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Netanyahu divide a la política española

Mientras el Gobierno organiza una cita con 20 países en Madrid para presionar a Israel, el PP se divide en tres y duda condicionado por el antisanchismo

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante la reunión de la Internacional Socialista en Estambul, este sábado.Foto: ERDEM SAHIN (EFE) | Vídeo: EPV
Carlos E. Cué

El Palacio de Santa Cruz, una joya del Madrid de los Austrias y sede del Ministerio de Asuntos Exteriores, vivirá este domingo una escena en su patio principal con un mensaje político muy potente. El ministro José Manuel Albares será el anfitrión de una reunión del grupo denominado Madrid+, en la que se sentarán representantes diplomáticos de los principales países europeos –estarán Alemania, el Reino Unido, Francia, Italia, Portugal, Irlanda, Noruega, Islandia, Eslovenia, Malta y también un representante de la UE– con los de los de grandes países del mundo árabe y musulmán –Arabia Saudí, Egipto, Turquía, Marruecos, Jordania, Catar, Baréin y un enviado de la Organización para la Cooperación Islámica–. A ellos se sumará Brasil, el gigante latinoamericano, cuyo ministro de Exteriores viajará expresamente para la cita. “España se convierte en la voz que hace de puente entre Europa y el mundo árabe”, señalan con entusiasmo desde el Gobierno, que considera un gran éxito esta convocatoria tan amplia en un momento clave.

En la mesa también estará Palestina, que España reconoció como Estado hace ahora justo un año –se cumple el miércoles– con un lema del grupo muy claro: “Por la implementación de la solución de los dos Estados”. La imagen de los grandes europeos y potencias musulmanas sentados con Palestina es en sí un mensaje inequívoco en plena escalada de la presión internacional para que Israel frene su ofensiva en Gaza y deje entrar ayuda humanitaria.

Tanto el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, como su ministro Albares se han movido mucho en las últimas semanas para lograr esta asistencia histórica –las anteriores reuniones de este grupo de Madrid no llegaban a la decena de países– y lanzar un mensaje rotundo: el Gobierno español apuesta fuerte por la solución de los dos Estados, que rechaza de plano el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu. Y al mismo tiempo por unir a países europeos y musulmanes en posiciones diferentes pero con un mensaje claro hacia el líder israelí, que se está lanzando contra los europeos e incluso les acusa de estar empujando a ataques contra los judíos como el que mató en Washington a dos empleados de la embajada de Israel.

Sánchez y Albares van cada vez más fuertes con este asunto. Multiplican movimientos, endurecen su discurso –“Palestina se desangra ante nuestros ojos”, dijo la semana pasada el presidente en Bagdad, invitado por la Liga Árabe– y han hecho de esta cuestión el eje de su agenda política internacional. Mientras, en España el PSOE vive una semana muy delicada por decisiones judiciales duras, como la de una jueza extremeña de sentar en el banquillo al hermano del jefe del Ejecutivo, David Sánchez, por prevaricación y tráfico de influencias, pese a la opinión en contra de la Fiscalía.

Pedro Sánchez y su equipo incluso están buscando medidas más audaces para ayudar a Gaza, no solo gestos políticos como el de reconocer a Palestina, la propia reunión de este domingo en Madrid o la resolución de la ONU que está promoviendo el presidente español para que la Corte Internacional de Justicia exija a Israel que deje entrar la ayuda humanitaria a la franja de Gaza.

También se han estudiado otras soluciones, como enviar ayuda desde el aire o establecer un campamento en Rafah, en la frontera con Egipto, pero todo parece inviable porque ni este país ni Israel permiten ninguno de estos movimientos. Aun así, el Gobierno sigue buscando soluciones y ahora ve cómo se suman a su posición varios países europeos que antes estaban mucho más reticentes.

Sánchez, Sumar, y los grupos políticos que sostienen al Gobierno en el Congreso lo tienen muy claro. Pero la cuestión, pese al rechazo muy mayoritario de la opinión pública a la ofensiva de Israel sobre Gaza, según las encuestas, divide de forma muy virulenta a la política española. Y sobre todo al PP, que esta semana ya se ha llegado a fraccionar prácticamente en tres sectores: los más duros, con apoyo cerrado a Israel, como Isabel Díaz Ayuso; los más críticos con Tel Aviv, como el andaluz Juanma Moreno, que calificó de “disparate que hay que parar” la decisión de Israel de no dejar entrar ayuda, o Borja Sémper, que habló de las “atrocidades que está cometiendo Netanyahu”, y luego una vía intermedia, la del líder, Alberto Núñez Feijóo, que juega a dos bandas. Por un lado, el presidente popular se burla en el Congreso de Sánchez por pedir que no participe Israel en Eurovisión y lo acuso de buscar con ello eludir sus problemas internos, pero por otro matiza que “Israel ha de cesar sus actividades militares, distinguir el terrorismo de la población civil y facilitar la ayuda humanitaria”.

