Sembrar, regar, cosechar, guardar partida: El éxito del videojuego que simula la rutina en una granja
La edición 2025 del simulador agrícola ‘Farming Simulator’ vende tres millones de copias

Farming Simulator es un videojuego que te pone al volante de un tractor para sembrar, regar, cosechar y vender la cosecha, con marcas reales (John Deere, New Holland, Fendt) y ciclos completos de día y clima. Nada de orcos ni de balas; solo campo, maquinaria y el runrún hipnótico de un motor diésel. La premisa sostiene hoy un superventas: la edición de 2025 rozó los tres millones de copias, una quinta parte de ellas despachada en la primera semana.
Martin Rabl, director de marketing de GIANTS Software, lo cuenta sin levantar demasiado la vista. De pronto sonríe: su esposa es de Adra (Almería), y le hace gracia que mapas hechos por jugadores clavan los invernaderos de pepinos y las lomas que bajan hacia el mar… todavía falta ese mar de plástico que envuelve el poniente, pero todo llegará. Al final de la entrevista, su germánica corrección no puede ocultar algo de calorcito al pensar que sus suegros le lean en un dominical español.
Rabl defiende un mantra sencillo: “La gente disfruta no solo con destruir cosas, sino también con construir su propio mundo”. El juego está clasificado PEGI 3 —el sello paneuropeo que indica contenido apto para todas las edades—, y eso permite que padre, hijo y abuelo compartan granja sin preocuparse por violencia ni micropagos. Él mismo, rondando los 50 años, se confiesa incapaz de competir en el FIFA online contra chavales con reflejos de avispa y prefiere “juegos más relajantes, más lentos”.
Goat Simulator convirtió el absurdo de emular a una cabra kamikaze en 2,5 millones de copias; PowerWash Simulator celebra 17 millones de jugadores limpiando fachadas con agua a presión; Lawn Mowing Simulator factura siete cifras segando césped con tiralíneas. Juegos que bifurcan la tendencia: unos abrazan lo disparatado, otros reivindican la rutina. Ambos demuestran que, al terminar el día, muchos cambian la espada láser por una hidrolimpiadora.
Durante décadas, el simulador de vuelo reinó en los PC con manuales de piloto bajo el brazo. El aterrizaje de Microsoft Flight Simulator en Xbox Series X|S (27 de julio de 2021) probó que las consolas podían mover mundos rigurosos sin exigir un PC de tropecientos euros. A partir de ahí, cabras, tractores y chorros de agua entraron en el salón por la puerta grande. Los agricultores auténticos también han cruzado el puente: reconocen sus marcas, prueban aperos virtuales y descansan de los márgenes de la vida real. GIANTS les devuelve la visita con despliegues dignos de feria ganadera: cabinas de cosechadora de tamaño real, pantallas led y streamers retransmitiendo partidas en directo en certámenes como Agritechnica (Hannover, Alemania) o LAMMA (Reino Unido). “Allí nos dieron visibilidad y credibilidad”, recuerda Rabl, orgulloso de haber pasado de un pequeño mostrador a un stand que compite en metros cuadrados con las abonadoras de verdad, y de contar con creadores de contenido que atraen al público como si fueran verdaderas estrellas del rock.
El futuro, dice, pasa por volantes con embrague de tractor, palancas hidráulicas y realidad virtual que haga vibrar el asiento cuando la grada golpee un pedrusco. “Cuanto más difícil es, más interesante se vuelve”, sentencia. Quizá por eso basta con encender la consola, escuchar el ralentí y ver crecer un surco perfecto para que, por un rato, el dragón digital baje la cabeza y se quede muy muy quieto.
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