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El guion de los destinos turísticos ante una crisis

Pandemias, tsunamis, crisis climáticas, terremotos... gobiernos, turoperadores y una red de agencias implantan una estrategia común, rápida y con un mensaje claro que ayude a que los visitantes se decidan a regresar una vez pasado el peligro

Dos turistas se hacen fotografías junto a un elefante, en el santuario de Pinnawala, en Sri Lanka.

El sector turístico es resiliente y los turistas tenaces. Las crisis provocan miedo y generan oportunidades. Las ganas de viajar, en ocasiones, son caprichosas. Minimizamos, relativizamos y nos aprovechamos de situaciones complicadas de manera antojadiza. Nueva York, Madrid, Barcelona, Londres, Berlín, París, Niza, Mumbai, El Cairo, Estambul... todos ellos son destinos turísticos que han sufrido atentados terroristas y que han seguido atrayendo a visitantes desde 2001, año en el que fueron derribadas las Torres Gemelas. Algo que Túnez, por otro lado, no ha logrado. Como tampoco Ecuador ha conseguido revertir una crisis política, penitenciaria y social, que ha derivado en un conflicto armado interno en el que la seguridad ciudadana está en entredicho y espanta a los turistas desde 2023, pero que no le impidió ser el país invitado en la Feria Internacional del Turismo de Madrid (Fitur) en la edición de 2024.

En México sucede lo contrario. A pesar de que son pocos los días en los que no se escucha o lee en los medios de comunicación una noticia violenta protagonizada por el narcotráfico, los turistas siguen yendo y disfrutando de sus playas, ruinas precolombinas, gastronomía y de la gente. En 2025 iba a ser el país socio de Fitur, pero finalmente se cambió por Brasil ante la expectativa de regresar fuerte en 2026 por el Mundial que allí se celebrará.

Los atentados terroristas se han globalizado, del mismo modo que las catástrofes naturales se repiten cada vez con más frecuencia. Terremotos, tsunamis, tifones, huracanes, riadas, inundaciones e incendios que han padecido y padecen ciertas regiones de países, algunos muy dependientes económicamente del turismo: Indonesia, Tailandia, Myanmar, Japón, Hong Kong, Nepal, Tíbet, Sri Lanka, India, Maldivas, Isla Mauricio, Marruecos... Destinos a los que los turistas han vuelto en cuanto se les ha dicho que estaban preparados para recibirles. Volver a los lugares donde se ha sido feliz es de ser un turista agradecido. Por otro lado, las erupciones de los volcanes de Islandia, La Palma y Sicilia son peligrosas pero también una razón para mucha gente para viajar hasta allí y verlas en directo.

Turistas visitan una erupción volcánica en la península Reykjanes, en Islandia.

Entre todas estas crisis localizadas en puntos concretos de la geografía ha habido y hay otras que afectan, de manera directa e indirecta, a casi todo el mundo. La crisis económica de 2008 afectó a la cartera de la gente. La pandemia cerró las fronteras en 2020. Lo único que viajó durante esa epoca fue la mercancía, que se cargó en aviones de pasajeros reconvertidos en aeronaves de carga, como hizo la aerolínea LEVEL con parte de su flota, según explica vía correo electrónico Lucia Adrover, jefa de su departamento comercial. Tras la reapertura de las fronteras, la empresa adaptó su oferta y lanzó nuevas rutas estacionales a Cancún y Punta Cana. Las guerras en Ucrania y Gaza han obligado a las compañías aéreas a modificar sus rutas porque el espacio aéreo de esas zonas está cerrado. Medida que ha tenido un impacto significativo, por ejemplo, en la compañía Finnair, tal y como explica su vicepresidenta sénior de comunicaciones, Päivyt Tallqvist: “En lugar de volar a través de Rusia hacia nuestros destinos en Oriente Medio y Extremo Oriente, tenemos que rodear este vasto país, ya sea por el sur o por el norte, por la ruta polar. Esto ha alargado nuestros tiempos de vuelo aproximadamente un 40%. Algo que nos ha obligado a cambiar nuestra estrategia en Asia”.

