Mano dura o brazos abiertos: la inmigración aflora las distintas almas del catolicismo español
Fuerzas radicales urgen a defender la esencia cristiana de España frente al Islam, los obispos reivindican el mensaje de acogida del Catecismo y las comunidades de base advierten contra “el populismo que señala al débil”


Un tema candente suscita divergencias dentro de la variopinta comunidad cristiana española, mostrando sus distintas almas: la inmigración. Las discrepancias afloraron este domingo con toda crudeza con una invectiva contra la Conferencia Episcopal (CEE) por parte del presidente de Vox, Santiago Abascal, que se presenta como protector de las raíces cristianas de España para espanto de quienes creen que sus posiciones chocan con el mensaje bíblico. Abascal saltó después de que el órgano de coordinación de los obispos saliese en defensa de la comunidad musulmana ante el veto a sus rezos en instalaciones públicas en Jumilla (Región de Murcia) por parte del PP y Vox. “Una parte de la jerarquía eclesiástica”, sugirió el líder de Vox, actúa solo pensando en mantener los ingresos públicos o incluso parece “amordazada” por la pederastia en su seno. La andanada exterioriza una tensión que viene de atrás y no se limita a Vox y la CEE.
Diversos grupos que se declaran católicos abanderan una cruzada contra unas políticas migratorias que consideran blandas. En sus posiciones hay diferencias, pero comparten la denuncia ante un supuesto debilitamiento de la matriz nacional cristiana. Su altavoz más contundente es Vox. De Abascal para abajo, todos sus portavoces no solo vinculan inmigración e inseguridad, sino que alertan contra la “islamización” de España, frente a la que impulsan iniciativas como el veto de Jumilla o ahora contra el “velo islámico”. La idea vertebral es que los musulmanes son incapaces de integrarse en una España intrínsecamente católica.
También en el campo ultraderechista, Alvise Pérez, que afirma que su política está inspirada en su fe cristiana, mantiene posiciones similares a las de Vox, que se traducirían en medidas como una “cárcel gigante” en la que encerraría a los criminales extranjeros. “Perseverancia, Fuerza y Fe” es uno de los lemas del eurodiputado, en un guiño al electorado católico, al que suele advertir de una “invasión” —sobre todo marroquí— que puede acabar con España.
El PP, que se declara valedor del “humanismo cristiano”, no alcanza la beligerancia de Vox o Alvise, pero sí ha endurecido su discurso a raíz de la irrupción de la extrema derecha. Jumilla es el último ejemplo de una tendencia. A lo largo de más de seis años de acuerdos con Vox, el partido ha pactado diversas medidas que implican la aceptación diversas premisas de Abascal. Este lunes, en rueda de prensa en Génova, Juan Bravo, ejerciendo de portavoz del PP, evitó cualquier polémica con la CEE y se limitó a expresar su “respeto” a la posición del órgano episcopal, informa Virginia Martínez.
Contra el “buenismo”
El activismo católico, ya fuera de los partidos, también es pródigo en posiciones duras. NEOS, coordinadora de grupos en defensa del “humanismo cristiano” impulsada por la Asociación Católica de Propagandistas y liderada por Jaime Mayor Oreja, nació para combatir la “islamización” y difunde mensajes alertando de las “fracturas sociales” que provoca la “inmigración masiva”. En medio de los altercados de julio en Torre Pacheco (Murcia), NEOS difundió su informe de referencia sobre inmigración, Buenismo o eficacia, con el siguiente mensaje: “España no estalla por casualidad”. El director de NEOS, Javier Martínez-Fresneda, ha afirmado que casos así demuestran que “el Estado no funciona porque no está proveyendo de seguridad a los españoles” y defiende que hay que “enseñar la puerta” a “los que no se quieran integrar aquí”.

Más mordaces en las formas, Hazte Oír y su brazo internacional, CitizenGo, adalides de la esencia cristiana de Occidente, organizan campañas como la que trata prohibir las subvenciones a las ONG “que fomentan la inmigración ilegal masiva” y difunden mensajes sobre el “grave peligro” en el que están las mujeres españolas por el “islamismo”. “La cultura de la Cruz es la única que defiende la dignidad humana”, sostuvo el año pasado en una de sus proclamas en redes sociales. Otro mensaje, este del mes pasado: en Torre Pacheco se libró una batalla de “la anti-España” contra “España”.
Catedrática de Antropología Social especializada en inmigración, Emma Martín cree que los mensajes más nacionalistas, de supuesta inspiración cristiana, en realidad suponen una recuperación de los “valores tradicionales del franquismo”. Pese a que usan “la etiqueta de lo español”, en el fondo —añade— son mensajes “estrechos” que “dejan fuera” a todos los que no compartan una visión restrictiva de la sociedad.
El César y Dios
Los promotores de estas campañas no han encontrado en la Iglesia diocesana un colaborador. Durante el pontificado de Francisco, hasta su muerte en abril, el mensaje papal hizo hincapié en la acogida, llegando acusar de cometer un “pecado grave” a quienes “repelen” a los extranjeros. Sus posiciones sobre inmigración suscitaron en varias ocasiones irritación en Vox. Abascal se refirió desdeñosamente al papa como “ciudadano Bergoglio” e Iván Espinosa de los Monteros, siendo dirigente del partido, dijo que si tan partidario era Francisco de recibirlos con los brazos abiertos le parecía “muy bien” que se llevara al Vaticano a “cuantos inmigrantes ilegales quiera”.
