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Olympe Abogados, bufete feminista, LGTBIQ+ y antirracista: “Nosotros también hemos sufrido violencia estructural”

Isaac Guijarro y Rocío Moya están al frente de un despacho que tiene como motor el progreso social y la defensa del más débil

Olympe Abogados

“Somos kamikazes jurídicos”, dice Isaac Guijarro (31 años, Madrid) al describir el despacho que fundó hace cinco años junto a Rocío Moya (29 años, Madrid). Olympe Abogados se encuentra en un piso, pequeño pero luminoso, en el centro de Valencia. En una de las paredes, recortes de prensa: artículos donde respaldan leyes como la del solo sí es sí y casos defendidos por ellos. Una clienta trans que sufría acoso laboral. La denuncia de James Rhodes contra Hermann Tertsch y Juan Carlos Girauta. Pero el caso de más orgullo es la absolución de una mujer acusada injustamente por su marido maltratador, que era apoyado por la Fiscalía, y al que el juez ha quitado la patria potestad en un fallo que ha sentado precedente.

Todo empezó la tarde del 31 de diciembre de 2018 en Brooklyn, Nueva York. Rocío trabajaba entonces en el departamento de comunicaciones globales de la ONU e invitó a Isaac, ya entonces su mejor amigo, a pasar la Nochevieja. Tirados en la cama antes de ir a una fiesta, Isaac se quejaba de trabajar para el bufete de un “señoro” y Rocío de lo cansada que estaba de ser migrante en Estados Unidos. ¿Por qué no montaban algo propio? ¿Y si unían su experiencia en comunicación y derecho? Esa semana Isaac renunció. Su jefe le dijo que nunca sería un buen abogado. Meses después, ese bufete cerró.

Abrieron Olympe en 2020, en este mismo piso, donde vivían entonces. En 2023 sus redes crecieron exponencialmente al empezar a hablar abiertamente sobre leyes y casos polémicos en torno a los derechos de la mujer y las personas LGTBIQ+. Hoy su cuenta en X supera los 39.000 seguidores. “Es raro, unos abogados progresistas que se mojan”, dice Isaac, un bicho raro en un sector donde lo habitual es el perfil bajo.

Una vez una abogada los tachó en redes de nazis y de creerse mejores que nadie “por mariquitas”. Le pusieron una queja en el Colegio de Abogados y fue suspendida de ejercicio durante un mes. Otro día, durante una ponencia universitaria, una profesora les aconsejó bajar el tono, que así llegarían a más gente. “Pero ¿qué tono?”, se pregunta Rocío, “si no estamos gritando”.

Olympe Abogados —que así se llama por Olympe de Gouges, la feminista francesa que tradujo los derechos del hombre a los de la mujer y fue guillotinada— se anuncia como despacho “feminista, LGTBIQ+ y antirracista”. “Somos interseccionales porque la violencia es estructural y atraviesa muchas ramas. No nos es ajena esa violencia. No la vivimos desde una atalaya porque también nosotros la hemos sufrido”, dice Isaac.

Guijarro sostiene el reconocimiento Arcoíris que recibieron del Ministerio de Igualdad en 2023.

A Rocío la iluminación de que todas sus desgracias eran fruto del sistema le llegó una tarde en la que ponía un lavavajillas y sonaba un podcast. Por primera vez escuchó la expresión luz de gas. Terminó rompiendo tres platos. Como cuenta en su libro Desgraciada: ¿mala suerte o violencia estructural? (Ediciones Camelot, 2023), cuando su madre murió y ella tenía 17 años “todo empezó a ir de culo”. No exactamente por la muerte de su madre —aquello fue mala suerte—, sino porque un padre “que era simplemente un hijo de puta”, una abuela autoritaria “estilo Bernarda Alba”, una hermana ausente y un novio narcisista no solo no ayudaron, sino que lo empeoraron todo. “En mi entorno cualquier corrección se respondía con un bájale tres puntos, calladita y no des problemas. El sistema tampoco me sostuvo”.

Tras escuchar ese podcast, Rocío se volcó en la lectura —Bell Hooks, Angela Davis, Nassim Taleb— y entendió que muchas de sus vivencias eran también compartidas por otros. Eso le ocurrió a Isaac al conocerla. Vivían en Coslada, estudiaban en la misma universidad y en los trenes de ida y vuelta se hicieron amigos. “La forma que tenía Rocío de entender la familia y la violencia, me cambió”, dice Isaac. “En mi caso, mi padre murió pronto y mi madre, para no trabajar, se casó con un toxicómano que abusaba de mí”.

Como Rocío, que estudió Marketing para poder irse “muy muy muy” lejos de Coslada, Isaac eligió Derecho con el único fin de ser económicamente independiente. En la universidad se dio cuenta de que “esta profesión es un circo, tan conservadora que ha perdido su propia esencia: conseguir nuevos derechos”, dice. “Para empezar nos daba clase un magistrado del Tribunal Constitucional homófobo y antiabortista”.

Por eso nació Olympe. “Los cambios empiezan en la calle, pero deben tener repercusión legal”, dice Rocío. “La ley solo existe en nuestra psique y por eso se puede cambiar”. No en vano, en la ceremonia de 2023 en la que el Ministerio de Igualdad otorgó el Premio Arcoíris a Olympe Abogados, el expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero les dijo que la abogacía debía ser combativa.

—Prefiero sentarme con el Morad a que me cuente de dónde viene una letra que con un juez y que, cuando nos vea en sala, nos favorezca porque le hemos lamido el culo —dice Moya.

—Desde el principio hemos tenido claro que el despacho tiene que ser un reflejo de lo que somos, y somos libres —apunta Guijarro.

—Eso siempre —remata Moya.

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