Según un estudio de World Travel and Tourism Council, el tiempo que le lleva a un destino recuperar el flujo de turistas después de un ataque terrorista es de unos 13 meses, 21 en el caso de una epidemia, 24 cuando se trata de una catástrofe natural (hay que reconstruir infraestructuras y construir otras nuevas) y 27 tras unos altercados políticos. Son tiempos estimados, depende de la gestión que haga de la crisis el país que la sufre (y son paréntesis que aprovechan los destinos de la competencia).

Visitantes en la pirámide de la Luna, localizada en Teotihuacán, en México.

Lo que es común a la hora de recuperar el turismo tras una crisis es poner en marcha una acción articulada y jerarquizada; gobierno, turoperadores y red de agencias, y una estrategia de implantación rápida, con un mensaje claro, veraz y que localice de manera precisa la zona afectada. Las redes sociales desempeñan un papel clave. El objetivo es que los turistas estén informados y no cancelen el viaje, sino que lo pospongan. Fruto de esas crisis e inspiradas en las mismas han surgido campañas de promoción turística con buenos resultados como El riesgo es que te quieras quedar (Colombia), Perú Now o El reino de la luz (Marruecos).

Antonio Guerra, consejero delegado de Luxotour, una agencia de viajes mayorista especializada en el norte de África y Oriente Próximo, desde su apartamento en Marraquech cuenta a El Viajero por videollamada: “El miedo es libre, nunca hemos querido convencer a nadie de ir a un lugar donde no se sienta cómodo”. Lo dice una persona que trabaja en un país en el que ha habido crisis de todo tipo. La última fue un terremoto en septiembre de 2023, con el epicentro a unos 70 kilómetros al sur de Marraquech. Él mismo coincidió con la estancia de un grupo de españoles del turoperador Huakai. Aunque no afectó al desarrollo del viaje, hubo cierto nerviosismo en algún miembro del grupo. Fernando Cerro Gallego, cofundador de Huakai, explica que cuando ocurren este tipo de catástrofes naturale, se reúnen con el grupo que va a viajar a dicho destino, además de hacerlo con los proveedores locales y de estar al día de lo que ocurre. A partir de ahí se toma una decisión. Al final es la empresa la que cancela el viaje si considera que no es seguro hacerlo.

La plaza Jemaa el-Fna, en Marraquech, es una de las más visitadas y transitadas de Marruecos.

“No vamos a promocionar un sitio que no se puede visitar y que puede ser peligroso para la salud de las personas”, afirman desde la Embajada de Japón en Madrid en relación al terremoto de marzo de 2011 que provocó un tsunami en la prefectura de Fukushima que arrasó su litoral y dañó los reactores de su central nuclear. Antes de una nueva campaña de promoción turística, las autoridades se centraron en restablecer lo básico y en la reconstrucción. El primer objetivo fue volver a la vida tal y como era antes. Los japoneses están acostumbrados a los terremotos y tsunamis, el país está en una zona sísmica muy activa. Por ese motivo, cuando la tierra tiembla y se resquebraja, aunque de primeras hay confusión, la gente sabe lo que tiene que hacer porque está preparada para afrontar situaciones así. Lo que ocurrió en 2011 fue diferente, porque no sabían a qué le tenía que tener miedo: ¿Al terremoto? ¿Al tsunami? ¿A la radioactividad? No conocían lo que sucedía en tiempo real y las redes sociales propagaron muchos rumores e información no verificada que generaron confusión. A modo de dique, el Gobierno nipón lo que hizo fue aferrarse a los datos objetivos, a todo aquello que estuviese contrastado científicamente. Ante la posibilidad de una fuga radioactiva se estableció un perímetro de seguridad de 30 kilómetros (en la actualidad la central nuclear es segura, pero sigue existiendo un límite). Japón, como país tecnológico que es, contactó y solicitó permiso para difundir la información que transmitía la gente que estaba en el país contando que la situación era segura.

