El impulso de la ruta migratoria de Argelia a Baleares mantiene en vilo a las autoridades
Las llegadas se disparan en agosto y suman ya casi 5.000 desembarcos. Aumenta el flujo de argelinos, aunque la mayoría siguen siendo subsaharianos


El 12 de agosto, mientras decenas de miles de turistas se zambullían en las aguas turquesas de las Baleares, más de 300 personas alcanzaban las costas a bordo de 16 pateras salidas de Argelia. Al día siguiente llegaron 260 náufragos. Veinticuatro horas después, otros 80. Cuatro días más tarde, 160. Y al siguiente, casi 140. Mientras las islas baten récords de visitantes —en julio eran el primer destino de los turistas extranjeros en España— también encadenan máximos de llegadas de migrantes.
Mientras Canarias y el Estrecho se contienen, la ruta argelina se ensancha. Es imprevisible y las fuerzas de seguridad llevan semanas haciéndose preguntas: ¿Qué ocurre en la otra orilla? ¿Está Argelia enviando un mensaje? ¿Se están desviando rutas? Hoy hay más interrogantes que respuestas. Lo seguro es que las llegadas no paran: con los datos oficiales del pasado viernes se constata que el repunte de agosto ha disparado las cifras hasta las 4.800 personas, un 71% más que el año anterior.
Todo apunta a que el récord de 2024, con 5.800 desembarcos, se pulverizará en breve porque están por venir los meses otoñales en los que se multiplican las pateras. Y las islas siguen sin medios suficientes para atender a los recién llegados.
La ruta migratoria de Argelia a Baleares lleva años abriéndose sin una explicación clara. Mucho menos única. Hay quienes creen que Argel reprende así a España por su giro en el Sáhara Occidental en 2022 o con que presiona por una política de visados más favorables. Pero no hay evidencias que sustenten esa afirmación. Argelia, aunque bloqueó las expulsiones de sus nacionales cuando estalló la crisis bilateral, no suele utilizar la inmigración como arma de presión, como sí hacen otros países.
“No tenemos elementos para pensar que esto es una herramienta de Argelia para conseguir algo. La inmigración es un problema interno para el país y llevan muy a gala su control. Y ellos también están preocupados, tienen interés en actuar”, asegura una fuente policial que investiga esta ruta. “Nunca se ha roto la relación con Argelia”, mantienen fuentes del Ministerio del Interior. “Hay una relación cordial, la cooperación policial es muy buena y se trabaja a nivel técnico para frenar la inmigración irregular”.
Lo que está ocurriendo en ese corredor mediterráneo responde, como suele ocurrir, a varios factores, según los expertos consultados. Argelia tiene dos problemas: por un lado, miles de argelinos quieren emigrar. Por otro, se han consolidado grandes asentamientos de subsaharianos, sobre todo en el sur del país. Todos esperan su oportunidad de lanzarse al mar. Todos se pondrán en algún momento en manos de las mafias para intentar llegar a Europa.
Esas mafias se han consolidado con diferentes niveles de sofisticación y tarifas. Las más profesionales operan desde Orán, en el noroeste del país, hacia el Levante español. Usan embarcaciones potentes —motores de hasta 450 cv— y cobran hasta 7.000 euros por plaza. Más al este, cerca de Argel, proliferan viajes en barcas más rudimentarias que cuestan unos 1.500 euros. Los dos modelos convivían, aunque en las últimas semanas parece haberse impuesto la opción low cost hacia Baleares. En las barcas que han llegado recientemente han viajado sobre todo argelinos, que eran minoría entre los llegados a las islas, pero los subsaharianos, especialmente somalíes, siguen siendo mayoritarios en el cómputo total.

“Baleares se ha consolidado como destino favorito frente a la Península y es más barato”, explica el experto policial. Aunque hay truco. Las islas son ahora mismo la ruta hacia España que más crece, pero no hay que olvidar el “número negro” de pateras que llegan a Almería y a Murcia sin ser interceptadas. Esas cifras invisibles impiden tener el mapa completo de las llegadas desde Argelia.
En este último repunte, con al menos 15 desaparecidos, han pesado también factores incontrolables. “Hay un claro patrón climatológico, que se repite cada año entre finales de agosto y finales de octubre”, añade el agente dedicado al control de fronteras. También influyen los movimientos de fondo en las rutas africanas. “Antes Argelia era la segunda opción si fallaba Libia. Ahora es la primera desde que salen de sus países. Vemos desvíos desde el Cuerno de África y migrantes que evitan Mauritania”. El puzzle tiene cientos de piezas.
