Un hombre honrado espera 73 años una recompensa moral por hallar un tesoro
Un libro recupera el descubrimiento por parte de tres vecinos de 120 monedas de oro y plata romanas en Guadalajara entregadas a las autoridades


El relato oficial señala que, en 1952, tres vecinos de Yunquera de Henares (4.500 habitantes, Guadalajara) encontraron casualmente en una finca del municipio, conocida como El Tesoro, 120 monedas de oro y plata de época romana, además de los fragmentos de la vasija que las contenía. Se llamaban, según los documentos de la época, “Don Julio Pérez Rojas y sus criados Julián Martínez Martínez y Fernando Riofrío Pérez”.
Las autoridades del momento trasladaron el tesoro al Museo Municipal de San Isidro, en Madrid, ―en Guadalajara no existía ninguno apropiado― y pagaron una importante cantidad a los descubridores. El libro La ocultación numismática de Yunquera de Henares conservada en el museo de San Isidro-Los orígenes de Madrid, publicado por la Diputación de Guadalajara, reconstruye el hallazgo de este destacado conjunto monetario del II d. C. que hoy, sorprendentemente, no se expone en el museo madrileño, sino que se guarda en sus almacenes, aunque a principios de año se le dedicó una exposición temporal.
El miércoles 21 de mayo, además de la presentación del libro, se homenajeará a Julián Martínez, el único superviviente de los tres, que nunca fue recompensado, pero sí su padre, porque él tenía 15 años en el momento del hallazgo. Julián, pese a su corta edad, fue quien dirigía el arado que topó con el tesoro. Las otras dos personas estaban varios metros alejadas y se acercaron cuando Martínez reclamó su ayuda. “Me ha contado mil veces que él no cobró la recompensa y que no recuerda la presencia de Fernando Riofrío. También está muy mayor, eso es verdad”, señala su hijo, Ángel Martínez.

La ocultación del tesoro, en torno al 170 d. C., coincide con un periodo “de crisis profunda” generada por el fin del expansionismo romano y la llamada peste antoniniana (165-180 d.C.), que fue propagada por todo el Imperio romano por las legiones que regresaban de Próximo Oriente después de luchar con los persas.
El foco de la enfermedad se produjo durante el asedio de la ciudad de Seleucia, una de las metrópolis mayores del mundo, situada a la orilla del Tigris. De hecho, la pandemia mató a cinco millones de personas y afectó a todas las clases sociales, incluidos emperadores como Lucio Vero (169 d. C.) y Marco Aurelio (180 d.C.), como recuerdan los autores del libro, Jorge Morín de Pablos, director de Arqueología de la consultora Audema, y Emilio Gamo, conservador de Numismática del Museo Arqueológico Nacional.
La mortal epidemia no afectó por igual a toda Hispania. Las provincias Bética y la Tarraconense, con un tejido urbano de enorme vitalidad, lograron vadearla, mientras que en el centro peninsular las ciudades decayeron hasta prácticamente desaparecer. “Este fenómeno está bien constatado arqueológicamente en Segóbriga (Cuenca), donde a mediados del siglo II d.C., todo el cinturón agropecuario generado para la ciudad había desaparecido. En Yunquera de Henares, un territorio ligado al ager (campos cultivados) de Complutum (Madrid), ocurre algo parecido, al igual que en Ercávica, Valeria o Segóbriga. La ocultación del tesoro es un testimonio elocuente de estos tiempos convulsos que vivió el Imperio y la Hispania romana”, se lee en el libro.
El alcalde de Yunquera, tras recibir las monedas halladas el 14 de abril de 1952, escribió al gobernador civil, el general Miguel Moscardó Guzmán. “En el paraje conocido por El Tesoro, en finca rústica sembrada de avena propiedad del vecino de esta villa don Julio Pérez Rojas, y en ocasión de hallarse sus criados Julián Martínez Martínez y Fernando Riofrío Pérez, dedicados a la andadura de la siembra observaron un inconveniente en uno de los arados que resultó ser un recipiente ya roto al parecer de barro antiguo que contenía algunas monedas, y registrando más minuciosamente el lugar pudieron reunir, según explicaciones, aproximadamente un centenar de monedas de plata y dos de oro que, al parecer, deben corresponder al siglo primero o segundo de la Era Cristiana. Las monedas referidas, según noticias, la mayoría se hallan en poder de referidos criados y otras que debieron ser distribuidas y cuyos poseedores ignoro”.