En ese tipo de contextos es cuando entran en acción empresas como International SOS, presente de manera física en 90 países y con capacidad de intervención en todo el mundo, desde tratar una gripe hasta evacuar y rescatar a personas en un avión. Su director regional de seguridad, Javier Mollá, explica que mucha de la actividad que hacen es informativa, preventiva y de planificación. Prestan sus servicios a gobiernos y empresas. Identifican riesgos, los analizan y ponen en marcha medidas que den solución a la crisis en cuestión. Desde hace poco a su cartera de clientes han sumado un grupo hotelero que, para transmitir confianza a sus posibles huéspedes, les explica a los mismos cómo dicha compañía gestionaría distintos incidentes que pudiesen ocurrir durante su estancia en sus alojamientos.

Turistas visitan el castillo Tsuruga, en Fukushima, Japón.

Tras el terremoto y el tsunami el número de turistas en Japón se desplomó. Si en 2010 recibió ocho millones de visitantes, desde marzo de 2011 fueron un 60% menos. En 2012 volvieron a cifras similares anteriores a la catástrofe natural. “Para nosotros que haya turismo en la prefectura de Fukushima es algo ya cotidiano y normal”, aseguran desde la Embajada de Japón en Madrid. Hoy el país lo visitan en torno a 33 millones de personas al año.

Lo que queda y viene después de las crisis puede fomentar un turismo inmune a la amnesia, educativo, responsable, empático y agradecido. Ir o volver a Sri Lanka o a Valencia, no dejar de visitar un campo de concentración y exterminio del Holocausto, hacer una escapada a Fukushima durante un recorrido clásico por Japón, son solo algunos ejemplos de lo que los turistas podemos hacer para que las acciones realizadas por los gobiernos de los destinos después de haber sufrido alguna crisis tengan sentido. El reto sigue siendo que el turismo no sea un simple producto de consumo más.

Si viaja a una zona sísmica activa International SOS aconseja:

Antes del terremoto

  • Revisar las recomendaciones antes de su viaje a una zona propensa a los terremotos.
  • Llevar un pequeño silbato. En caso de quedar sepultado por un derrumbe, le ayudará a indicar su posición. Los perros de rescate le oirán silbar cuando no tenga fuerzas para gritar.
  • En los lugares públicos, como restaurantes o centros comerciales, es normal que señalen la ubicación más recomendable en caso de terremoto con carteles del tipo “Zona segura de sismos”.

Durante el terremoto

  • Conserve y transmita calma a la gente que le rodea.
  • Si está dentro de un edificio, túmbese y quédese quieto, cubriendo su cabeza con los brazos. Si está fuera, permanezca fuera, ya que entrar o salir de los edificios puede ocasionar accidentes.
  • Dentro de un edificio, busque estructuras sólidas: debajo de una mesa o cama, bajo la puerta...
  • Manténgase alejado de paredes exteriores, ventanas, cristalerías y vitrinas o muebles y objetos que puedan caerse.
  • No use los ascensores.
  • No huya de forma precipitada hacia la salida.
  • No utilice ningún tipo de llama (cerillas, mecheros, velas...).
  • En el exterior, aléjese de tendidos eléctricos, cornisas, cristales. No se acerque ni entre en los edificios. Tenga en cuenta que pueden caer objetos.
  • Procure ir a lugares abiertos.
  • Si está conduciendo cuando comienza el temblor, detenga el vehículo y permanezca dentro, alejado de puentes y ríos.

Después del terremoto

  • Compruebe si alguien está herido, préstele los auxilios necesarios. Los heridos graves no deben moverse, salvo que tenga conocimientos de cómo debe hacerse.
  • Verifique el estado de las conducciones de agua, gas y electricidad, hágalo visualmente y por el olor, y no ponga en funcionamiento ningún aparato. Ante cualquier duda, cierre las llaves de paso generales.
  • No utilice el teléfono. Hágalo solo en caso de urgencia o utilice el sistema de mensajes, para evitar el colapso de las líneas.
  • Conecte la radio para recibir información o instrucciones oficiales.
  • Apague cualquier fuego. Si no pudiera controlarlo, contacte inmediatamente con los bomberos.
  • Aléjese de las construcciones dañadas. Tenga en cuenta que después de un terremoto fuerte se producirán réplicas.
  • Consuma agua embotellada o hervida. La de la red puede estar contaminada.
  • Si el epicentro de un gran terremoto es marino, puede producirse un maremoto. Permanezca alejado de la costa y en la zona más elevada posible.

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