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Las cinco orquestas de María Jesús Montero

La candidata socialista a la Junta apurará su presencia en el Gobierno hasta que Moreno convoque las elecciones

“Hay muchos dirigentes que firmarían repetir el mismo resultado que en las elecciones de 2022: 30 escaños”. En este estado de ánimo, tras el desplome del PSOE en Extremadura, es en el que se encuentra el PSOE de Andalucía, a seis meses como muy tarde de las elecciones autonómicas de 2026. Los resultados extremeños ahondan en un estado colectivo que viene muy tocado por las denuncias de corrupción y acoso sexual de los ex secretarios de Organización José Luis Ábalos, Santos Cerdán y Paco Salazar, tres antiguas personas de confianza del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

Nadie sabe si la situación puede empeorar -por el avance de las investigaciones judiciales o por los resultados en Aragón y Castilla y León- hasta la celebración de las elecciones andaluzas en las que el PSOE presentará a una nueva candidata: María Jesús Montero, tercer nombre de las tres últimas convocatorias. En 2018 le precedió Susana Díaz (ganó con 33 escaños, pero perdió la Junta); en 2022, Juan Espadas (bajó a 30 escaños). Ahora le toca a ella y las encuestas conocidas pronostican otro descenso.

La última del Centro de Estudios Andaluces (Centra), dependiente de la Consejería de la Presidencia, vaticina un desplome: obtendría el 21,4% de los votos y entre 25-28 escaños. Un desastre para un partido que ha gobernado casi 37 de los 43 años de autonomía. A estos datos el PSOE andaluz no contrapone los suyos, se fija en que en intención directa de voto (es decir, sin cocina) la diferencia con el PP es de cinco puntos y no de casi 19, como estima el CIS andaluz. Hasta ahora era Antonio Hernández, la mano derecha de Salazar en el equipo de análisis y estrategia electoral de La Moncloa y también miembro de la ejecutiva regional, el que proporcionaba referencias, pero dimitió el pasado día 7, salpicado por el caso.

La vicepresidenta primera, ministra de Hacienda, vicesecretaria federal del PSOE, secretaria general del PSOE de Andalucía y candidata a la presidencia de la Junta está tocando en cinco orquestas a la vez. Así lo acordaron todos cuando asumió el liderazgo del partido para evitar otra ruptura interna por la salida de Juan Espadas y la incapacidad de los socialistas andaluces de buscar un nombre de consenso. El suyo fue el único. Ella no ambicionaba el puesto.

El problema de Montero cuando se decidió que debía seguir en Madrid porque así conservaba su proyección, poder de convocatoria e influencia andaluza en las medidas del Gobierno es que ahora tiene que hablar mucho de política nacional. “Y cuando la política nacional son estas mierdas, le viene mal porque se la vincula a estas porquerías, no a la política andaluza”, opina un diputado andaluz.

Montero tiene decidido apurar su estancia en el Gobierno (salvo que Pedro Sánchez decida lo contrario) hasta que el presidente de la Junta, Juan Manuel Moreno, disuelva el Parlamento y fije la fecha electoral. En el primer trimestre del año quiere presentar el proyecto de ley de Presupuestos y la propuesta de reforma del sistema de financiación autonómica. “Ella es muy consciente de que resolver bien estas cuestiones repercutirá en Andalucía si consigue una propuesta que mejore la financiación andaluza”, aseguran fuentes socialistas.

En una entrevista en la Cadena SER Andalucía emitida el pasado 25 de diciembre, Montero aseguraba: “Mi trabajo en el Gobierno beneficia especialmente a Andalucía”. Ese doble papel es precisamente el que le critican desde Esquerra Republicana de Cataluña, uno de los socios de la investidura, cuyo líder, Oriol Junqueras, le reprocha que actúe más “como candidata en Andalucía y no como ministra”.

Tanto en público como en las reuniones internas, Montero se muestra convencida de que el deterioro de los servicios públicos en Andalucía, especialmente el de la sanidad, le da al PSOE una ventana de oportunidad para recuperar la Junta, aunque la mayoría de las fuentes consultadas lo que ven más factible es que Moreno pierda la mayoría absoluta. Según ese sondeo (el mayor en Andalucía, con 3.600 entrevistas), el Gobierno andaluz sufre desgaste (el 56,8% califica de mala y muy mala la gestión) y el presidente Moreno, el principal activo electoral del PP, también: un 55,8% califica de mala y muy mala su gestión.

La candidata se marca como objetivo sacar de la abstención a los votantes socialistas. En las autonómicas de junio de 2022, el PSOE tocó fondo con el 24% de los votos (883.707 papeletas), pero un año después, en las generales de julio de 2023, el PSOE sacó en Andalucía el 33,4% (1.467.501). Es en ese medio millón de votos de diferencia en el que se concentra.

“Fácil no lo tiene”, asegura un dirigente provincial que alerta de que hay gente jugando “al día después, en plural”. Los alcaldes andan preocupados por que el partido no llegue deshecho a las elecciones del último domingo de mayo de 2027. Y en el caso de Andalucía hay quienes creen que se producirá “una implosión en el PSOE andaluz” tras las elecciones autonómicas, que no tienen fecha. “De lo que no se dan cuenta quienes piensan eso es que si viene un tsunami y bajamos a 26 diputados [ahora tiene 30, su suelo electoral] se lo va a llevar todo por delante, da igual en la fila que estés”.

“Es la cara del cartel, es la mejor candidata y hay que protegerla a muerte hasta donde llegue”, señala un dirigente provincial. Otra fuente liga el futuro de Montero al de Pedro Sánchez: “Hay mucha gente jugando a los días después en todos lados, pero mientras Pedro Sánchez sea presidente del Gobierno, en Andalucía no se va a abrir una crisis si no hay una crisis nacional”.

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Sobre la firma

Lourdes Lucio
Informadora política y parlamentaria de Andalucía en EL PAÍS. Antes trabajó en Andalucía Deportiva, Nueva Andalucía y El Correo de Andalucía. Coautora del libro 'Política de Cámara'. Es premio de la Comunicación de la Asociación de la Prensa de Sevilla y premio Andalucía de Periodismo en radio por el programa con el grupo La Permanente.
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