Viraje de Feijóo

Feijóo, que hasta ahora había evitado cualquier tipo de crítica a Israel y empieza a hacerlas pero muy tímidamente, en contraste con la posición mucho más clara de Sánchez, está muy condicionado, según señalan varios dirigentes del PP consultados, por el antisanchismo. Ese es un fenómeno decisivo en la política española y especialmente en la derecha, donde se ha convertido en un catalizador indispensable que moviliza mucho más que la marca PP o el propio líder de los populares. “Hay dirigentes que creen que si Sánchez está contra Netanyahu, nosotros tenemos que estar en lado contrario porque es lo que quiere nuestra gente. Y eso a veces nos hace estar en posiciones incómodas. Nadie puede respaldar ahora lo que está haciendo Netanyahu, todos vemos las mismas imágenes y nuestra gente también es sensible a ellas como todos, aunque tengamos muy claro que esto arrancó con un atentado terrible de Hamás”, señala un dirigente popular.

“Sánchez ha jugado tanto a la polarización que ahora buena parte de la derecha mira a ver qué opina de algo para pensar lo contrario. No tiene sentido, en esta cuestión de Palestina nuestro electorado es tan sensible como los demás, hay que ver las encuestas”, señala otro. Los sondeos, efectivamente, hablan de un rechazo muy mayoritario a los ataques de Israel y su bloqueo a la ayuda humanitaria, también en sectores conservadores.

Feijóo matizó su posición después de recibir un varapalo de alguien muy sensible para el mundo conservador como el líder de los obispos españoles, Luis Argüello, que fue directo contra él: “Gritemos alto y claro contra el drama humanitario que ocurre en Gaza por la acción del Gobierno de Israel. No cabe el silencio usando el argumento de que el Gobierno de España lo utiliza como escudo para ocultar otros problemas. Ese silencio utiliza la misma táctica encubridora” dijo justo después de que Feijóo alegara a esa idea del escudo ante Sánchez en el Congreso.

Frente a la visión de que lo internacional no mueve nada la política española, Gaza demuestra lo contrario. El debate es muy intenso en la izquierda, donde Sumar y Podemos presionan para romper relaciones con Israel y hacer un embargo total de armas, algo que se ha admitido por primera vez a trámite en el Congreso esta semana, y le piden más a Sánchez. Pero ese debate alcanza aún mayor profunidad en la derecha, muy dividida en una cuestión clave.

FAES, con Netanyahu

Ajenos a las presiones de la Iglesia o la sensibilidad que muestran las encuestas en muchos sectores conservadores, en el PP, y no solo en Vox, sectores influyentes siguen apoyando a Israel cueste lo que cueste, como FAES, la fundación de José María Aznar. El expresidente ha pasado de su gran proximidad cuando estaba en La Moncloa con Yasir Arafat, el histórico líder palestino con el que se vio varias veces, y su apuesta indiscutible por la solución de los dos Estados, a una defensa cerrada de la ofensiva de Netanyahu. “Si Israel no gana, la próxima batalla será en las costas del sur de Europa”, llegó a decir el año pasado. Esta semana, FAES ha publicado un documento, titulado ¿Y si Hamás se rinde?, en el que plantea que la única solución es la rendición incondicional de este grupo, califica la ofensiva de Israel de “legítima respuesta” y critica a Sánchez y a la izquierda por “tomar al agredido como agresor”, porque entiende que el país hebreo sería el agredido por los atentados de Hamás y no merece una sola crítica su actuación posterior. “A diferencia de lo que proclama el tópico, las guerras no terminan en una mesa de negociación, sino cuando un bando gana y el otro pierde. Y en este conflicto Hamás tiene que perder”, remata el documento de FAES, en línea con lo que piensa Aznar.

Rotunda ha sido también la presidenta Ayuso. La líder madrileña, que casi llegó a empujar el voto a favor de Israel en la noche de Eurovisión, estalló esta semana en el Parlamento autonómico cuando la portavoz de Más Madrid, Manuela Bergerot, le dijo que era “cómplice de la ocupación, de la hambruna y del asesinato”. Sin una sola palabra para criticar a Israel o pedir que deje entrar ayuda humanitaria, la presidenta centró todo en Hamás. “¿Qué hacen las autoridades palestinas por proteger a su gente? Ni agua, ni educación. Túneles para bombardear sistemáticamente a Israel. Cuando hay genocidios contra esos católicos como pasa en África, no dicen nada”, espetó a la bancada de izquierda, mientras la socialista Mar Espinar le pedía que criticara a los dos lados: “¿Puede su corazón, como el nuestro, llorar por las víctimas de los crímenes de Hamás y condenar el genocidio que está cometiendo el Estado de Israel? No es de izquierdas ni de derechas, se trata de tener corazón o de no tenerlo”.

Lo que está claro, y se verá hoy en la cita en el Palacio de Santa Cruz, es que Sánchez y Albares van cada vez más fuertes para presionar a Netanyahu mientras varios países europeos parecen estar girando tímidamente hacia las posiciones que España defiende hace más de un año. Feijóo, por su parte, busca una difícil posición de equilibrio entre los sectores del PP que la ofensiva del primer ministro israelí complica cada vez más. El debate no ha acabado, y el líder de la oposición tendrá con toda probabilidad mucha presión para fijar una postura más clara, mientras Netanyahu sigue diviviendo a la política española.

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Sobre la firma

Carlos E. Cué
Es corresponsal político de EL PAÍS, encargado de la información del Gobierno y de los viajes del presidente. Antes fue corresponsal en Buenos Aires y está especializado en información política, siguiendo a distintos gobiernos y a varios partidos. Ex alumno del Liceo Italiano de Madrid, se licenció en Economía y cursó el máster de EL PAÍS.
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