Málaga se enreda en su enésima polémica sobre la falta de limpieza de los barrios
Vecinos se lanzan a fregar las aceras en protesta, mientras el Ayuntamiento culpa a la falta de civismo y a la escasez de lluvia


Cubos, fregonas, agua y lejía. Son algunas de las herramientas con las que un puñado de residentes de la barriada Miraflores de los Ángeles, en el noroeste de la ciudad de Málaga, salieron hace unos días a protestar. Se quejaban de la falta de limpieza de sus calles y predicaron con el ejemplo: quitaron chicles, eliminaron orines y se afanaron con manchas de todo tipo que evidenciaban no haber visto un cepillo en mucho tiempo. El gesto fue una llamada de atención para el Ayuntamiento porque los vecinos consideran que todos los esfuerzos se centran en dar lustre al casco histórico y las zonas más turísticas para, mientras tanto, olvidar el resto de la capital. Algo que niega el Consistorio, que incluso amenaza con denunciar a quien critique el trabajo realizado por los operarios municipales.
Las polémicas de Málaga con su limpieza son cíclicas. Vuelven una y otra vez, como un mal endémico que nadie termina de arreglar. Es un proceso circular en el que los vecinos protestan, el Ayuntamiento responde, nace una polémica política y después las aguas se calman hasta que vuelve un nuevo temporal en forma de quejas y reclamaciones.
Este verano ha vuelto la tormenta por el hartazgo de muchas barriadas, la mayoría obreras y levantadas en los años sesenta. Son zonas donde —y fácilmente se puede comprobar— la suciedad en las aceras es contante desde hace años y, sin embargo, apenas ven pasar a los trabajadores de la empresa municipal Limasam, que cuenta con 2.200 empleados, de los que 1.800 son fijos.

La reivindicación tiene base. En 2023, la Encuesta Social Malagueña realizada por la Universidad de Málaga reflejaba que la limpieza era la segunda preocupación de los malagueños tras el precio de la vivienda y que era un problema que afectaba personalmente al 25% de la población.
Ese mismo año, la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) situaba a la ciudad andaluza como la décima más sucia entre las 69 que analizaron en todo el país. En estudios realizados en 2019 y 2011 por la misma entidad, la capital malagueña también se encontraba a la cola, como otras muchas de Andalucía.
La semana pasada, a las cuadrillas vecinales de limpieza se unió otra acción simbólica. Varios integrantes de la plataforma Málaga habitable, verde, sostenible —conocida como Málaga Ha vesos y conformada por varios movimientos sociales como Bosque Urbano Málaga y distintas asociaciones de vecinos— depositaron varias bolsas de basura en las escaleras del Ayuntamiento.
Una acción con la que volvían a poner en foco mediático la situación que, aseguran, viven más allá del centro histórico. “La cuestión de fondo es el completo abandono de los barrios”, señala Miguel Jiménez, portavoz de la organización. También vecino de Miraflores, señala que, tras las quejas, esta semana hay más operarios limpiando su barrio “pero vienen de otros distritos y al final es vestir un santo para desvestir a otro: lo que hace falta es poner más recursos”, subraya. Jiménez recalca que otras zonas como Dos Hermanas o Los Corazones también se han movilizado en los últimos días. Además, en Santa Paula convocaron una protesta a la que se sumaron un centenar de personas. A ello se unen las pancartas aparecidas en los últimos días con el lema Barrios sucios en distintos puntos de la ciudad.
“No he recibido ninguna queja”
Las protestas vecinales han caldeado aún más el ambiente en una Málaga que ha pasado cuatro días de calor extremo debido al terral, viento seco y caluroso que llega desde el interior de la provincia. Cuando el alcalde, Francisco de la Torre (PP), fue cuestionado por la limpieza, su respuesta fue sencilla: “No he recibido ninguna queja”.
Si el regidor se ponía de perfil ante la situación, la concejala de Servicios Operativos, Playas y Fiestas, Teresa Porras, entró de lleno. Tanto, que amenazó con denunciar a quienes “están falseando cosas de la ciudad” e insistió en que parte de la responsabilidad es de la ciudadanía. “Todos tenemos que procurar que la ciudad esté limpia”, aseguró.

Tras el desafío lanzado por la edil del Partido Popular, las redes se llenaron con la etiqueta #Porrasyonomiento con imágenes de suciedad a lo largo de la capital malagueña. Papeleras desbordadas, aceras llenas de costra negra, alcorques repletos de plásticos o contenedores completos y rodeados de bolsas de basura protagonizan algunas de esas imágenes localizadas en Los Corazones, el centro, calle Mármoles o Capuchinos.
En otros rincones, como El Palo, tampoco es difícil encontrar aceras sucias con roña acumulada desde hace tiempo. Antonio Martín, vecino de Miraflores de los Ángeles, molesto por la situación, envió también una carta a varios medios de comunicación dirigida a la concejala. “Fatiga le debía dar amenazar a los vecinos por hechos verídicos y reales”, recalca la misiva, donde invita a los políticos locales a dar “un paseíto” para “que vean la porquería acumulada”. A cambio, insisten los vecinos, el centro histórico, los paseos marítimos y otras ubicaciones ligadas con la imagen turística de la ciudad están impolutas porque el personal de limpieza pasa por allí con frecuencia.
Este lunes, durante la comisión de Medio Ambiente, Porras volvió a insistir en su amenaza. “Voy a denunciar a su partido por hacer vídeos falsos”, afirmaba con vehemencia y dirigiéndose al portavoz de Con Málaga, Nicolás Sguiglia, que criticaba el “resorte autoritario” de la concejala y le respondía: “¿De las aceras negras también tienen la culpa los vecinos?”. Porras, además, acusó a la oposición de “pagar campañas” para difundir que la ciudad está sucia. Luego se fue de ruta con la concejala del PSOE Begoña Medina y el propio Sguiglia en busca de manchas.
Fue un paseo donde la concejala defendía que las aceras relucían mientras la oposición señalaba la suciedad. En la SER, la concejal de Servicios Operativos escuchó este martes varios mensajes de ciudadanos quejándose de la situación. Ella respondió que la falta de colaboración, la falta de lluvia y “que la gente vive mucho en la calle” son algunas de las razones para la existencia de suciedad. “Todos tenemos que hacer autocrítica, como por qué los ciudadanos viven tanto en la calle”, afirmó.
La concejala ha defendido a la plantilla y los medios de Limasam, la empresa municipal que realiza los trabajos de limpieza en la ciudad. Cuenta con 2.200 trabajadores, de los que 1.800 son fijos, según datos del Ayuntamiento. Tiene un presupuesto de 150 millones de euros en 2025, el quinto de una compañía que hasta 2020 era una concesión a un grupo de empresas privadas y que trajo numerosos quebraderos de cabeza al Ayuntamiento malagueño en forma de huelgas y quejas vecinales.
Aspectos que no se han conseguido solucionar mientras los vecinos aseguran que habrá pronto nuevas movilizaciones. “Lo que vamos a hacer es quedarnos de brazos cruzados esperando que la mierda devore a nuestras barriadas”, advierten desde la plataforma Málaga Ha Vesos.

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