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Ladybug, parques y librerías para disfrutar de París con niños

Recorrer algunos de los escenarios de la serie de animación infantil que celebra su décimo aniversario o buscar espacios donde los más pequeños tengan tiempo para jugar es otra forma de recorrer la capital francesa

El carrusel de Saint-Pierre en Montmartre, frente a la basílica del Sagrado Corazón, en París.
Rocío Campos Ramírez

Organizar un viaje con niños implica incluir en el itinerario paradas que les puedan interesar, porque, si están entretenidos, el cansancio puede ser más llevadero. Si, además, el destino es una ciudad tan llena de vida y de lugares a visitar como París, es necesario buscar rincones alternativos que se salgan de lo recomendado en las guías turísticas, buscar momentos de relax y sin prisas e improvisar espacios para dejarles jugar.

La ruta puede comenzar a los pies de la Torre Eiffel, en el Campo de Marte. Un extenso jardín público donde disfrutar del paseo y las carreras infantiles —aunque con el peligro de chocar con los miles de turistas que lo recorren a diario—. Situado en el séptimo distrito parisino, el monumento inaugurado el 31 de marzo de 1889 para la Exposición Universal de París se ha convertido no solo en un referente turístico para adultos, también para los niños gracias a la serie de animación Miraculous: Las aventuras de Ladybug, que este año cumple 10 años desde la emisión de su primer capítulo y que muestra varios de los escenarios más emblemáticos de la capital francesa.

De allí, se puede dar un paseo por la orilla del Sena hasta llegar a uno de los puentes más famosos de la serie de los prodigios: el Ponts des Arts, o Puente de las Artes. Parte del Centro Histórico de París declarado patrimonio mundial por la Unesco, este es el lugar donde está el puesto de helados de André, el personaje que siempre sabe qué helado necesitan los protagonistas de la serie, Marinette Dupain y su compañero Adrien Agreste, o Ladybug y Catnoir en su personalidad secreta. También es el lugar donde los enamorados dejaban un candado y tiraban la llave al río simbolizando su amor eterno hasta el año 2015, cuando el Ayuntamiento decidió quitarlos todos y convertir la pasarela en una exposición temporal de arte urbano. Pero al comienzo de la serie, iniciada en ese mismo año, todavía se pueden ver algunos capítulos con los candados en el puente.

El Pont des Arts, en París.

Espacios para jugar

Siguiendo el paseo por el primer distrito de la ciudad, los más pequeños reconocerán el Museo del Louvre con su pirámide de cristal, escenario de fondo de muchos de los capítulos donde los dos personajes, y también enamorados, luchan contra sus enemigos, así como la catedral de Notre Dame, que a finales del año pasado volvió a abrir sus puertas cinco años después del incendio que derribó la aguja de su cúpula y gran parte del techo, para llegar hasta la Place des Vosges, la plaza más antigua de París —data del siglo XVII—. Un cuadrado perfecto de 140 metros de lado y vallado donde descansar, almorzar y dejar que los niños jueguen. Situada entre el tercer y cuarto distrito, es el escenario de numerosos capítulos de la serie donde los protagonistas charlan con sus amigos o luchan contra los villanos. Un enclave central, con su fuente y sus zonas de descanso, en el barrio Les Marais, que los creadores de la ficción infantil quisieron incluir como eje principal donde se sitúa la trama.

Un niño juega en la fuente junto a la entrada del museo del Louvre.

Para acabar ese día el paseo, se puede caminar hasta los jardines de Nelson Mandela, en el barrio de Les Halles, o coger el metro hasta Chatêlet y andar unos minutos. Allí se encuentra una extensa área de juegos. Cerca 400 metros cuadrados con toboganes, estructuras infantiles, pista de fútbol, baloncesto y mesas de ping-pong ideadas por el artista urbano Romain Froquet y que surgió de la petición de los niños del barrio para tener un lugar donde jugar en el año 2015. Porque ellos también tienen derecho a reclamar sus espacios en las grandes ciudades.

La iglesia de San Eustaquio y los jardines de Nelson Mandela, en la capital francesa.

