Los incendios se ceban con Zamora, León y Ourense y desbordan a las autoridades
Los profesionales de extinción de incendios denuncian su precariedad laboral y las descoordinaciones del dispositivo de la Junta

El fuego siguió arrasando este miércoles con extrema dureza España, dejando miles de hectáreas carbonizadas. Después de perimetrar y controlar varios fuegos, el principal foco estaba en el noroeste. En concreto, en el triángulo formado por Ourense, León y Zamora. De los diez principales incendios activos identificados por el Ministerio del Interior que había durante la tarde de este jueves, siete estaban en esa zona. Más de 9.500 personas de más medio centenar de municipios castellanoleoneses habían tenido que dejar sus casas ante la amenaza del fuego, que se ha cobrado dos víctimas mortales en Madrid y León y ha dejado siete heridos, cuatro en estado crítico. En Extremadura, el fuego puso en jaque a vecinos de la Cabezabellosa (Cáceres) que se negaron a abandonar sus domicilios. Y todo ello ante el desconcierto de las autoridades del territorio. “Estamos impotentes y a la expectativa”, denunciaba el alcalde de Alija del Infantado (León, 573 habitantes), el popular José María Sánchez Córdoba, ante la amenaza de que el fuego prendiera en un pinar y entrase en la localidad.
La multiplicación de fuegos en la geografía castellanoleonesa ha dificultado sobremanera su abordaje. Máxime con el cóctel envenenado que resulta de las elevadas temperaturas, el viento y las tormentas secas y que impide controlarlos. Según la Junta de Castilla y León, en las tareas de extinción están trabajando 1.500 personas entre profesionales, personal contratado por la Junta, la Unidad Militar de Emergencias (UME) y medios dependientes del Gobierno. La noche de este miércoles, el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, aseguró que existen suficientes medios para combatir los incendios y al tiempo anunció que la UE proporcionará a España dos aviones cisterna, con más de 5.500 litros de capacidad cada una, que se destinarán a las comunidades autónomas.
Además, otras comunidades como Cantabria estaban socorriendo en las labores para sofocar fuegos como el que azota la Montaña Palentina. El presidente de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco, descartó ceder la gestión del fuego al Ejecutivo de Pedro Sánchez, que activó el martes el estado de preemergencia y defendió a su consejero de Medio Ambiente, Juan Carlos Suárez-Quiñones, cuestionado por haber estado en un almuerzo en Gijón el domingo y, posteriormente, haberse justificado así: “Tengo la mala costumbre de comer”.
La bronca política a cuenta de las vacaciones de cada uno continuó este miércoles. “No hay una catástrofe que les haya pillado trabajando”, insistió el ministro Óscar Puente acusando porque el fuego pilló a Mañueco en Cádiz. Le respondió el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, quien pidió su dimisión por “frivolizar con el dolor ajeno”. Pero bajo ese ruido se esconde la preocupación de los ciudadanos desalojados que no saben qué encontrarán a su vuelta a casa y alcaldes de todo signo político. “Era horrible, como una película de miedo”, sollozaba Beatriz Madrid, desalojada de su casa de la localidad de Abejera (Zamora). “Hasta ayer por la tarde no había venido nadie. Ni bomberos ni policía ni nada. Por eso se quedaron. En Quintana y Congosto llegaron cuando ya teníamos las llamas en las casas. Tuve que dar rodeos por carreteras para poder salir”, decía un vecino de Destriana (León) que también fue desalojado.
En los micrófonos de SER, el alcalde de Alija del Infantado, del PP, decía que no habían obtenido recursos “a nivel de protección del pueblo y extinción del incendio” y se quejaba de haber tenido que echar mano de “tractores y máquinas de vecinos y mangueras”. A la vez, Alfonso Fernández, alcalde socialista de Carucedo, afectado por el fuego que carbonizó el espacio natural de Las Médulas, afirmó que quería conocer el plan de la Junta para esas localidades tras haberse sentido “abandonados”.
El malestar, sin embargo, llega más abajo. A primera línea de los incendios. Manuel era el nombre en clave utilizado por los bomberos forestales de Castilla y León para denunciar su precariedad tras los incendios de la sierra de la Culebra de 2022. Hoy vuelve a cobrar fuerza. El fuego ha pasado tres años aletargado para resucitar con fuerza en un territorio que sigue mal avenido contra las llamas: a la ola de calor, denuncian varios profesionales, se suman la falta de medios y recursos de extinción, las pésimas condiciones del operativo y la escasa prevención y cuidado del entorno en comunión con la despoblación. Los bomberos vuelven a emplearse sin descanso, pasando hasta 17 horas sin comer, bebiendo de mangueras de huerto porque no les llegaba agua o incluso teniendo que actuar en su tiempo libre.
Uno de esos, Manuel, que pide no ser identificado, coge el teléfono minutos antes de incorporarse al dispositivo. “Ayer estuvimos trabajando 17 horas y el reloj me marca que he dormido tres horas y tres cuartos. Hoy creo que estaremos más de 12 horas tranquilamente”, comenta el bombero, habituado a jornadas eternas entre humo, rescoldos o llamas de seis metros de alto. La minuta mensual asciende a 1.300 euros si empalman horas extras y los pluses de peligrosidad y nocturnidad en la tendencia de la Junta a extenderles las jornadas hasta el infinito. No siempre con alimento: “El otro día en el incendio de Las Médulas estuvimos sin comer desde la una de la tarde hasta las cuatro de la mañana. Y porque los vecinos nos dieron bocadillos…”, comenta otro colega.
La falta de agua provoca que más de una vez recurran a mangueras de los huertos donde actúan para beber con avidez y empaparse la cabeza. Como salteadores de caminos, en ocasiones engullen sandías o uvas para humedecer el gaznate. Los días intensos pierden hasta cinco kilos. El sindicato UGT salió a avalar este miércoles el malestar de los bomberos al denunciar la “crítica y compleja” situación del operativo contra incendios en Castilla y León por falta de personal y las “condiciones pésimas” que enfrentan sus efectivos. “Hemos dado la espalda al campo, al monte, a los pueblos”, advirtió el responsable de Bomberos Forestales, Javier García. “El presidente [Fernández Mañueco] y el consejero [Suárez-Quiñones] no tienen que explicar dónde han comido, sino por qué no se da la categoría que les corresponde a los bomberos forestales y por qué no se cubren las plazas que faltan de los operativos”, subrayó.

