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Dos “hermanos menores” del barranco del Poyo causaron la riada mortal del 29-O

Un estudio concluye que el origen de los mayores daños de la dana se produjo en ramblas carentes de caudalímetros de la Confederación del Júcar que la Generalitat no vigiló

Estado actual  barranco del Poyo a su paso por Chiva.
José Manuel Romero

Un grupo de expertos de la Universidad de Valencia, de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) y de la Asociación Valenciana de Meteorología (Avamet) ha analizado los “volúmenes de precipitación en las cuencas de la rambla del Poyo en la génesis de las riadas del 29 octubre de 2024” que causaron al menos 225 muertos. El estudio hace una estimación según la cual el caudal de la riada mortífera pudo triplicar o más los 2.283 metros cúbicos por segundo que se registraron en el aforo (el punto de medición) de la rambla del Poyo antes de romperse a las 18.55.

La principal conclusión del estudio es que la primera ola de la riada que sacudió la zona de l’Horta Sud se produjo “no tanto por las lluvias en la cabecera y cauce medio del Poyo, sino por las precipitaciones en las cabeceras de los barrancos de Horteta y Gallego, afluentes del Poyo con el que confluyen aguas abajo” del caudalímetro de la Confederación del Júcar, el instrumento instalado en un punto de la rambla para la medición del caudal.

Esta primera conclusión refuerza la hipótesis de que la primera riada no pudo ser detectada por el caudalímetro de la Confederación Hidrográfica del Júcar porque se produjo aguas abajo. La única manera de alertar sobre esa riada habría sido con la vigilancia de los barrancos in situ por los bomberos y agentes forestales de la Generalitat Valenciana. Pero esa vigilancia dejó de realizarse a partir de las tres de la tarde porque el caudal en el barranco del Poyo había descendido hasta situarse por debajo de los niveles de riesgo y se ordenó a los bomberos retirarse, según explicó uno de sus responsables. “Si nos hubiéramos quedado, como teníamos previsto, habríamos comprobado al momento el aumento del caudal cuando se produjo poco después. Nos retiraron cuando no llovía y luego cayó lo que cayó. La Confederación controla los ríos y muchos barrancos, pero con medios técnicos, no sobre el terreno como nosotros”, explicó a EL PAÍS un bombero forestal con décadas de experiencia.

El barranco del Poyo tiene “dos hermanos menores, los barrancos de Horteta y Gallego”. “El primero de ellos confluye con el Poyo en el municipio de Torrent, justo antes del punto apical del gran abanico aluvial en el que se produjo la riada (la parte más alta donde el torrente abandona la zona montañosa y comienza a expandirse en la llanura)”. Los expertos han analizado la distribución espacial del volumen de las precipitaciones caídas el 29 de octubre en Valencia y han elaborado tres “hipótesis bastante fiables” sobre lo ocurrido.

1. Los aportes de precipitación de 16.00 a 19.00 en la parte de cuenca aguas abajo del aforo durante la segunda riada del Poyo —la primera se produjo por la mañana y luego el caudal descendió—, la catastrófica de la tarde, son mayores que los caídos en la parte de cuenca aforada (medida).

2. La precipitación comenzó a caer con fortísimos volúmenes en las cuencas de Horteta y Gallego al menos una hora antes de hacerlo en las cabeceras de Poyo; solo la parte baja de la cuenca aforada, la que se extiende tras la confluencia de los barrancos Grande y Chiva en Cheste, tuvo un comportamiento similar al de la parte no aforada, pero sus aportes no llegan a alcanzar ni un tercio del total.

3. Los aportes pluviométricos horarios de la parte aforada tienen dos picos temporales por la tarde, a las 18.00 y a las 20.00, hora esta última que es cuando las lluvias en las cuencas de los barrancos Grande y Chiva ya fueron claramente mayores que los del resto de la cuenca.

“Pudo haber pasado”, señala el estudio, “que quien golpeó primero fuera el barranco de Horteta con la ayuda del barranco de Gallego, el hermano más pequeño, y luego llegase el agua de la parte baja de la cuenca de Poyo, el hermano mayor y quien se está llevando la mala fama de la responsabilidad”.

El estudio concluye: “Solo caben dos soluciones”:

a) O se juntaron los picos de Horteta, Gallego y parte baja de Poyo (la que rompió el aforo con 2.000 metros cúbicos por segundo), y entonces la riada pudo triplicar o más esta cantidad.

b) O golpeó primero Horteta y seguidamente lo hicieron Gallego y Poyo, con una cierta laminación del pico de crecida. Lo que seguro no ocurrió es que la responsabilidad principal fuera de las cabeceras de Poyo, cuyos grandes aportes fueron más tardíos y más alejados del punto apical del abanico aluvial (la parte más alta donde el torrente abandona la zona montañosa y comienza a expandirse en la llanura).

La investigación judicial sobre la catástrofe natural del 29 de octubre en Valencia ha recabado ya numerosos informes de distintos departamentos de la administración autonómica (112, Medio Ambiente, Interior) y de la estatal (Agencia Estatal de Meteorología, Confederación Hidrográfica del Júcar) que acreditan la abundante información que los responsables de emergencias tenían para tomar decisiones y no hicieron nada. La jueza ha definido esta situación como “una inactividad con resultado mortal”. Sin embargo, el Gobierno valenciano de Carlos Mazón repite la idea de que la tragedia no pudo evitarse porque les faltaba la información de la Confederación Hidrográfica del Júcar sobre el caudal que no les llegó hasta las 18.45. Pero la riada catastrófica tuvo, según este estudio, un origen distinto que no pudo ser detectado porque en esos dos barrancos que desembocaban aguas abajo de la rambla del Poyo no existían caudalímetros ni la vigilancia obligatoria de la Generalitat Valenciana.

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