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Sánchez negocia con el PP el escudo anti-Trump mientras busca alternativas en Vietnam y China

El Consejo de Ministros aprueba este martes movilizar 14.100 millones de euros y avales por valor de 5.000 millones más. Sumar pide medidas más ambiciosas y limitar los despidos en las empresas que reciban ayudas

Pedro Sánchez con el presidente chino, Xi Jinping, en la residencia estatal Diaoyutai, en Pekín, el 9 de septiembre de 2024.

El mundo no está para batallas locales. Las dimensiones de la crisis desatada por los aranceles de Donald Trump, que han provocado un lunes negro con una caída superior al 5% también en la bolsa española,estrechan mucho el margen de la oposición para ponerse a criticar al Gobierno y monopolizan por completo la agenda, también la nacional. Pero cuando parecía casi imposible ningún acuerdo entre el Gobierno y el PP, ambos han puesto en marcha la negociación de un decreto con una parte del escudo contra las medidas desplegadas por Trump que se aprobará este martes en el Consejo de Ministros. Por primera vez en la legislatura, en un decreto económico, ha habido intercambio de papeles entre el Ejecutivo y los populares. El decreto fue enviado al PP el domingo por la noche y Alberto Núñez Feijóo ha cambiado su discurso, aunque se niega a dar el paso que le exige el PSOE: aprovechar la situación para romper definitivamente con Vox, aliado de Trump. Feijóo admitió este lunes la negociación con el Gobierno y habló en tono positivo, aunque también planteó algunos cambios que su equipo trasladó por carta ya por la noche al ministro de Economía, Carlos Cuerpo.

A la espera de posibles modificaciones tras las conversaciones de última hora, el borrador de ese real decreto ley de medidas urgentes de respuesta a la amenaza arancelaria y de relanzamiento comercial que el Consejo de Ministros tiene previsto aprobar este martes tiene entre sus principales novedades la ampliación de la moratoria contable que se aprobó en la pandemia y se ha mantenido para las sucesivas crisis, incluyendo la dana de Valencia, a las pérdidas que pueda ocasionar la guerra comercial, según el texto al que ha tenido acceso EL PAÍS. El plan recoge también la movilización de 14.100 millones de euros, de los que 7.400 son de nueva financiación y otros 6.700 se van a emplear procedentes de instrumentos ya existentes tanto financieros como comerciales.

Contiene además una línea de avales por valor de 5.000 millones de euros hasta el 30 de junio de 2026, plazo que podrá ser extendido por acuerdo del Consejo de Ministros, para la cobertura por cuenta del Estado de la financiación otorgada por las entidades financieras a las empresas afectadas por el cambio de la política arancelaria de Estados Unidos. Sus potenciales beneficiarios serán las empresas exportadoras e importadoras “que tengan una exposición significativa directa o indirecta” por ser proveedoras de empresas “expuestas significativamente al mercado de Estados Unidos”.

El decreto ha estado en discusión todo el lunes. En Sumar, socio minoritario de la coalición, creen que podría ser mucho más ambicioso, no solo con créditos, que es el corazón del escudo que ofrece Carlos Cuerpo, ministro de Economía y principal responsable del texto, sino también con ayudas directas y además con una limitación clara a las empresas que las reciban para que a cambio no puedan despedir a nadie por las consecuencias de estas turbulencias provocadas por los aranceles. Es algo parecido a lo que se hizo en pandemia, según explicó la vicepresidenta segunda y líder de Sumar, Yolanda Díaz.

Pero al margen de la discusión en la coalición, el Gobierno ha trabajado para buscar el apoyo del resto de los grupos, también el PP, algo novedoso en la política española. Pero en los dos sectores insisten en que se trata de algo puntual, y es difícil ver un cambio de tercio de la legislatura porque el Gobierno sigue exigiendo al PP que rompa con Vox, algo que no tiene intenciones de hacer —de hecho, los populares están negociando más presupuestos autonómicos después del pacto alcanzado en la Comunidad Valenciana— y los populares mantienen todas sus otras discrepancias con el Ejecutivo.

Sin embargo, el desafío de Trump es tan grande que incluso obliga a los tradicionales rivales a intentar ponerse de acuerdo, aunque sea de manera puntual, porque tienen a los empresarios, sindicatos y ciudadanos en general presionando para buscar una solución a la crisis de los aranceles. Feijóo llegó a decir que ve “elementos acertados” en el decreto, un tono inédito en el líder de la oposición en una iniciativa del Gobierno, mientras Vox mantiene su discurso que evitar criticar a Trump y responsabiliza de todo a Sánchez y a la Unión Europea.

En una carta remitida por el responsable de Economía del PP, Juan Bravo, al ministro Cuerpo, los populares pidieron que se incorpore a las comunidades autónomas en la reasignación de los Fondos Next Generation, que se rediseñe el Plan MOVES (de Incentivos a la Movilidad Eficiente y Sostenible), que el Ejecutivo detalle “las condiciones de los avales y los créditos ICO y que se garanticen que los tipos de interés estén bonificados para las empresas afectadas. Los populares quieren retirar también otras medidas que entienden que “no tienen relación con la situación de los aranceles”, como la suspensión de la causa de disolución por pérdidas provocadas por diversos acontecimientos naturales. Además, quieren que se añada al texto una disposición para que el Gobierno acuda trimestralmente al Congreso a rendir cuentas del plan. Fuentes del Ejecutivo explicaron que valorarán las propuestas y analizarán incluirlas en este texto o en decretos que se aprueben más adelante, aunque no “cambios profundos”. “Si el PP está en contra por sistema, tendrá que explicar por qué”, defienden en la Moncloa.

