Así se salvó el Valle de Valdeón, en los Picos de Europa, donde los vecinos se quedaron a defender sus tierras
El cambio en el clima ha ayudado a las labores de extinción. Los residentes se quejan de la falta de medios. Todavía preocupa el foco de Riaño

La bruma nubla la vista en el camino que une el Valle de Valdeón, en la parte leonesa de los Picos de Europa, con Fuente Dé, ya en Cantabria, a unos 12 kilómetros. En su mayor parte, el velo gris es niebla. Pero a ratos el vapor se mezcla con el humo de los rescoldos del incendio que llegó desde Bañiedo de la Reina adentrándose por los montes en el parque natural en unas horas. El clima entre un día y otro ha cambiado drásticamente: de más de 30 grados a menos de 20 y de viento sur a viento norte. Por el sendero pasa un coche de bomberos del Ayuntamiento de León, un camión de la UME y, de repente, dos hombres se vislumbran entre la nada, Gonzalo Valbuena, de 31 años, e Íñigo Miguel, de 38. A su lado aún crepitan las llamas de un fuego que ocupa unos cinco metros cuadrados y vigilan que el foco no se extiendan por la ladera. “Si pasa del camino, arrasa todo”, advierten. Ese “todo” es la falda de la montaña bajo la que se encuentran ocho pueblos, como Posada de Valdeón, donde decenas de vecinos se negaron a obedecer la orden de desalojo de la Guardia Civil para “defender” sus casas. “Menos mal que hoy el tiempo acompaña, nos ha salvado”, celebran.
Ese es el mantra que se repetía en torno a las 13.00 horas de este lunes en el camino de Remoña, en el puerto de Pandetrave, a 1.400 metros. En uno de los puntos de los Picos de Europa que une León con Cantabria, varios vecinos realizaban tareas de supervisión para que los focos no se reactivasen, apoyados por el descenso de los termómetros. La noche anterior también realizaron cortafuegos: buscar una zona segura y luego quemar de abajo hacia arriba en favor del viento y en dirección a donde viene el fuego para que no salte a otro punto. Como ladera abajo, hacia el valle. “Nos centramos en salvar los pueblos”, explica Valbuena. La máxima preocupación era mantener el perímetro. “Por la noche había la de Dios de gente. Estaban los profesionales, bomberos, nosotros”.
En ese momento, ocho aldeas estaban bajo orden de desalojo, con los accesos por carretera cortados por la Guardia Civil. Las restricciones se mantuvieron este lunes. Una de las vías por las que no se puede circular es la LE-2703 entre el alto de Pandetrave y uno de los últimos pueblos ante de pasar a Cantabria, Portilla de la Reina. El trayecto se recorre en unos diez minutos. Las laderas de las montañas del centenario parque de los Picos de Europa están negras, con árboles a los que solo les quedan los troncos pelados, chamuscados, y con columnas de humo aún humeantes. Una imagen opuesta a las fotografías que cuelgan del bar Picos de Europa, en Posada de Valdeón, cuyas instantáneas presumen de la riqueza del parque natural.




Apostados en la carretera, un coche de bomberos trabaja sobre uno de los focos. “Esto es ingobernable, dependemos de la climatología”, indica Roberto García, jefe del retén, que ha vuelto de vacaciones para ayudar. “Hay incendios por todas partes. No tenemos medios”. Durante la madrugada, mientras el fuego se comía las montañas y antes de que cambiara el viento y la temperatura, agentes medioambientales de la Junta de Castilla y León, bomberos del Ayuntamiento leonés y algún efectivo llegado de Asturias se batieron con las llamas, que avanzaban hacia Cantabria. Los vecinos no tenían permitido el enfrentamiento directo con el fuego. Aunque hay algunos que sí se aproximaron, según relatan. Ese fue el caso de Valbuena, pues además de vecino de Posada de Valdeón, es bombero de profesión y también se ocupó de organizar a sus paisanos. “Ayer las pasamos putas aquí”, rememora.
A su labor y a la de los bomberos contribuyó en la mañana de este lunes el cambio en el tiempo atmosférico, dando lugar a un día más típico de agosto en Picos de Europa que las jornadas sufridas en las “dos semanas de calor de infierno” anteriores. Todos los consultados coincidían en que la bajada de las temperaturas, la niebla, el cambio de viento e, incluso, algo de orbayo, han sido cruciales para aplacar ese foco, coincidiendo con el final de la ola de calor que ha azotado España. Aunque el incendio sigue preocupando a unos kilómetros, en Riaño, donde adultos y niños desbrozan los márgenes de la carretera en prevención. En el Valle de Valdeón coinciden en que tanto el “cambio climático” como la “falta de limpieza” de los hierbajos ha colocado a los Picos de Europa en un drama con un incendio inaudito.

Quienes controlan los conatos de fuego en la pista de Remoña portan batefuegos —herramienta utilizada para combatir incendios con forma similar a una pala larga—, mochilas con agua y en el mejor de los casos, monos de trabajo para protegerse. Casi todo el material es suyo o cedido por parte del Ayuntamiento. Muchos vigías del fuego estaban ya exhaustos después de una noche de agonía en el Valle del Valdeón. Las llamas llegadas del incendio de Bañiedo de la Reina, a unos 45 kilómetros —originado el miércoles, previsiblemente por un rayo, sin conocer por ahora a cuántas hectáreas ha afectado en el parque natural—, avanzaron hacia esta zona, comiéndose los Picos de Europa, este domingo, “con llamas de 40 metros”. El fuego quemaba el matorral de escoba y brezo, que arde con facilidad y es imposible de parar, poniendo en peligro los hayedos. Pero también los pueblos.
“Un centenar de vecinos”, cuentan los que se quedaron, rehusaron abandonar sus casas cuando sobre las 18.00 horas varias patrullas de la Guardia Civil llegaron para proceder a su evacuación. “En la vida vivimos una situación así aquí. Y en vez de llegar siete coches de bomberos, llegaron siete coches de los GRS para desalojarnos”, se queja Eusebio Lorenzo, de 39 años. Los residentes se quedaron para emplearse en tareas de desbroce alrededor de los municipios y evitar así, en caso de aproximación de las llamas, que estas siguieran su camino dentro de los núcleos urbanos. En esa tarea persistieron durante horas, algunos hasta la madrugada, y en las mismas continuaron por la mañana. También surtieron de avituallamiento y ayuda a los efectivos desplegados en los trabajos directos de extinción.
Entre los que permanecieron está Julio Cernuda, de 44 años, guía de montaña y teniente de alcalde de Posada de Valdeón. “Se trabajó toda la noche con una unión y una camaradería brutal”, clama Cernuda. Ese era el otro mantra que recorría el valle este lunes: todos los consultados se quejaban de la falta de medios para limpiar los campos que rodean los pueblos. Por eso decidieron quedarse. En torno a las 18.00 horas, Cernuda se toma un respiro en el bar Picos de Europa, donde una veintena de personas de entre 20 y 50 años se coordina para continuar con los trabajos de vigía. De una furgoneta sacan varios bidones con gasolina y aceite para alimentar las máquinas desbrozadoras, de su propiedad o proporcionadas por el Ayuntamiento. La imagen se repite adonde se ha desplazado el foco, en Riaño, donde adultos y niños desbrozando por si el incendio se agrava allí.

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