Moscardó respondió al regidor 15 días después que los expertos de la Comisaría General de Excavaciones Arqueológicas recogerían los objetos y que se premiaría a los descubridores “por su buen proceder y patriotismo al no ocultar el hallazgo propiedad del Estado”.
Sin embargo, el tiempo pasaba y nadie venía a recoger el tesoro ni a entregar la recompensa. Cuatro años después, el 18 de noviembre de 1956, el director del Instituto Arqueológico Municipal de Madrid, Julio Martínez Santa-Olalla, acudió a recoger los 118 denarios de plata y los dos áureos. El 20 de septiembre de 1957 se acordó el pago a los descubridores.
Se compensaría a Julián Martínez por el valor de 76 denarios y dos áureos, a Fernando Riofrío por 28 denarios y a Julio Pérez por 14. Julián, que se encontraba haciendo el servicio militar en Ceuta, fue representado por su padre, Doroteo. Los tres beneficiados acordaron, a pesar de la diferencia en el número de monedas encontradas por cada uno, repartirse a partes iguales las 9.475 pesetas que les entregaron. Mientras, Julián seguía en el cuartel.
José Antonio Pérez, archivero de Yunquera, aclara que el padre de Julián cobró la indemnización. “Si luego le dieron el dinero o no, pues eso ya no lo sé. Pero la firma del padre está en el recibo de entrega”. El archivero cree que, por su edad, Julián ya no recuerda a Fernando Riofrío, otro de peones que recogieron las monedas esparcidas. “Poco después del descubrimiento dejó el pueblo. Se iría a Madrid o Alcalá, a trabajar en una industria del Corredor del Henares. Le perdimos la pista”, señala.
El tesoro hallado por estas personas se ubica cronológicamente entre los reinados de Vespasiano y el de Marco Aurelio. La moneda más antigua de las que forman esta ocultación es un denario de Vespasiano datado entre los años 76-77 d.C. Las más recientes y que, por tanto, muestran que la fecha de cierre fue acuñada en el 170 d.C., “un ambiente general de inestabilidad en la Bética, que incluiría las incursiones de los mauri procedentes del norte de África”, señala Jorge Morín.
Sin embargo, en el caso de Yunquera de Henares, considerando la lejanía de la Bética, hay otros factores que influirían en esta ocultación, como es una crisis general de la vida urbana en las ciudades de la Meseta, que afecta claramente a Caraca-Cerro de la Virgen de la Muela, en Driebes, también en Guadalajara. Es posible que la peste antoniniana azotara Hispania en este momento, aunque es cierto que las fuentes escritas se refieren fundamentalmente a la incidencia de la pandemia en las provincias orientales”, recuerda Emilio Gamo.
La ocultación numismática está compuesta por emisiones correspondientes a los emperadores Vespasiano, Tito y Domiciano, Nerva, Trajano, Adriano, Antonino Pío, Lucio Vero y Marco Aurelio. El tesoro fue hallado en una vasija rota en nueve fragmentos y, además de las monedas, junto a él se encontró “un material parecido al cemento”, lo cual probablemente se está refiriendo a restos de opus caementicium, quizás pertenecientes a las estructuras constructivas de la villa romana desaparecida”, dicen los expertos. Julián Martínez fue protagonista de todo esto y ahora recibirá su honorífica recompensa moral y el aplauso ciudadano.
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