Montmartre con niños

Al día siguiente, la ruta comienza delante de la panadería Boris Boulangerie, en el barrio de Montmartre. Allí situaron los creadores de la serie la casa de la protagonista y, desde que comenzó su emisión, ha sido lugar de peregrinación para muchas familias. Aunque no es tal y como se refleja en los capítulos, ya que la panadería real está anexa a otros edificios y con un pequeño jardín privado en un lateral, es el lugar donde Marinette vive junto a sus padres en la planta de arriba del inmueble. Un buen inicio, con un dulce desayuno compuesto de croissant o macarons, para empezar una jornada por uno de los barrios más característicos de París.

Bordeando el cementerio de Montmartre, donde se encuentran algunas tumbas famosas como la del escritor Émile Zola, se llega hasta la avenida de Saint-Ouen y, desde allí, hasta uno de los parques más escondidos de la ciudad. En el distrito 17, entre edificios típicos parisinos con sus tejados de pizarra y el sonido de los coches de las calles aledañas, los más pequeños disfrutarán de la paz en el parque Square des Épinettes. Creado en el siglo XIX por el diseñador Jean Camille Formigé en lo que entonces era un suburbio de París, hoy es el destino de todos aquellos que buscan un poco de tranquilidad y desconexión junto a la famosa haya púrpura de más de 100 años que habita en el parque. Es una de las zonas más olvidadas por los turistas, que se centran en los monumentos y los museos, pero viajar en familia implica cambiar las rutinas por planes alternativos.

Librerías para los más pequeños

Tras coger fuerzas y antes de emprender el camino hacia el barrio de los pintores, una parada obligada si se va con niños es la librería La Sardine à Lire, en el número 4 de la Rue Collette. Es un pequeño comercio de barrio regentado por Émile, una librera que recomienda álbumes ilustrados y novelas juveniles a todos los amantes de la lectura y que no duda en enseñar las novedades y las mejores editoriales francesas a aquellos turistas que se animan a llegar a su local.

Un trenecito turístico se detiene frente a la basílica del Sagrado Corazón, en Montmartre (París).

De allí, lo mejor es seguir caminando por el barrio de Marinette, descubriendo cada rincón, hasta llegar a la Basílica del Sagrado Corazón, otro escenario de algunos de los capítulos de Ladybug. Con los 83 metros de altura de su torre central, es el emblema de uno de los barrios más turísticos de la ciudad. Asomarse al mirador y contemplar París, así como bajar hacia el carrusel de Saint-Pierre haciendo antes un pequeño pícnic en las zonas verdes de las escalinatas, es una buena opción. Si no se encuentra sitio por la abundancia de turistas, lo mejor es continuar el camino tomando la Rue de Steinkerque y luego la Rue Turgot hasta llegar a otra librería especializadas en literatura infantil y juvenil, Libellule et coccinelle. Una pequeña tienda donde cada detalle está cuidado con mimo y donde, si se tiene suerte, se podrá charlar con alguno de los mejores escritores de literatura infantil francesa en los encuentros que organizan. Una delicia de tienda de barrio para los más pequeños.

Y para terminar este recorrido distinto por una ciudad que también acoge a las familias, nada mejor que hacerlo en el Jardín de Tullerías, escenario de muchos de los capítulos de la serie que nos ha acompañado durante esta ruta. Aquí, Ladybug y Catnoir, junto a sus amigos, con la noria y el Palacio de fondo, han logrado encontrar todos los akumas lanzados por Lepidóptero, Gabriel Agreste y padre de Adrien, y devolver la normalidad a París. Un buen final para jugar a ser superhéroes en la ciudad de luz.

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Sobre la firma

Rocío Campos Ramírez
Periodista, colaboradora de Mamás & Papás especializada en temas de educación y crianza. Ha trabajado con medios como 'Interviú', la revista cultural 'Adiós' y en prensa local. Edita el blog 'A merendar con mamá', especializado en literatura infantil y juvenil. Autora del cuento infantil “El nido” (Babidibú).
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