La posición de Francisco impregnó a la CEE. Desde su nombramiento en 2022, su secretario general, César García Magán, ha intervenido en varias polémicas para desvincular delincuencia y extranjería, en contra de lo que han hecho el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, Abascal y Alvise. Además, la CEE es uno de los principales apoyos a la iniciativa legislativa popular (ILP) de regularización, en tramitación, y ha llegado a defender la creación de una “autoridad mundial” que regule las migraciones, propuesta que choca de plano con los planteamientos de los nacionalistas de la extrema derecha. El arzobispo de Madrid, José Cobo, el que más irritación causa a Vox, también se ha significado sobre la inmigración en términos en las antípodas de Abascal y los suyos.
Este lunes, la CEE respondió a EL PAÍS que sus posiciones sobre inmigración están basadas en el Catecismo y en la Doctrina Social de la Iglesia y evitó replicar a Abascal. Vox, por su parte, no aclaró si el partido defiende la eliminación de la llamada “casilla de la Iglesia” del IRPF, principal vía de financiación pública de la institución católica, que según Abascal condiciona sus posiciones.
Los mensajes episcopales contra la xenofobia han continuado ya sin Francisco. Poco después de que Vox pidiera en julio la deportación de millones de inmigrantes y sus hijos, entre ellos quienes no cumplan un requisito tan difícil de medir como integrarse, y en medio de los altercados de Torre Pacheco, Fernando Redondo, responsable de Migraciones de la CEE, expresó su “repulsa” ante las “proclamas” discriminatorias y se opuso a cualquier “expulsión generalizada”. Más atención suscitó lo que ocurrió, también en julio, en la tradicional Ofrenda al Apóstol en Santiago. En presencia de Feijóo, el arzobispo Francisco José Prieto tachó de “inaceptable” usar los inmigrantes como “arma política”. Le respondió el dirigente de Vox Jorge Buxadé, que escribió en X “Mateo 22,21”, remitiéndose al versículo que inspira el dicho, ya popular, “al César lo que es del César, a Dios lo que es de Dios”. Una forma de sugerirle a monseñor Prieto que no se meta en política.
Dentro de la CEE, su presidente, Luis Argüello, ha marcado un perfil propio en este espinoso asunto. En una carta de abril en la que apoyaba ILP de regularización, reclamaba también que el debate migratorio cuestionase el “globalismo” y advirtió contra los “reemplazos poblacionales”.
No solo desde posiciones conservadoras hay críticas al discurso imperante de la CEE. Javier Baeza, cura de Entrevías, en Madrid, conocido por su compromiso social, ve en el episcopado “muchas declaraciones”, pero también “silencio y complicidad”. “La Iglesia no solo tiene que apoyar desde la rueda de prensa. En un momento de continuo mensaje xenófobo tiene que abanderar esta causa desde la calle, como lo hicieron manifestándose contra el matrimonio entre personas del mismo sexo o respaldando las movilizaciones contra el aborto”, afirma Baeza, que cree que existe en la Iglesia una “polarización” sobre este tema.
Más énfasis que la CEE en la acogida pone Redes Cristianas, de la que forman parte multitud de entidades de la Iglesia de base como la Asociación de Teólogas y Teólogos Juan XXIII, Comunidades Cristianas CEMI o Somos Iglesia. Si la preocupación de Hazte Oír y NEOS está en la posible pérdida de la brújula católica occidental, lo que inquieta a Redes Cristianas es “el populismo que señala al débil para proteger al poderoso”, según una nota en la que fija su posición frente al auge xenófobo.
También un papel relevante ha tenido Cáritas, que en noviembre del año pasado renunció a las ayudas del Ayuntamiento de Burgos como protesta por la exclusión del resto de ONG de asistencia a inmigrantes de dichas subvenciones acordada por el PP y Vox. El plante frustró la medida, lo que acabó desembocando en la ruptura del gobierno de coalición.
Catecismo, Doctrina Social y CIS
Dentro del debate sobre la inmigración en la comunidad católica, ¿en qué se apoyan unos y otros para aquilatar sus posiciones? Quienes subrayan la obligación de inclusión se remiten a los puntos 297 y 298 de la Doctrina Social, centrados en los “derechos” laborales de los foráneos, y en el punto 2241 del Catecismo, que establece el “deber de acoger” y el “derecho de inmigración”. Por su parte, quienes sostienen visiones más restrictivas recuerdan que este punto del Catecismo añade que los gobiernos pueden “subordinar” este derecho a una serie de “deberes” de quienes llegan “al país de adopción”, obligados a “respetar con gratitud” el “patrimonio material y espiritual” del lugar de destino.
Es difícil saber quién —si Vox o la CEE, si Hazte Oír o Redes Cristianas— está más cerca de la sensibilidad dominante del catolicismo español. El último barómetro del CIS muestra que a los católicos les preocupa más la inmigración que al resto de la población, pero que en ningún caso son mayoría los especialmente preocupados por este tema. Un 26,1% de quienes se declaran católicos practicantes citan este fenómeno entre los tres principales problemas del país, frente a un 20% de los católicos no practicantes, un 14,7% de los ateos, un 13,4% de los indiferentes, un 12,6% de los agnósticos y un 10,5% de los que profesan otras religiones.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma
