algún tipo de referencia. Es una combinación entre el precio de la vivienda y las referencias que pueden tener estando en esa zona”, explica Jessica González, concejala del Ayuntamiento de Barcelona de origen colombiano. González explica que en los últimos años se ha producido una migración de personas jóvenes con algún tipo de estudio, debido al estallido social que ocurrió en Colombia a partir de 2019.
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Casi a la par de la pandemia de la covid, el país sudamericano vivió un estallido social, con protestas masivas que se tornaron violentas tras una reforma tributaria impulsada por el Gobierno. Las reformas provocaron un descontento importante en sectores populares. Tras salir de su país con dirección a Cataluña, muchos de los jóvenes de esa generación han encontrado trabajo en los sectores de la restauración, la hotelería o los cuidados. En Horta-Guinardó o Nou Barris, es frecuente encontrarse con migrantes del país sudamericano trabajando en la cocina o detrás del mostrador de alguna de las cafeterías de la zona.
En uno de los locales, cerca de la estación del metro de Horta, se transmiten en bucle los mejores éxitos de la diva colombiana Karol G, a mitad del almuerzo: “Es un barrio tranquilo, por lo menos durante el día, y a nivel de vivienda o comida encuentras cosas más económicas, a diferencia del centro. Aquí he visto que ofrecen habitaciones a parejas por 300 o 400 euros. Muchos vienen porque tienen familiares, otros a la suerte”, explica Sintia, una migrante que atiende en la cafetería que comercializa varios productos latinos y que ha sido testigo de las distintas oleadas de migrantes colombianos. El alquiler promedio en Horta-Guinardó y Nou Barris es de 890 y 769 euros mensuales respectivamente, mientras que en Barcelona asciende a 1087 euros mensuales, según datos del Ayuntamiento de Barcelona.
En la zona es frecuente encontrarse con comercios de envío de remesas internacionales o despachos jurídicos que ofertan asistencia a migrantes en busca de regularizar su situación. “Muchos llegamos a raíz del estallido social de Colombia, hubo muchos casos de violencia contra líderes estudiantiles y una sensación de inseguridad generalizada. Barcelona siempre ha sido un lugar en el que hemos sido bien recibidos”, explica Daniela Santos, migrante colombiana y cofundadora de Mareas, una asociación que brinda apoyo a jóvenes latinos que migran a Cataluña.

Santos migró cuando la asociación que dirigía en su país empezó a recibir amenazas. En los últimos años, han llegado muchos jóvenes, con una predominancia de las mujeres (485.000 frente a 372.000) de Medellín, del Cauca, del Catatumbo o de zonas rurales en donde la violencia se ha intensificado: “Unos vinimos por amenazas, porque era insoportable la violencia, porque nos iban a meter a la cárcel, o por miedo a que nos asesinaran como ya estaban haciendo con líderes sociales juveniles”, relata Santos.
De acuerdo con la activista, la mayoría de los migrantes llegados en los últimos años son profesionales preparados que estaban estudiando, pero no alcanzaron a terminar sus grados. “Muchos se han visto obligados a trabajar en otras cosas, sobre todo en hostelería, construcción, como camareras de piso en el caso de las chicas, niñeras, o trabajos del cuidado. Somos pocos los que hemos logrado poder trabajar en nuestro campo de estudio”, comenta. Santos concuerda en que el alquiler barato ha atraído a muchos de sus compatriotas a Horta-Guinardó o Nou Barris. Aunque muchos consiguen adaptarse, un número importante enfrenta problemas de hacinamiento, desempleo o indigencia al llegar, según han explicado desde la Federación de Asociaciones de Colombianos de Catalunya.
“Este es un barrio muy popular, encuentras restaurantes, muchas tiendas y todo es muy tranquilo, muy bacano”, explica Andrés, un joven de Cali, Colombia, que llegó a Barcelona con su pareja hace dos años y que encontró trabajo en un restaurante colombiano de la zona. “Estoy contento, tengo todo cerca, gimnasio y lugares para salir a comer o tomar algo, todo es muy seguro y la policía pasa dando rondas a cada rato, uno trata de acoplarse a todo”, agrega el joven, que se sintió bien acogido.
A la dificultad para conseguir vivienda y empleo se suman los trámites para regularizarse: “muchas personas de las que llegaron pidieron el asilo pero se sabe que demoran mucho en concedértelo, en el proceso esperan 4 o 5 años”, relata Santos. Otras vías mencionadas son la figura del arraigo social o la pareja de hecho.
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