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Pedro Sánchez refuerza en Latinoamérica su perfil como referente político para la izquierda

El presidente español ve a la viuda de Mujica, se acerca a Lula y se une con el izquierdista Boric

El presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, llega al Palacio de López para reunirse con el presidente de Paraguay, Santiago Peña, este miércoles en Asunción.
Carlos E. Cué

Pedro Sánchez no pertenece a una tradición política muy izquierdista. Él viene de la socialdemocracia moderada clásica, con posiciones muy promercado. De hecho, él ni siquiera provenía del sector más a la izquierda del PSOE. Cuando se presentó por primera vez a las primarias de 2014, eran sus rivales Eduardo Madina y José Antonio Pérez Tapias los que se disputaban ese voto más a la izquierda en la militancia socialista, mientras Sánchez buscó el más moderado, con Susana Díaz como gran aval.

Sin embargo, a lo largo de los años, y especialmente después de su destitución como secretario general en 2016 y su revancha en las primarias de 2017, en las que ganó contra toda la cúpula y la propia Díaz, Sánchez ha ido consolidando un giro permanente a la izquierda, reforzándose como una figura bien valorada, incluso aunque no le voten, en los espacios políticos a la izquierda del PSOE, ahora divididos entre Sumar y Podemos. Y si ese fenómeno, que ya vivió en su momento José Luis Rodríguez Zapatero —que en 2008 se comió buena parte del voto de IU— es muy claro en España, aún más lo es internacionalmente.

Esta semana, en su séptima gira latinoamericana, Sánchez ha consolidado aún más ese giro a la izquierda no solo en cuestiones políticas sino sobre todo en las simbólicas. El presidente español, que fuera de España logra apoyos en ocasiones más entusiastas que dentro —basta ver la acogida que suele tener entre los socialistas italianos o franceses, muy debilitados, que ven a Sánchez como la gran figura de la socialdemocracia europea—, busca cada vez más los grandes iconos de la izquierda latinoamericana, y en este caso lo ha hecho con Salvador Allende, un marxista que planteó nacionalizaciones y profundas reformas izquierdistas y fue derrocado por un golpe de Estado militar con apoyo de EE UU, y al que ha rendido varios homenajes en los últimos años. Además, lo citó en La Moneda, el palacio en el que murió mientras era bombardeado por Pinochet, y con Pepe Mujica, recientemente fallecido y personaje ya mítico de la izquierda latinoamericana, que fue guerrillero y llegó al poder desde posiciones muy a la izquierda de la socialdemocracia europea clásica de la que viene Sánchez.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, conversa con la viuda del presidente José Mujica, Lucía Topolansky, en la chacra de Rincón del Cerro en Montevideo (Uruguay), el 22 de julio.

El presidente español visitó a su viuda, Lucía Topolansky, exguerrillera tupamara como Mujica, y fue la imagen más potente del viaje. La Moncloa busca así un perfil cada vez más claramente progresista e izquierdista de Sánchez, que podría tener consecuencias electorales similares a las que logró en 2008 Zapatero, cuando ocupó buena parte del espacio de IU, que quedó reducida a la mínima expresión con solo dos diputados mientras el PSOE crecía a 169. Ahora ese trasvase parece mucho más difícil. Pero Sánchez, aunque tiene buena relación con Díaz y trata de proteger la coalición en todo momento, porque necesita que ese espacio esté lo más fuerte posible, no desaprovecha ninguna ocasión para acercarse a los referentes simbólicos y políticos a la izquierda del PSOE.

El presidente de Chile, Gabriel Boric, saluda junto al presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, en el palacio de La Moneda en Santiago (Chile), el 21 de julio de 2025.

El presidente español ha viajado hasta Santiago de Chile invitado por Gabriel Boric, otro personaje muy a la izquierda de la socialdemocracia chilena, que tenía una estrecha relación con Pablo Iglesias y después con Yolanda Díaz, mucho más cercanos a su familia política. Sánchez también se está acercando mucho a Lula da Silva, también presente en Santiago de Chile, otro referente de los sectores a la izquierda de la socialdemocracia, ya que viene del Partido de los Trabajadores, aunque con los años ha ido moderando sus posiciones. Díaz también ha buscado la cercanía de Lula, más cercano a su familia política que a la de Sánchez. Pero es el líder del PSOE quien está trenzando con él una alianza mundial que pretende ser una alternativa al mundo que está diseñando Donald Trump.

Esta estrategia se aprecia también en el discurso de Sánchez, cada vez más identificado con los valores clásicos de la izquierda y enfrentado a algunos referentes del PSOE clásico que plantean políticas más moderadas e incluso un acercamiento al PP, aunque después en la gestión diaria del Gobierno hay muchas tensiones porque Sumar quiere ir mucho más lejos y profundizar las políticas progresistas en cuestiones clave como vivienda, donde el PSOE siempre se resiste a algunos cambios que afecten a los propietarios.

Pedro Sánchez junto a Santiago Peña, en el Palacio Presidencial de Asunción, el 23 de julio de 2025.

En su última etapa del viaje, en Paraguay, menos política y menos izquierdista porque aquí el presidente es el conservador Santiago Peña, Sánchez tampoco dejó pasar la ocasión para buscar el choque con Donald Trump, que también refuerza el papel del presidente español como referente progresista europeo. En Asunción, la capital paraguaya, en un encuentro empresarial, Sánchez ha recordado que su Gobierno ha puesto en marcha un plan de 6.700 millones de euros frente a “los mal llamados ‘aranceles recíprocos’ de la Administración Trump”.

“Nuestro objetivo es compartido: evitar una guerra comercial. Pero, si se produce, Europa debe estar a la altura de lo que esperan nuestras empresas. Es por ello que creemos que los ingresos derivados de cualquier contramedida que implementemos deberían destinarse a la creación de un nuevo fondo europeo de ayuda a los sectores más afectados. Debemos hacer frente al proteccionismo asociándonos. La aprobación del acuerdo UE–Mercosur y su entrada en vigor son un hito fundamental. Necesitamos, más que nunca, defender un orden multilateral basado en reglas y reforzar la cooperación internacional. Porque el multilateralismo no es un principio abstracto. Al contrario. Es una herramienta fundamental y necesaria para afrontar desafíos reales: desde el desarrollo sostenible hasta la respuesta ante crisis económicas, desastres naturales, pandemias o el avance de la desigualdad”, remató Sánchez, empeñado en representar en todo el mundo, también en Latinoamérica, un espacio clave para España, que otra visión del mundo es posible.

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Sobre la firma

Carlos E. Cué
Es corresponsal político de EL PAÍS, encargado de la información del Gobierno y de los viajes del presidente. Antes fue corresponsal en Buenos Aires y está especializado en información política, siguiendo a distintos gobiernos y a varios partidos. Ex alumno del Liceo Italiano de Madrid, se licenció en Economía y cursó el máster de EL PAÍS.
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