El futuro del pacto con el PSC en Barcelona centra la pugna para dirigir la mayor federación de ERC
Junqueristas y críticos defienden caminos diferentes respecto al preacuerdo al que llegaron Alemany y Collboni el año pasado

El millar de afiliados que tiene la Federación de Barcelona de Esquerra Republicana (ERC) están llamados a las urnas el próximo día 26. Aunque la cita es estrictamente para decidir la futura dirección (hay dos candidaturas compitiendo), sobre la mesa está la decisión de si ha de entrar o no en el Ejecutivo municipal con el PSC. Aún escuece el cierre en falso, en junio de 2024, del congreso donde no se pudo votar el preacuerdo que entonces había alcanzado Elisenda Alamany, la jefa de filas de ERC en el Consistorio, con el alcalde Jaume Collboni. Además, de telón de fondo, se vive una oportunidad más de escenificar la crítica a la dirección que lideran Oriol Junqueras y la propia Alamany.
En la carrera entre Endavant, Barcelona! (la lista oficialista que lideran la concejal Eva Baró y aúna a los dos sectores históricamente rivales en la capital catalana) y Dignitat Republicana (encabezada por la líder de la formación en L’Eixample, Creu Camacho) sobrevuelan tres temas. Primero, si se ha de entrar o no en el Ejecutivo municipal. Después, cómo se ha de tomar esa decisión. Y, finalmente, hasta qué punto la lucha por la dirección del partido en la Federación más grande del partido ha de ser el escenario del repechaje entre los defensores de Junqueras y unos muy debilitados detractores, que perdieron el congreso extraordinario el año pasado.
Mientras que los de Camacho —que cosecharon 263 avales— aseguran claramente que no se ha de entrar en el Ejecutivo de Collboni, en Endavant, Barcelona! —con 302— son más prudentes. Creen que se tendría que debatir a fondo la pertinencia y contenido de un acuerdo pensado hace ya más de un año. Mucha agua ha pasado bajo el puente desde ese 13 de junio, en el que el Orfeó Martinenc se quedó pequeño para acomodar a todos los militantes republicanos que querían decir la suya sobre el pacto para cogobernar con los socialistas. Alamany y Baró se vieron obligadas a recoger velas de su plan, en una votación que ya estaba muy contaminada por la pelea interna por el liderazgo del partido, entre Junqueras y el entorno de la ex secretaria general, Marta Rovira. Que Baró busque la reelección ante la Federación y el preacuerdo con el PSC tenga su firma explica mucho del equilibrio interno y que no se sea tajante en rechazar de plano esa posibilidad.
El debate de si entrar o no a gobernar con Collboni, aseguran varias fuentes, estaría zanjado, por más que la candidatura Dignitat Republicana insista en que se lleve a votación. Ahí está la gran diferencia. Camacho insiste en que se ha de votar ese acuerdo sí o sí, como una manera de reivindicar la democracia interna del partido y cumplir con la palabra de que se votaría ese documento en algún momento. “Si los críticos hablan de una consulta es por tesón”, por el mal sabor de boca que dejó la fallida votación del año pasado, con los agrios debates previos y posteriores, aseguran esas mismas voces.
Ante la idea de revisar el contenido pero votar si o sí un acuerdo “antes del verano” que hace Dignitat Republicana, la propuesta de los oficialistas pasa por convocar en ese mismo periodo de tiempo una asamblea exprés que revise “los puntos negativos y puntos positivos”. Ya casi en el ecuador del mandato de Collboni, muchos dudan de los réditos que se podrían obtener de entrar en un Ejecutivo que igualmente seguiría en minoría (alcanzarían 15 regidores de un total de 41). El texto que jamás se votó daba a ERC dos tenencias de alcaldía (una parte de la cartera económica y derechos sociales, con responsabilidades sobre las competencias de lengua catalana) y tres de los diez distritos. Alamany, que además es portavoz del partido, ha evitado comparecer en las últimas ruedas de prensa de los lunes, pero en una entrevista a El Periódico de Catalunya, hace un mes, aseguró que el debate para entrar ya no estaba sobre la mesa.
Los de Baró, además, creen que se habría que preguntar tanto al PSC si quiere o no la entrada de ERC y consultarlo todo con el grupo municipal. La bancada republicana en el Ayuntamiento está dividida entre concejales de las dos candidaturas y mantiene con normalidad, aunque con fricciones, su día a día. De sus cinco regidores, tres pertenecen o simpatizan con la candidatura oficialista: Alamany, Eva Baró y Jordi Coronas. Dos con la de los críticos: Rosa Suriñach y Jordi Castellana. El caso de Suriñach es peculiar porque recientemente se afilió al partido y ha acabado integrada en la candidatura crítica. Poco amiga de la exposición mediática, Suriñach explica en una respuesta por escrito: “Me he sumado a Dignitat Republicana para ayudar a abrir un camino que debe permitir y motivar más debate entre la militancia de ERC de Barcelona y extenderlo a toda la ciudadanía”. “La renovación de liderazgos siempre debe ser para ampliar nuevos espacios de relación con la militancia y la ciudad, y que el partido pueda ser más democrático”, añade. Castellana les ha mostrado su apoyo en las redes sociales.
Alamany y Coronas son miembros de la nueva dirección de ERC y en el pasado Junqueras se había mostrado abierto a permitir el ingreso en el Ejecutivo barcelonés. Para evitar que se hagan lecturas de posibles presiones, el vicesecretario de Comunicación del partido, Isaac Albert, aseguró que son los militantes de Barcelona los que han de decidir sobre el futuro de ese pacto. Junqueras había logrado unir bajo su manto a las dos almas que tradicionalmente competían por la hegemonía en Barcelona. Está por verse si, esta votación, se convierte también en una manera de que los críticos intenten marcar terreno con la nueva cúpula, pidiendo además marcar perfil desde Barcelona ante la dirección nacional de la calle de Calàbria.
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