El Congreso tumba el segundo intento de debatir la reducción de la jornada laboral
La proposición de rebajar los horarios a 35 horas a la semana recoge el rechazo de PP, Vox y Junts, y la abstención ahora del PNV


A la segunda tampoco se permitió la tramitación de una proposición de ley, en este caso del BNG, para debatir ampliamente en el Congreso la posibilidad de reducir la jornada laboral. Hace algo más de un mes fue la derecha y la ultraderecha española y catalana, representada por PP, Vox, UPN y Junts, la que tumbó con sus enmiendas a la totalidad el proyecto defendido apasionadamente por la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, para rebajar esa jornada de 40 a 37,5 horas a la semana. El diputado nacionalista del BNG, Néstor Rego, quiso ser más valiente y propugnó este martes llevar ese avance hasta las 35 horas. Tampoco prosperó porque solo sumó 162 votos a favor frente a 178 en contra. A los votos de rechazo de PP, Vox, UPN y Junts se unieron en este caso los seis con la abstención del PNV por cómo formuló el BNG su iniciativa, sin diálogo ni consenso.
Néstor Rego, el diputado del BNG que firmó esta proposición de ley para dejar la jornada laboral en 35 horas semanales, reconoció desde el inicio de su exposición que sabía que su propuesta estaba condenada ahora al fracaso, como sucedió el 10 de septiembre con el debate de las enmiendas de totalidad que registraron y aprobaron PP, Vox, UPN y Junts. El BNG, de hecho, había formulado su alternativa en febrero y en el debate de hace algo más de un mes ya cuestionó el intento de Yolanda Díaz como “insuficiente y poco ambicioso”. El Bloque Nacionalista Galego aboga por llevar esas jornadas a 32 horas repartidas en solo cuatro días.
El BNG argumenta así que de nada le sirvió a Díaz ser modesta en sus objetivos porque la patronal y la derecha y ultraderecha tampoco lo iban a aceptar y defendió que ante ese tipo de oposición es mucho mejor “el efecto movilizador de todos los trabajadores y sus representantes”. Rego arguyó ahí que limitar el número de horas trabajadas sería bueno para la salud, para vivir más y mejor, para las arcas públicas, para disminuir los riesgos laborales y otras patologías propias del sedentarismo. Y recordó que la actual regulación de 40 horas semanales procede de una normativa vigente hace 42 años y que algunos países de nuestro entorno, y siempre se cita ahí a Francia, ya han implementado esos nuevos horarios.
Las posteriores intervenciones críticas con esa idea de los representantes del PP, Vox y Junts no sorprendieron y siguieron el guion de las formuladas en el debate frente a Díaz del 10 de septiembre. La que sí llamó la atención fue la dureza con la que se empleó en esta ocasión la portavoz del PNV, Idoia Sagastizabal, cuando arremetió contra el BNG para avanzarle que no iba a contar con el apoyo de su partido y cuando expresó su “preocupación” por cómo podría afectar esa medida a los pequeños empresarios y los autónomos. Sagastizabal abundó ahí en sus críticas a la falta de “consenso, diálogo y acuerdo social” de la propuesta y demandó que este tipo de planteamientos deberían efectuarse en una mesa con los sindicatos y las patronales afectadas “con equilibrio y responsabilidad”.
Josep Maria Cervera, de Junts, profundizó en los duros planteamientos que su portavoz, Miriam Nogueras, le echó en cara hace algo más de un mes a la vicepresidenta cuando la retrató “como la encarnación del demonio” y tachó las medidas defendidas por Rego como “simplistas y populistas”. A Cervera la alusión recurrente a la jornada laboral francesa como modelo a seguir le pareció inoportuna y pintó el escenario político en el país vecino como política y laboralmente “bloqueado”.
El diputado de EH Bildu, Oskar Matute, sí valoró “por coherencia histórica” la medida del BNG y la conectó con las jornadas de huelga general y protestas en el pasado en Euskadi que lograron mejoras laborales frente a las patronales. El diputado de ERC, Jordi Salvador, relacionó ese legado a la huelga de la canadiense en Barcelona en 1919 y alertó ante la alianza de la derecha y la ultraderecha española y catalana ante este tipo de demandas. La portavoz de Sumar, Verónica Martínez, auguró que esa “causa común” acabará por prosperar porque la respalda una amplia mayoría social y pronosticó que algún día se alcanzarán incluso las 32 horas semanales sin reducción salarial. La socialista Ana Cobo afirmó que la actual buena situación económica del país permitiría esos avances.
Desde Vox, Juanjo Aizcorbe, tildó la propuesta de “estafa económica y moral” y de “burla a la inteligencia y la realidad para vender esperanza a los desesperados”. La popular María Isabel Prieto la descartó en el fondo y la forma, la despreció como “un desguace fantasioso” y una “réplica servil” del intento “fracasado” de Yolanda Díaz, y también porque entiende que es unilateral, no tiene acuerdo social ni memoria económica, adolece de defectos técnicos muy graves y copia modelos fallidos como el francés.
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