Solo que ellos ni siquiera tienen reconocimiento profesional: el convenio los define como peones forestales. Nada de bomberos forestales, pues eso supondría mejorarles las condiciones. Más furia si cabe cuando supieron que el consejero, Juan Carlos Suárez-Quiñones, andaba de sarao y almuerzo en Gijón mientras los fuegos engordaban.
Estos dos brigadistas proceden de Villardeciervos (Zamora) y desde su base veían la nube gris del incendio nacido en Puercas y de recorrido anárquico hasta engullir Abejera. Llegaron a las seis de la tarde del martes para actuar raudos. Nada. El jefe los mantuvo parados hasta las diez de la noche, cuando los mandó a casa. Sin embargo, se vistieron con su traje oficial y acudieron al frente. Resultado: salvaron Sarracín de Aliste de acabar como Abejera, desolado y con seis heridos graves. “Qué rabia, dijeron que iban a mandar una máquina para rematar pero no han mandado nada. Había carrocetas de la UME paradas, gente que no había visto fuegos ni en el mechero”, se quejan. Otro melón: la coordinación con los militares o los refuerzos del ministerio de Transición Ecológica, los de los Ayuntamientos, Diputaciones o de otras comunidades.
Estas decisiones “incomprensibles” indignan al grupo como soliviantan a colegas de otras provincias parados pese a que el oeste se quema. Allá van algunos mensajes en grupos de WhatsApp donde, incrédulo, el gremio busca respuestas y se despacha con la Junta. Hay expresiones como “Puestos de descoordinación”; “a veces tenemos un plan de incendio, llega un guarda [forestal] y nos lo desbarata”; “la Junta muy mal, incompetente del todo”; “entiendo que están desbordados pero la gestión es malísima”; “es un puto desastre”; “si de estas no hay dimisiones… con esta gente tan sinvergüenza no pasará nada, no sé qué más tiene que pasar pero es muy grave la cosa”; “colapso del operativo, frustración e impotencia, se repiten errores”; “desconexión total entre mundo urbano y rural, despreocupación política a todos los niveles”. Aparte, promesas de dormir en hotel y acabar en polideportivo.
Esta sensación de descontrol se queda en eso, “sensación”, para Alfonso Fernández Mañueco. Así lo remachó el lunes a medianoche en Zamora tras desplazar a los periodistas y algunos miembros del puesto de mando de convocados a las nueve y media en Molezuelas de la Carballeda. El mandatario destaca la inversión en prevención, pero sin estimar las hectáreas forestales de sus dominios: los aproximadamente 125 millones de euros anuales suponen unos 20 euros por hectárea forestal, casi la mitad que Galicia y lejos de los 88 de Andalucía, las tres del PP.

Mañueco afirma que hay 1.500 personas entre los turnos del operativo pero los participantes refieren múltiples casos, además de los vistos por este periodista, donde los paisanos han sido claves para salvar pueblos, aunque varios se han chamuscado: ha ocurrido al menos en Las Médulas, Carucedo, Losacio, Abejera, Puercas, Sarracín de Aliste, Riofrío, Molezuela, Congosta, Villageriz, Ayóo de Vidriales… con estas sensaciones descritas por los bomberos: “La gente de los pueblos está envenenada, dicen que no hay medios trabajando, que están apagando la gente de los pueblos”. Lo decía el alcalde de Alija del Infantado: “Se organizan los vecinos”. Uno de los fallecidos, de hecho, era un voluntario de 35 años que se implicó a fondo en la extinción del fuego. La vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica, Sara Aagesen, apostó por la “profesionalización total” de esas labores. “Castilla y León tiene que seguir reforzando los servicios y medios y apostar para la prevención. La situación de los incendios es complicada, pero tenemos la posibilidad de seguir actuando y hay que dar un impulso adicional para la prevención y mejorar las labores de coordinación”, afirmó en una entrevista en Cadena Ser.
El director general de Gestión Forestal de la Junta de Castilla y León, José Ángel Arranz, responde así a las críticas: “Cuando estás en un hospital y le pides al que te lleva la camilla que tal ha ido la operación, igual no tiene el conocimiento de lo que ha pasado”. El alto cargo achaca las dificultades a los “200 incendios” de estos días, 10 de ellos graves y en “zonas críticas” como Las Médulas. “Los recursos siempre son limitados, también en España o Europa, y hay que priorizar, como en todo, en estas situaciones todo se complica y al tomar decisiones hay que elegir, si no tuviéramos 200 incendios sería más fácil pero priorizamos que no se queme gente o accidentes en los pueblos”, arguye Arranz. Sobre el avituallamiento, alega que suele llegar bien salvo en parajes complejos: “A nadie le falta nada, salvo alguna anécdota”.

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