En un contexto de crisis global, el Gobierno no solo aprueba el escudo de medidas antiarancelarias, sino que además lanza una señal muy clara con un viaje del presidente a Vietnam y China, dos economías asiáticas contra las que va la guerra comercial del presidente de EE UU. Sánchez inició la gira este lunes por la noche mientras se cerraba el texto de protección a las empresas y trabajadores españoles. La señal, según explican en La Moncloa, es muy clara. El viaje es el mensaje. Sánchez no se va a quedar de brazos cruzados mientras Trump rompe el orden mundial conocido desde 1945 y, como otros líderes europeos y mundiales, se va a concentrar en buscar alternativas. “El mundo es muy grande”, resumen en La Moncloa, que ha preparado con tiempo este viaje, mucho antes de esta vorágine financiera por los aranceles de Trump, pero que ahora cobra un significado especial.

Mientras China ha decidido ir al choque con Trump, y él responde con más amenazas, Vietnam está intentando negociar. Pero los dos países son de los más afectados y también dos grandes mercados donde Sánchez busca nuevas oportunidades para la industria española. El presidente va acompañado por un grupo grande de empresarios, sobre todo de compañías especializadas en grandes contratos de obra pública, una oportunidad que se abre especialmente en Vietnam para las multinacionales españolas.

Es la primera vez que un presidente español visita Vietnam, un país aún poco explorado por las empresas españolas, pero que es ya un gigante de la producción asiática con 100 millones de personas y un crecimiento sostenido de su PIB, dominado como China por un Partido Comunista, pero en la práctica con una economía de mercado centrada en la producción a bajo coste para EE UU y para todo occidente.

Después, el presidente viajará por tercera vez en tres años a China, un país que ya se ha convertido en un referente en la política exterior española con Sánchez. El líder español aterrizará en Pekín para ver de nuevo a su líder, Xi Jinping, con el que ha forjado una buena relación política, en un momento crítico, con la guerra comercial global de Donald Trump recién desatada, las bolsas en caída libre y después de que China haya lanzado una contundente réplica contra los gravámenes del republicano. Pekín sacó el viernes la artillería pesada para devolver el golpe a Estados Unidos y anunció medidas en distintos sectores que incluyeron la imposición de aranceles del 34% a todos los productos importados desde Estados Unidos (la misma cifra que anunció Trump para China), restricciones a la exportación de artículos relacionados con siete categorías de tierras raras (elementos clave en la carrera tecnológica, y cuya producción domina la República Popular), además de una denuncia ante la Organización Mundial del Comercio.

La situación es de extrema complejidad para España y para la UE. Bruselas teme, por un lado, que el mercado común sea inundado por el excedente de producción que ya no irá a parar a Estados Unidos desde las grandes fábricas del planeta, como China y Vietnam, fuertemente golpeadas por las nuevas barreras. Por otro lado, con la tradicional alianza transatlántica amenazada, la UE y China se miran desde hace semanas de reojo, con la intención de sondear campos en los que mejorar las relaciones. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha hablado de la “oportunidad” para ampliar lazos comerciales y de inversión con China y otras regiones del planeta. Sánchez se ha pronunciado de forma parecida. Y su visita al gigante asiático puede ser interpretada en este sentido: en un mundo incierto, toca diversificar mercados.

Para España el gran reto es equilibrar una balanza comercial descompensadísima con China: las importaciones desde este país suman algo más de 45.000 millones de euros, mientras que España solo vende a China productos por valor de casi 7.500 millones de euros. Con Vietnam, país con el que el volumen de comercio es mucho menor, también existe un desajuste considerable. La idea del Gobierno es tratar de abrir nuevos mercados para sectores como el agropecuario y el cosmético. Ya lo hizo, en una anterior visita en 2023, cuando firmó acuerdos para facilitar la exportación del caqui y la almendra.

A la vez, y este es el punto sustancial, buscará seguir atrayendo inversiones. España se ha convertido en los últimos años en uno de los principales destinos para las empresas chinas dentro la Unión Europea. China acumula inversiones superiores a los 10.000 millones de euros en España en el ámbito del vehículo eléctrico y las energías renovables. Se han instalado empresas chinas como el fabricante de enchufables Chery, en Barcelona, mientras el gigante de baterías CATL ha anunciado que abrirá una planta en Zaragoza.

Durante la anterior visita de Sánchez al país asiático, en septiembre, otra compañía, Envision, se comprometió a poner en marcha un proyecto de más de 900 millones de euros en España para fabricar electrolizadores, imprescindibles en la producción de hidrógeno verde renovable. Fue el principal anuncio de un viaje que se inició con tensión: China amenazaba con vetar la entrada de carne porcina (una de las principales partidas exportadoras de España) si la UE mantenía los aranceles al coche eléctrico chino.

Desde China, Sánchez animó entonces a los socios comunitarios a reconsiderar esa posición. Y España acabó cambiando su voto inicial —de estar a favor de los aranceles a la abstención—, lo que relajó la postura china, y ha despertado alguna suspicacia entre los socios de la UE. Las barreras europeas al coche chino, en cualquier caso, salieron adelante.

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