Aun así, la misma fuente relativiza: “Si ponemos las cifras en contexto con el total de llegadas a la UE [92.860, según Acnur], no son tan altas. Vamos a cerrar el año con un récord histórico, pero el problema no es la cantidad, sino el impacto en un lugar que no puede gestionar tantos desembarcos”.
Noches en el suelo
Margalida Capellà lleva desde diciembre pendiente de estos recién llegados que muchas noches han dormido en la calle con el estómago vacío. En su caso se unen profesión y vocación porque además de vecina entregada es directora del Observatorio de Migraciones en el Mediterráneo de la Universitat de les Illes Balears. “Hace diez años que hablamos de esto y no se ha hecho nada. Sabíamos que la ruta de Baleares acabaría despuntando y advertimos que no había medios”, lamenta. “El problema no es solo el aumento de llegadas, sino el cambio de perfil: de argelinos a personas de origen subsahariano, en muchos casos refugiadas. Y necesitan recursos que son escasos”, añade.
Hoy los migrantes y solicitantes de asilo ya no duermen en la calle, pero su situación sigue siendo precaria. A pesar de que la tendencia de llegadas es creciente desde hace años, el Ministerio de Migraciones apenas contaba con 44 plazas de acogida para casos excepcionales de vulnerabilidad. Con picos de llegadas recurrentes a lo largo del año, decenas de refugiados —hombres y mujeres— tuvieron que dormir varias noches en un parque frente a la estación marítima de Palma. Tras pasar una noche a la intemperie, podían tomar un ferry hacia la Península, donde les esperaba una plaza gestionada por Migraciones. Algo parecido ocurría en Ibiza.
Las soluciones siguen siendo parches. A finales de julio, un acuerdo con la Autoridad Portuaria permitió abrir por las noches la terminal de Palma para que los migrantes durmieran bajo techo, usaran el lavabo y cargaran sus móviles. Ahora, un contrato con Tragsa y Cruz Roja les garantiza cena y desayuno, dos comidas básicas que antes no tenían. Tragsa, empresa pública, asume además la limpieza y seguridad. Migraciones ha aumentado a 64 las plazas de acogida y financia el viaje en barco de los argelinos, antes excluidos incluso de la atención básica de emergencia. No los consideraban vulnerables, aunque muchos quedaban varados porque no podían pagarse el billete.
“Ha mejorado porque los voluntarios ya no nos tenemos que encargar de darles de comer”, reconoce Capellà. “Pero entre esas personas hay supervivientes de naufragios que acaban durmiendo en el suelo”. La experta asegura que este mes de agosto algunos grupos han pasado hasta cuatro días en la terminal por falta de plazas en ferris o centros de acogida. “Es una cuestión de salud pública. Son supervivientes, llegan con quemaduras, algunos con sarna. Y no tienen ni dónde ducharse”. Ana Espinosa, coordinadora general de Cruz Roja en Baleares, celebra las mejoras, aun con matices. “La apertura de la estación es un paso adelante pero no el definitivo. Estamos a la espera de decisiones para hacer una intervención más amplia”. Sigue sin haber fecha para la instalación de módulos en los puertos de Mallorca e Ibiza donde poder atender a los migrantes.
“Faltan medios”, sentencia Luis Fernández, secretario provincial de la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC) en Baleares. “No hay coordinación, falta personal y no tenemos recursos suficientes en Cabrera, la isla con más llegadas”. El Sindicato Unificado de Policía (SUP) ha reclamado también más medios humanos y materiales al Ministerio del Interior.
También los centros de acogida de menores, que gestionan los cuatro consells baleares, están al límite. Formentera dedica más del 20% de los 45 millones de euros que tiene de presupuesto a atender a niños migrantes. Más de 600 menores extranjeros no acompañados viven tutelados en las islas cuando su capacidad, según el Ministerio de Juventud, es de 400. La guerra está abierta porque a pesar de la saturación ya se ha activado el mecanismo para que Canarias y Ceuta repartan miles de menores con otras comunidades y Baleares debería acoger a 49 chicos. “No me puedo imaginar que el Gobierno siga insistiendo”, clamó este martes en la Cadena Ser la presidenta Marga Prohens, que gobierna las islas con los apoyos de Vox. “En Baleares estamos desbordados”.
El Gobierno balear anunció este miércoles que pedirá que se declare la contingencia migratoria en su territorio, como han hecho Canarias y Ceuta para activar el reparto de sus menores. Las islas, sin embargo, no hablan de trasladar a los chicos que ya acogen [el PP lleva meses atacando esa fórmula a pesar de que beneficia comunidades donde gobierna] sino de que las excluyan del reparto.
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