El Cairo más desconocido: una ruta modernista y ‘art déco’ por el centro de la capital de Egipto
En la zona de Wust El-Balad esperan tesoros como el Museo Egipcio, hitos arquitectónicos de los años veinte y treinta del siglo pasado e históricos restaurantes, cafés y pastelerías para una deliciosa pausa

El Cairo de las pirámides, el del nuevo gran museo sobre el Antiguo Egipto de los faraones o el de la capital del mundo árabe (y de este país mediterráneo) con su misterioso y fascinante centro histórico repleto de mezquitas, madrasas y mausoleos medievales. Estas son las primeras imágenes que vienen a la mente cuando se plantea un viaje a esta ciudad bendecida con centenares de valiosos monumentos. Pero hay otro Cairo, nada famoso y sin un ápice de reclamo turístico, que posee un encanto particular y muy desconocido. Es El Cairo del centro de la ciudad, el distrito Wust El-Balad, creado en las últimas décadas del siglo XIX por iniciativa del virrey o jedive del Imperio Otomano, Ismail Pachá, que para ello tomó como modelo París.
Este es El Cairo del Museo Egipcio, que se diría salido de las páginas de Agatha Christie, de los hermosos edificios modernistas y del art déco de los años veinte y treinta del siglo pasado. Es un Cairo en cuyos bajos aún perduran legendarios cafés donde se reunían los intelectuales y los parroquianos que hacían gala del proverbial sentido cairota del humor y la sátira, y donde se descubren auditorios que acogieron las actuaciones de Umm Kalzum —la mayor diva que ha dado la música árabe—. También fue el escenario de novelas y películas de éxito como El edificio Yacobián (2006) del director Marwan Hamed, basada en el libro homónimo de Alaa’ Al-Aswany. Además, aquí hay apartamentos donde habitaron algunos de los artistas más conocidos no solo del cine egipcio, sino mundial, y clásicos hoteles de la llamada Belle époque de la ciudad.
La ruta para conocer los principales hitos arquitectónicos de los años veinte y treinta del siglo pasado en el centro de El Cairo puede hacerse a pie en una jornada que permite paradas para descansar, comer o cenar en históricos restaurantes, cafés y pastelerías, o tomar un café o un té con pastelitos árabes en un cuidado jardín.

El paseo puede comenzar después de un desayuno en alguno de los locales que la pastelería El Abd posee en el centro de la capital egipcia desde los años setenta. El situado en la esquina de la avenida 26 de Julio con la calle Sherif Basha es el más cercano a los Edificios Jedival, cuatro impresionantes bloques gemelos coronados por esas cúpulas que también se ven en París o en la Gran Vía de Madrid, situados a ambas orillas de la calle Emad el-Din y levantados en 1910. Es interesante entrar en los portales para echar un vistazo a sus pequeños jardines o patios interiores. Pasadas un par de calles perpendiculares en dirección sur, la calle Al Alfy concentra unos pocos locales donde tomar un shawarma para continuar la ruta con energía si el desayuno ha sido frugal.
Descendiendo hacia el sur por la calle Sherif Basha se llega a la calle Adly, y girando a la derecha está la sinagoga Shaar HaShamayim, de estilo art nouveau, con preciosos detalles autóctonos en su fachada —como los bajorrelieves de palmeras—. Eso sí, solo se puede apreciar su exterior: está cerrada al culto y protegida por un par de furgones de la policía. A cinco minutos caminando desde el templo judío aparece la gran avenida diagonal Talaat Harb, la antiguamente llamada Solimán Pacha, en honor al general y gobernador de Argel, a quien la revolución egipcia de 1952 dejó sin calle. Aquí, los primeros edificios que salen a nuestro camino son el Cine Miami, inaugurado en 1938, y el adyacente edificio Yacobián, vivienda en los años noventa de trabajadores, dependientas, aristócratas en plena caída, homosexuales encubiertos y algún matón en la novela de Alaa’ Al-Aswany y la película de Marwan Hamed. De estilo art déco, fue diseñado por el arquitecto Garo Balian para el empresario armenio Hagop Yacobián en 1937. Después de un tiempo de esplendor en el que sus residentes fueron millonarios y miembros de la realeza egipcia, la revolución de 1952 lo expropió para cedérselo a militares y sus familias hasta llegar a la decadencia actual: el edificio es sede de oficinas y negocios impersonales.

El paseo continúa por la avenida Talaat Harb hasta la plaza del mismo nombre. Poco antes de llegar, se alza el teatro Cinema Radio, construido en 1932, donde Umm Kalzum interpretó varias veces Enta Omri acompañada de la orquesta sinfónica de El Cairo. Siguiendo por la avenida está el pasaje Behler, diseñado en los años veinte por el arquitecto franco-armenio León Nafilyan en un vago estilo art déco y que alberga varias tiendas de moda y cosméticos.
A dos pasos del extremo del callejón Behler, se alza el hotel Cosmopolitan Cairo, con una fachada también art déco de 1928, más interesante que su restaurado interior, aunque el somnoliento bar Churchill puede servir para un descanso en el camino. Desde aquí una caminata en dirección al río Nilo conduce hasta la plaza de Tahrir, también conocida como plaza de la Liberación. Este lugar ha sido escenario de varias protestas multitudinarias que han resultado en violentos enfrentamientos. Desde esta plaza, subiendo por la calle Meret Basha, se llega a otro edificio notable, el Museo Egipcio de El Cairo, de estilo neoclásico e inaugurado en 1902 para albergar los mejores tesoros arqueológicos del país de los faraones. En una de sus salas aguardan su traslado definitivo la máscara y el trono de Tutankamon al Gran Museo Egipcio en Giza, que ya ha abierto la mayoría de sus salas en vísperas de su inauguración oficial el próximo 3 de julio.

Los soberbios edificios haciendo chaflán en la rotonda de la plaza de Talaat Harb son otros buenos exponentes del El Cairo modernista, pero como el legendario café Groppi lleva siete años cerrado por obras habrá que desplazarse por la calle Kasr al-Nile y aprovechar para admirar el bello edificio Trieste, con su fusión de estilo neoislámico e italianizante, que está cerrado permanentemente, y el Immobilia, que en su día fue residencia del actor Omar Sharif, hasta que la firma Groppi Garden abrió allí un establecimiento en 1891, un delicioso oasis en medio del caos del tráfico de la avenida Abd el-Khalik Tharwat. Antes o después de un café o té con pastas en el jardín hay que admirar las preciosas cristaleras que adornan su salón. Otro café de época es À l’Americaine, a cinco minutos a pie desde el Groppi Garden, en la avenida 26 de Julio. Este lugar es un local clásico de los años cuarenta con una fachada preciosa y con originales detalles como la taza humeante recortada en el respaldo de madera de las sillas donde se acomodan los personajes de El edificio Yacobián.
Al anochecer, el Café Riche, de principios del siglo pasado, junto a Midan Talaat Harb, es ideal para una cena con cerveza en el ambiente nostálgico de su salón decorado con fotos en blanco y negro de los antiguos actores y las divas del cine y la intelectualidad egipcia que frecuentaron el local, presidido por un gran retrato del premio Nobel de Literatura Naguib Mahfuz.

Y para un agradable final del recorrido, sobre todo en una calurosa noche de primavera o verano, junto a la entrada del Café Riche arranca el callejón Al Bostan Al Sidi, donde se apiñan unas cuantas terrazas —la del cafetín Zahret al-Bustan es una de las más populares— muy animadas, con parroquianos de todas las edades que fuman shishas y beben zumos hasta altas horas de la madrugada.
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